El secuestrado recibi¨® "un trato fr¨ªo, aunque sin brusquedades"

P¨¢lido, algo m¨¢s delgado de lo que le representaban las fotos difundidas en las ¨²ltimas semanas, muy sereno, Jos¨¦ Lipperheide de se present¨® ayer ante los periodistas en su residencia bilba¨ªna. "Recib¨ª un trato fr¨ªo, aunque sin brusquedades", dijo. Y despu¨¦s relat¨® an¨¦cdotas de su cautiverio, que ha transcurrido en "un cuadril¨¢tero de nueve metros cuadrados, con unas tablas, colchones y mantas, en que la luz el¨¦ctrica permanec¨ªa encendida durante todo el d¨ªa.""Hasta las once me ten¨ªan en la cama. A esa hora bajaba de la cama y beb¨ªa un vaso de leche por todo desayuno. Me quedaba all¨ª sentado un rato sin hablar, porque la verdad es que habl¨¦ muy poco con los secuestradores y no vi la cara de ninguno nunca. Com¨ªa hacia la una de la tarde sentado encima de la cama. Sol¨ªa tomar una comida muy sencilla: huevos fritos, contenido de latas, yogures y manzanas. La verdad es que no eran demasiado buenos cocineros. Luego, a las tres y med¨ªa, bajaba otra vez e a cama, me afeitaba y pasaba all¨ª un rato sentado. Volv¨ªa a subir a las seis y med¨ªa al camastro, donde cenaba y luego ya dorm¨ªa".

Jos¨¦ Lipperheide indic¨® tambi¨¦n que durante su cautiverio no le falt¨® nunca lectura. "Ten¨ªa siempre libros para leer. Hab¨ªa de todo y fundamentalmente novelas policiacas y algunas de Blasco Ib¨¢?ez, de las que recuerdo haber le¨ªdo La catedral. Precisamente hab¨ªa empezado a leer un libro el d¨ªa que me liberaron y lo dej¨¦ a medias, pero no recuerdo su t¨ªtulo". Manifest¨® tambi¨¦n que, aunque no diariamente, se le proporcionaban peri¨®dicos y fundamentalmente Egin y El Correo espa?ol "por los que me enteraba de algunas noticias. Le¨ª la informaci¨®n sobre la liberaci¨®n del padre de Julio Iglesias y pens¨¦ que aquello era tan distinto que no tendr¨ªa el mismo final. Pens¨¦ que ese agujero no lo iban a encontrar".

Durante sus largas horas de cautiverio, Jos¨¦ Lipperheide tuvo tiempo para pensar. "Pensaba: puedo quedar libre o me pueden matar. Pensaba: yo ya soy mayor y he vivido bastante, y me resignaba a mi suerte". Pero lo peor para el industrial reci¨¦n liberado fueron las horas de silencio. "El aburrimiento era lo peor. Asegur¨® que ¨²nicamente en contadas ocasiones habl¨® con los secuestradores. "Me hicieron preguntas sobre la situaci¨®n econ¨®mica de Euskadi. Yo me expres¨¦ en plan muy pesimista".

El hermetismo era total tambi¨¦n en su yerno y uno de sus sobrinos, que le sustituyeron luego de retirarse ¨¦ste a sus habitaciones, en la improvisada conferencia de prensa. Todas las preguntas estaban dirigidas a saber si la familia hab¨ªa pagado un rescate. Con muy poca precisi¨®n y con constantes evasivas, ambos dieron a entender su intenci¨®n de no hablar del tema. "Si se nos hace la pregunta, tenemos que decir que no. A buen entendedor pocas palabras".