Suslov y la continuidad de la pol¨ªtica sovi¨¦tica
La biograf¨ªa pol¨ªtica de Mijail Suslov est¨¢ de tal manera compenetrada con la trayectoria del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS) y de la URSS, en los sesenta a?os de poder sovi¨¦tico, que es dif¨ªcil separarla de aquella. Perteneci¨® Suslov a la primera generaci¨®n posrevolucionaria; su ingreso en el PCUS se produce por los a?os de la Nueva Pol¨ªtica Econ¨®mica (NEP), cuando el poder sovi¨¦tico se consolida, pero, tambi¨¦n, cuando las realidades internas e internacionales obligan a un repliegue respecto a las posiciones iniciales, lo que se traduce, en el plano pol¨ªtico, en una creciente identificaci¨®n del poder sovi¨¦tico, de la dictadura del proletariado, con el dominio del partido comunista, y en el ascenso al primer plano de la defensa de la URSS.Estos rasgos, que ya se manifiestan en la vida de Lenin, se consolidan en la ¨¦poca estaliniana: de la necesidad se hace virtud, como advirtiera en su momento Rosa Luxemburgo. Convertido en los ¨²ltimos a?os en el ide¨®logo del PCUS, ha permanecido fiel a esos postulados.
Un acercamiento a su personalidad pol¨ªtica no puede olvidar su condici¨®n de hombre del aparato. Toda la vida del dirigente fallecido ha transcurrido unida al partido. Por su edad, no tuvo la experiencia de la lucha desde fuera del poder ni, tampoco, la del exilio, en contacto con el movimiento obrero y socialista europeo.
Entr¨® en el partido, cu¨¢ndo se estaba operando la identificaci¨®n de Estado y partido, de dictadura tiel proletariado y dictadura del PCUS, y de forma creciente se hac¨ªa de la salvaguardia de la URSS la principal garant¨ªa de la preservaci¨®n y avance del movimiento revolucionario mundial, en un contexto de aislamiento internacional. Suslov fue, ante todo, un hombre de partido y, por ello, menos solicitado por las exigencias de acomodaci¨®n y de eficacia de un gestor del ¨¢rea gubernamental. En este sentido, ser¨ªa interesante parangonar su figura con la de Andrei Gromiko, que tambi¨¦n ha atravesado inc¨®lume los sucesivos cambios en la c¨²pula.
Dos pilares
Estos rasgos de Mijail Suslov explican, a nuestro juicio, el papel y el contenido de su actuaci¨®n. Suslov ha desempe?ado el papel de ide¨®logo del r¨¦gimen y de guardi¨¢n de la ortodoxia, sobre la base de los postulados afirmados desde los inicios de la era de Stalin. Nosotros estimamos, en efecto, que pese a Ios cambios en la c¨²pula dirigente y a los giros t¨¢cticos, a las modificaciones de la pol¨ªtica econ¨®mica, a la alternancia de per¨ªodos de endurecimiento o distensi¨®n, tanto en el plano interno como internacional, la pol¨ªtica sovi¨¦tica guarda una esencial continuidad desde la ¨¦poca de Stalin hasta nuestros d¨ªas, sobre la base de los postulados consolidados en el per¨ªodo estaliniano, y de ¨¦stos se convirti¨® en el celoso vigilante.
La pol¨ªtica sovi¨¦tica ha descansado, a nuestro juicio, sobre dos pilares. Por un lado, el firme control interno del partido sobre el Estado y toda la vida pol¨ªtica y social, apoy¨¢ndose en la ortodoxia marxista-leninista tal como fue codificada en la ¨¦poca de Stalin. Por otro, el papel dirigente de la URSS en el proceso revolucionario mundial. Estos principios habr¨¢n sido aplicados con mayor o menor flexibilidad, pero han estado siempre presentes. Y, adem¨¢s, han sido proyectados al exterior, configurando la denominada ¨¢rea socialista. La preocupaci¨®n constante de la URSS ha sido el mantenimiento del control del partido comunista, seg¨²n el modelo sovi¨¦tico, en los pa¨ªses del ¨¢rea socialista, y el, reconocimiento, por parte de ¨¦stos, del liderazgo de la URSS. Todas las intervenciones directas e indirectas, frustradas o no -Yugoslavia, Hungr¨ªa, Polonia, Checoslovaquia, China-, han tenido ese doble norte. Su ¨²ltima expresi¨®n es la doctrina de la soberan¨ªa limitada. De aqu¨ª que la obra ideol¨®gica de Suslov no aporte una sustancial novedad, pues su funci¨®n ha sido la de velar por el cumplimiento de estos principios, y a lo m¨¢ximo, introducir los desarrollos, como la precitada doctrina, que reclamaba la coyuntura.
El supuesto de ello es una concepci¨®n del proceso revolucionario mundial que descansa sobre la fortaleza y la expansi6n del denominado bloque socialista. Un bloque sin fisuras sobre la base de esos dos pilares. Una concepci¨®n en la que persiste, pese a los cambios, el modelo centralizado de revoluci¨®n elaborado por la Tercera Internacional: una fuerza dirigente, el partido comunista; un centro, la URSS. De ah¨ª las reservas con que se observa el eurocomunismo, con su policentrismo internacional y su idea de un bloque pol¨ªtico y social como motor del cambio.
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