Valdemorillo: el destrozo del tercio de varas
Plaza de Valdemorillo.
5 de enero. Tercer festejo de feria.
Novillos de Samuel de Paz, con trap¨ªo, astifinos, encastados; algunos, cuatre?os.
Fernando Galindo: vuelta en los dos.
Fernando Rivera: vuelta y oreja.
Carlos Avila: silencio Y oreja.
El desastre de la suerte de varas en versi¨®n moderna se vio, una vez m¨¢s, ayer en Valdemorillo. La han convertido en el "arte" de destrozar toros. Los de ayer eran pr¨¢cticamente toros, aunque los anunciaran como novillos, por trap¨ªo y tambi¨¦n por edad, pues varios llevaban en el brazuelo el guarismo que los acredita como cuatre?os. Sal¨ªan encastados y fuertes y tras el primer puyazo casi todos se ven¨ªan abajo.
Se ven¨ªan abajo pues les picaban trasero. Nunca en el morrillo, donde debe ser, sino atr¨¢s, all¨¢ donde se producen destrozos irreversibles que agotan el resuello de la res. Y a todo esto, como siempre, los toreros permanec¨ªan impasibles, testigos complacientes de la carnicer¨ªa.
Lo grave no es que sucediera eso ayer en Valdemorillo. Lo grave es que va a suceder durante toda la temporada, entre otras razones porque nadie desde el ejercicio de la autoridad sanciona como merece este repugnante suceso, quintaesencia del antitoreo. Los sesudos varones que inventan el nuevo reglamento podr¨ªan adecuar su reforma de manera que se corrigieran estas corruptelas, pero por lo que conocemos de sus aspIraciones y andanzas, todo lo que ven es cuanto alcanza el l¨ªmite de sus narices; y pues han observado que muchos toros no soportan m¨¢s que una vara, lo que pretenden reglamentar es que el tercio pueda limitarse, efectivamente, a una vara.
Pero ?qu¨¦ vara? ?D¨®nde hiere esa vara? ?C¨®mo es el caballo de picar y su peto? ?Qu¨¦ sentido de la lidia tienen los toreros?. ?En qu¨¦ ha venido a convertirse aqu¨¦l variado, bello y emocionante arte de torear que cal¨® en la entra?a del pueblo y cre¨® una afici¨®n multitudinaria y apasionada?. Mas nos tememos que debe darles lo mismo. O, aficionados de nuevo cu?o, se complacen en que todo lo que llamamos lidia se reduzca a una faena de muleta interminable como, tambi¨¦n una vez m¨¢s, fue ayer en Valdemorillo.
Carlos Avila, que sufri¨® una colada terrible de su ¨²ltimo novillo, consigui¨® encelarlo para dos series de naturales muy aparentes y all¨ª debi¨® terminar la faena, pues el cuatre?o no admit¨ªa m¨¢s. Pero insisti¨® en prolongarla hasta hacerla deslucida y nuevamente peligrosa, sin duda porque le han dicho -llevan a?os proclam¨¢ndolo los taurinos- que torear es pegar pases. Su anterior novillo se hab¨ªa roto un pit¨®n al rematar en un burladero y no pudo hacerle nada.
Toreo a destajo
Fernando Rivera, que est¨¢ en un momento interesante de valor y oficio, incurri¨® en el mismo error del toreo a destajo y no acab¨® de redondear esa faena art¨ªstica que admit¨ªa la exquisita nobleza del quinto. En el segundo, que se quedaba en la suerte, aguant¨® con valent¨ªa los parones. Fernando Galindo consigui¨® algunos de los redondos y naturales m¨¢s largos y templados de la tarde, pero esas gotas de calidad se perd¨ªan en el oc¨¦ano de los mil pases.
De cualquier modo sus actuaciones fueron meritorias pues a la edad de las reses se sumaron los problemas derivados de una suerte de varas que parec¨ªa hecha a mala idea.
Babelia
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