Ram¨®n J. Sender pidi¨® que sus cenizas fueran esparcidas en el mar
"Yo no soy ni he sido nunca un pol¨ªtico. Soy un hombre que escribe novelas, poes¨ªa, teatro y ensayos y esta es una tarea que me ocupa las venticuatro horas del d¨ªa". As¨ª se autodefin¨ªa Ram¨®n J. Sender, el escritor aragon¨¦s muerto la noche del pasado viernes al s¨¢bado en su casa de San Diego (California, EE UU), en la entrevista que mantuvo, hace algo m¨¢s de cinco a?os, con Vicente Verd¨² en Cuadernos para el Di¨¢logo. Seg¨²n su expreso deseo, estaba previsto que su cuerpo ftiera incinerado ayer y sus cen¨ªzas esparcidas por el Pac¨ªfico. El autor de Cr¨®nica del Alba, falleci¨® repentinamente, a consecuencia de un enfisema pulmonar, cuando se encontraba solo en su apartamento californiano. El pr¨®ximo 3 de febrero hubiera cumplido ochenta a?os de edad.Ram¨®n J. Sender, premio nacional de Literatura en 1935 por su novela Mister Witt en el cant¨®n, hab¨ªa nacido en Chalamera, un pueblecito de Huesca, en 1902. Contradiciendo un poco su propia definici¨®n, Ram¨®n Jos¨¦ Sender entr¨® pronto en la pol¨ªtica activa, cerca de los grupos anarquistas del primer tercio del siglo, y como pol¨ªticos han sido considerados sus escritos durante el tiempo de la dictadura. De hecho su literatura ha sido, junto con la de P¨ªo Baroja, del que se consideraba disc¨ªpulo, una de las que m¨¢s han influ¨ªdo en la llamada generaci¨®n realista espa?ola.
Escuela del Ateneo y las tertulias
Su actividad literaria est¨¢, pues, unida a su activismo pol¨ªtico, desde los inicios en Zaragoza cuando compart¨ªa sus estudios de bachillerato y su trabajo como mancebo de farmacia con un claro activismo estudiantil y los primeros escarceos en la escritura. De hecho fue una revuelta estudiantil lo que le oblig¨® a dejar la capital aragonesa, para ser internado en uno de los colegios de castigo de los Escolapios, el de Alca?iz, donde terminar¨ªa el bachillerato. Esta ¨¦poca quedar¨ªa recogida en su novela autobiogr¨¢fica Cr¨®nica del alba, escrita ya en el exilio, tras la guerra civil espa?ola.En 1918 escap¨® del colegio y de sus padres y se vino a Madrid. Trabaj¨® en varios oficios e hizo sus primeras armas en el periodismo, donde sigue, en el semanario anarquista La tierra, de vuelta a la casa paterna en Huesca. Despu¨¦s del servicio militar en Melilla en 1923 -¨¦poca que dar¨ªa lugar a su primera novela Im¨¢n-, recomenzar¨¢ su actividad literaria en el diario El Sol, para seguir m¨¢s tarde en La libertad, El Socialista y otras publicaciones de izquierda.
Era el Madrid de las tertulias, de los magisterios contrapuestos de Valle Incl¨¢n -del que era ferviente admirador- y de Unamuno, la ¨¦poca dorada de la cacharrer¨ªa del Ateneo de Madrid, de la que Sender ha dicho: "Yo creo que esas tertulias eran quiz¨¢ m¨¢s importantes que las universidades. Un chico que sal¨ªa de la Universidad con las mejores calificaciones, si no pasaba despu¨¦s por lo que podr¨ªamos llamar el seminario del caf¨¦ o del Ateneo, no acababa de completar su educaci¨®n. Porque la educaci¨®n de la clase universitaria es demasiado convencional". De esa ¨¦poca es proverbial la ferocidad ¨¢crata del escritor, su desprec¨ªo por los supuestos estilistas y su defensa de una literatura comprometida, que narrara y estudiara los problemas concretos, con especial atenci¨®n a los propiamente sociales. O.P. Novela de la C¨¢rcel ( 1931), Siete domingos rojos (1932), y Viaje a la aldea del crimen (1933) tocan de un modo casi documental el tema del sistema pilicial y carcelario, las huelgas obreras madrile?as y los sucesos de Casas Viejas.
Un escritor del exilio
Ram¨®n J. Sender, tras su premio nacional de 1935, hizo la guerra civil primero como miliciano y luego como comandante de Estado Mayor de la Columna L¨ªster. Derrotados los republicanos, y ¨¦l se consider¨® doblemente derrotado como anarquista, Sender se exili¨® primero a Francia, m¨¢s tarde a Am¨¦rica Latina y posteriormente a Estados Unidos, en cuyas universidades ha ense?ado desde 1948.El primer libro publicado en el exilio ten¨ªa como tema el que inspir¨® la novela de Lola Salvador y la pel¨ªcula de Pilar Mir¨®, El crimen de Cuenca. Su t¨ªtulo era El lugar de un hombre y apareci¨® en 1939, en M¨¦xico. M¨¢s tarde, de manera continua e imparable, fueron apareciendo sus m¨¢s importantes novelas, porque se iniciaba la ¨¦poca m¨¢s rica de su vida. Cr¨®nica del alba, R¨¦quiem por un campesino espa?ol, El verdugo afable, La tesis de Nancy son algunos de estos t¨ªtulos, que deber¨ªan incluir La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, reconstrucci¨®n novelada de la figura del conquistador rebelde que luego habr¨ªa de inspirar numerosas novelas como Daimon, de Abel Posse, Lope de Aguirre, de Miguel Otero Silva, y la pel¨ªcula Aguirre, la c¨®lera de Dios, de Werner Herzog.
Con estos t¨ªtulos, sobre todo, Ram¨®n J. Sender, uno de los pocos novelistas que ha dado su generaci¨®n, rigurosamente contempor¨¢nea del grupo po¨¦tico del 27, se convirti¨® en el maestro de una est¨¦tica cuya ant¨ªtesis habr¨ªa que buscar en su contempor¨¢neo Max Aub. Este ¨²ltimo recoger¨ªa sus frutos literarios en generaciones posteriores a la crisis del realismo. Esta crisis ha tenido que ver, seguramente, con la escasa acogida que han tenido sus obras posteriores, si se excluye, a nivel comercial y de p¨²blico su novela En la vida de Ignacio Morel, premio Planeta 1969. Monte Odina, Chronus y la senora con rabo, Luz zodiacal en el parque, Las cisternas de Chichen-Itza y Chandr¨ªo en la plaza de las Cortes, son algunos t¨ªtulos de esta ¨²ltima ¨¦poca.
"Yo no he sido nunca un pesimista", ha dicho Ram¨®n J. Sender. "Tendr¨ªa motivo para serlo, pero siempre he cre¨ªdo que la vida es un milagro maravilloso del cual muchos de nosotros no somos merecedores". De una coqueter¨ªa que conserv¨® hasta el ¨²ltimo d¨ªa, y de la que formaba parte un humor cambiante, irascible y cascarrabias por una parte, encantador por otra, estuvo casado dos veces. La madre de sus dos hijos, Ram¨®n y Benedicta, fue fusilada en la guerra civil. Su hijo se dirigi¨® recientemente a este peri¨®dico para recabar, a trav¨¦s de las Cartas al director, datos sobre este hecho del que su padre se negaba a hablar.
Pese a estar divorciado de Florence Hall Sender, su segunda mujer, viv¨ªa cerca de ella y se ve¨ªan todos los d¨ªas. Con ella mantuvo su ¨²ltima conversaci¨®n, desde la soledad del apartamento en que viv¨ªa. De hecho fue encontrado muerto entre el tel¨¦fono y la cama.
La muerte, seg¨²n sus propias palabras, no le asustaba. "Soy un escritor encantado con la vida, que espera el d¨ªa de su muerte sin miedo y sin esperanza", dijo.
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