Las cuentas del deporte
EL CAMPEONATO Mundial de F¨²tbol marcar¨¢ con su sello la primera mitad de 1982 en lo que se refiere no s¨®lo a las preocupaciones de los aficionados espa?oles, sino tambi¨¦n al vasto conglomerado de intereses tur¨ªsticos, comerciales y publicitarios puesto en pie, cada cuatro a?os, por la disputa de la Copa de la FIFA. Sobrar¨¢n las ocasiones para ocuparse de esa gigantesca romer¨ªa, que este a?o tendr¨¢ como lugar de cita el territorio espa?ol, y cuyas implicaciones econ¨®micas y sociales rebasan, con mucho, las dimensiones deportivas e incluso las caracter¨ªsticas de un simple espect¨¢culo. Si el Mundial de 1978 fue manipulado por la dictadura argentina para fraguar v¨ªnculos provisionales de un¨¢nime solidaridad nacional y enmascarar, tras la eficiencia de los servicios organizativos y de orden p¨²blico, el drama de la represi¨®n y los desaparecidos, el Mundial de 1982 limita, por lo pronto, el margen de maniobra del presidente del Gobierno para disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas.Que el f¨²tbol es ya mucho m¨¢s que un deporte y algo m¨¢s que un espect¨¢culo lo confirma la actual disputa entre el Gobierno y la oposici¨®n en torno al control de los gastos y la realizaci¨®n de auditor¨ªas en las federaciones, de las cuales la que re¨²ne a los clubs de f¨²tbol el la mas pol¨¦mica y controvertida. Hasta la promulgaci¨®n de la ley del Deporte las cuentas de esas corporaciones hab¨ªan sido lo m¨¢s parecido a las del Gran Capit¨¢n. Algunas federaciones nacionales, como las de Patinaje y Yudo, han revelado notables lagunas contables de acuerdo con las auditor¨ªas hasta ahora realizadas. Las cuentas del f¨²tbol est¨¢n ahora en Hacienda pendientes del veredicto final de un juez instructor. Las autorizadas opiniones de un funcionario del Ministerio de Hacienda, en un coloquio celebrado hace dos semanas en La clave, hacen temer la existencia de graves irregularidades en ese reino de taifas controlado por Pablo Porta. La rumoreada sustituci¨®n de Jes¨²s Hermida como secretario de Estado para el Deporte ser¨ªa una excelente ocasi¨®n para que la nueva ministra de Cultura tomara definitivamente tierra, al menos, en esta parcela de su departamento y adoptara las medidas necesarias a fin de que las cuentas del deporte recibieran las dosis suficientes de luz y taqu¨ªgrafos como para desvanecer las dudas sobre eventuales corrupciones. El argumento aducido por el Gobierno al rechazar la proposici¨®n de ley socialista, que exige la realizaci¨®n de auditor¨ªas en todos los organismos deportivos, es una broma de dudoso gusto, ya que el aumento de gasto p¨²blico que pudiera producirse como consecuencia de tales trabajos quedar¨ªa sobradamente compensado por la ejemplaridad de los resultados. El nombramiento de Eduardo Merig¨® como nuevo secretario de Estado para Deportes tropieza, sin embargo, con el impedimento, tal vez absurdo, pero en cualquier caso vinculante, de que la ley de Cultura F¨ªsica y del Deporte reserva ese cargo a "personas de reconocido prestigio en el mundo del deporte", condici¨®n no satisfecha por el antiguo subsecretario de Ordenaci¨®n Territorial y Medio Ambiente cuando era ministro de Obras P¨²blicas Joaqu¨ªn Garrigues.
Por lo dem¨¢s, la mayor¨ªa de los clubes de f¨²tbol integrados en la Federaci¨®n est¨¢n en aut¨¦ntica bancarrota. Al margen de las. entidades modestas que no han podido pagar a los jugadores sus contratos, casi todos los grandes clubes tienen deudas que alcanzan cifras astron¨®micas. El Atl¨¦tico de Madrid es una empresa en quiebra, m¨¢s que en suspensi¨®n de pagos, y sus deudas rondan los 1.000 millones de pesetas. El Real Madrid, tradicionalmente considerado como un club bien organizado, debe 394 millones y adem¨¢s tendr¨¢ que reembolsar al Banco de Cr¨¦dito a la Construcci¨®n 530 millones, en once a?os y al 11 por ciento, a causa de las obras de remodelaci¨®n, algunas totalmente innecesarias y superfluas, del estadio Santiago Bernab¨¦u, acogidas a los beneficios financieros de? Mundial. De esta din¨¢mica deficitaria de algunos clubes tiene a veces la culpa, entre otras causas, los deportes minoritarios que protegen. El baloncesto le ha costado al Madrid una p¨¦rdida anual en las ¨²ltimas temporadas de unos 40 millones de pesetas. El balonmano' repercute negativamente en las cuentas del Atl¨¦tico en una cantidad similar. El f¨²tbol es deficitario incluso en clubes tan bien administrados como la Real Sociedad. El reducido aforo del campo de Atocha y la cerraz¨®n municipal respecto a la construcci¨®n del nuevo estadio de Zubieta, que hubiera podido utilizar los cr¨¦ditos a largo plazo y bajo inter¨¦s previstos para el Mundial, explica que el club donostiarra pierda m¨¢s dinero a medida que sus jugadores obtienen m¨¢s victorias y se hacen acreedores de nuevas primas por sus triunfos. Quiz¨¢ la parad¨®jica situaci¨®n financiera de los clubes de f¨²tbol encuentre su m¨¢s aleccionadora ilustraci¨®n en el hecho de que un equipo puede perder dinero precisamente por proclamarse campe¨®n de Liga.
Tras la celebraci¨®n del Mundial, los grandes despilfarros pueden hundir todav¨ªa m¨¢s al f¨²tbol espa?ol si sus dirigentes se empecinan en seguir gastando los dineros de los socios y los ingresos de las taquillas en fichajes millonarios y remuneraciones e incentivos que rebasan las posibilidades financieras de ?os clubes. En el derby madrile?o de hoy, los jugadores del Atl¨¦tico tienen prometidas 180.000 pesetas por el triunfo, mientras que sus rivales cobrar¨ªan 240.000 pesetas por la victoria y 158.000 pesetas por el empate. Los entrenadores, por su lado, percibir¨¢n el doble si la suerte o el buen juego favorece a sus equipos. Entre tanto, el presidente del Barcelona hojea impaciente los cat¨¢logos de ofertas de grandes jugadores internacionales, dispuesto a pagar casi cualquier precio -diez millones de d¨®lares es la cotizaci¨®n de Diego Maradona- por el fichaje de un sustituto del lesionado Schuster. Nadie tendr¨ªa justificaci¨®n para inmiscuirse en las cuentas de los clubes de f¨²tbol si ¨¦stos fueran empresas rentables y solventes, capaces de hacer frente a sus deudas y compromisos. Lamentablemente, la especial situaci¨®n jur¨ªdica de las sociedades deportivas favorece la aparici¨®n de presidentes y directivos irresponsables que juegan con un dinero que no les pertenece sin que nadie pueda luego reclamarles una peseta por sus despilfarros, muchas veces destinados simplemente a sacar del anonimato y conceder una ef¨ªmera popularidad al culpable de esos derroches. Y al final de la historia aparecer¨¢, como siempre, la exigencia de que sea el Tesoro p¨²blico, es decir, la comunidad de los contribuyentes espa?oles, quien salve de la quiebra o del cierre a esas arruinadas sociedades, que tienen de deportivas ¨²nicamente el nombre.
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