Lo barroco
Eduardo Haro-Tecglen, padre y maestro l¨²cido, y Conchita Barral nos invitan a cenar en la Morer¨ªa (memoria mora y jud¨ªa de Cansinos-Assens, Corpus Barga y otros suicidas del Viaducto que nunca se tiraron), para luego ver a Mari Paz Ballesteros en la Capilla del Obispo, plaza de la Paja (un Madrid que las vanguardias le quitaron a Gald¨®s, entre los espa?oles citados y los latinoch¨¦s Borges y Huidobro). La Ballesteros recita a Santa Teresa o Teresa de Jes¨²s, como ella y yo preferimos decir. Aqu¨ª, en la Capilla del Obispo, donada por los Alba al Estado/pueblo, es cuando el ex/Cavero dijo lo dejoya g¨®tica, y Jes¨²s Aguirre prorrumpi¨®:-A ver, a ver, yo quiero ver el g¨®tico, quiero estar informado.
La Ballesteros est¨¢ entre santa Teresa y Muria Espert. No importa que aqu¨ª, en la capilla, la sonoridad sea mala, porque la visualidad es buena. La gran prosa de Teresa empezaba a reventar de barroquismo temprano por todas partes, a cuajarse de mundanidad (lo barroco es, entre otras cosas, la irrupci¨®n de lo profano en lo sagrado), y en los retablos de la capilla tenemos ya el Barroco may¨²sculo y con may¨²scula, metaforizando la madera en oro y la piedra en gesto. A esta misa nocturna, blanca y literar¨ªa hemos venido Antonio Pereira, Halffter y algunos m¨¢s, como los devotos laicos de una santa que inaugura la modernidad en el castellano. Hay una relaci¨®n de continuidad, m¨¢s que de integraci¨®n, entre el texto y el escenario/ taller. En la prosa apunta lo que en el retablo ya es cosecha candeal espa?ola.
Teresa es la mujer/bisagra entre la Edad Media y el Renacimiento. Su misticismo es medieval, pero su prosa anticipa el Lazarillo, con una picaresca a lo divino, y su punz¨®n/querub¨ªn es ya hijo natural del barroco: irrupci¨®n de lo profano en lo sagrado. Como Dante Alighieri es el hombre/bisagra entre el lat¨ªn de los humanistas y aquel dialecto callejero de Florencia que iba a ser el italiano, al cual hac¨ªan ascos los asquerosos de siempre, como ahora se lo hacen a otros dialectos. Rica, c¨®ntradictor¨ªa y complementaria era la Espa?a aureosecular, grande por plural y no por monol¨ªtica, lecci¨®n que debieran aprender para siempre los profesionales de lo espa?ol. Pero es que adem¨¢s la barroca Capilla dek Obispo est¨¢ frente al Viaducto, que es el racionalismo urban¨ªstico madrile?o, una cosa muy europea que ven¨ªa entonces. Baroja, sin enterarse de lo venidero, como siempre, ve ese Madrid desde el puente de Segovia como -una capital de provincia no sin gracia, e ignora el trazo decidido y racional del Viaducto, que unir¨ªa el bajornadrid de la puerta de Toledo (madrile?a puerta de las Lilas) con el funcionalismo de la plaza de Espa?a. De modo que la tensi¨®n creadora sigue desde el XVI hasta el XX, salvado el XVIII por Carlos III, Esquilache, Floridablanca, Campomanes y el conde de Aranda. (Dicen que en Madrid no hubo siglo XVIII, y no hay otra cosa). Piensa uno, saliendo de o¨ªr a la santa y a la c¨®mica, que esa tensi¨®n Capilla/ Viaducto, racionalismo /barroco, es el modelo no s¨®lo urban¨ªstico, sino hist¨®rico, pol¨ªtico, en que debe moverse Espa?a y se ha movido en sus momentos mejores. Incluso dentro del personaje, la m¨ªstica representada por una actriz roja, se establece el juego de tensiones, la dial¨¦ctica ¨¦tica y est¨¦tica que nos ha hecho lo que somos, al margen de las cartas patri¨®ticas de vinos.
Habr¨ªa que volver a La Cacharrer¨ªa, donde hemos cenado, para elucidar todo esto, pero es la madrugada. Hoy, en lugar de Teresa, tenemos a Elena Quiroga, escritora irrelevante que va a salir bachillera, o sea, acad¨¦mica. Y en vez del racional Viaducto tenemos el scalextric de Arias Navarro. Pero Espa?a es el retablo y es el Viaducto. Las Espa?as.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.