Las cuevas de Altamira se abren ma?ana bajo un r¨ªgido control de los cient¨ªficos que estudiaron el mal de las pinturas
Cerradas desde 1977, se reduce el n¨²mero de visitantes diarios de tres mil a quince personas
Ma?ana lunes, d¨ªa 15, las cuevas de Altamira, de Santillana del Mar (Cantabria), cerradas al p¨²blico desde el 1 de octubre de 1977, podr¨¢n ser visitadas por las cinco primeras personas que solicitaron hacerlo en el marco de los estudios que viene realizando la Direcci¨®n General del Patrimonio Hist¨®rico Art¨ªstico en colaboraci¨®n con la Universidad de Santander. La reapertura de las cuevas, que se prolongar¨¢ en una primera etapa hasta finales de junio, tiene como objetivo determinar la influencia que la presencia de personas en su interior ejerce sobre las pinturas rupestres.
La decisi¨®n de reabrir de forma controlada y con un determinado n¨²mero de visitantes, que en un principio no superar¨¢ el de quince, las cuevas prehist¨®ricas de Altamira, fue tomada por el patronato del que dependen en la reuni¨®n celebrada en Santander el pasado 11 de diciembre y a propuesta de la comisi¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica que viene realizando los estudios para la conservaci¨®n de lo que se ha dado en llamar la Capilla Sixtina del arte Cuaternario. Los visitantes no podr¨¢n permanecer en el interior de las cuevas por un espacio de tiempo superior a los quince minutos, y s¨®lo se permitir¨¢ su entrada en la sala de policromos.Las listas de visitantes han sido establecidas respetando el orden de solicitudes presentadas en el Centro de Investigaciones Altamira, dirigido por el prehistoriador Joaqu¨ªn Gonz¨¢lez Echegaray. Seg¨²n ¨¦ste, el porcentaje mayor de solicitudes proceden del extranjero y, en primer lugar, de Jap¨®n. Sorprende, en cambio, el escaso n¨²mero de prehistoriadores y estudiosos del arte rupestre que han presentado su petici¨®n, aunque para Javier Rosino, alcalde de Santillana del Mar, "no es extra?o, porque ellos han visitado las cuevas cuando han querido y a pesar del cierre oficial".
El cierre fue necesario
El alcalde de Santillana, que entrar¨¢ en las cuevas el pr¨®ximo 16 de febrero, insiste en su idea de que el cierre fue y es innecesario, porque "nadie demostr¨® que las pinturas estaban deterioradas". No obstante, Javier Rosino reconoce el inter¨¦s puesto por el Ministerio de Cultura y la Universidad de Santander para la reapertura de las cuevas, que en su opini¨®n es un hecho "irreversible", achacando el largo tiempo transcurrido desde su cierre a supuestas presiones ejercidas por los prehistoriadores. En su opini¨®n, en los pr¨®ximos meses, el n¨²mero de visitantes podr¨¢ oscilar entre las 100 y las 150 personas.
La posici¨®n de los t¨¦cnicos que realizan los estudios bajo la direcci¨®n del profesor de la Universidad de Santander Eugenio Villar, es menos optimista. Cualquier decisi¨®n sobre el futuro de las cuevas y el n¨²mero de visitantes que se autorice no se tomar¨¢ hasta tanto se haya calibrado el efecto de la reapertura. La primera fase del estudio, iniciado en 1979, determin¨® que el microclima que permiti¨® la conservaci¨®n de las pinturas hab¨ªa sido alterado por la afluencia masiva de visitantes, que en la d¨¦cada de los setenta lleg¨® a ser de 3.000 personas diarias.
Durante el cierre de las cuevas, el equipo cient¨ªfico, utilizando tecnolog¨ªa americana, estableci¨® la din¨¢mica general interna del ecosistema de la sala de policromos, determinando las actuales caracter¨ªsticas crom¨¢ticas de las pinturas y sus modificaciones con los factores ambientales. Para completar esta primera fase, se procedi¨® al establecimiento de un calendario de visitas, al objeto de medir el impacto de ¨¦stas en la cueva. Para el profesor Villar, la reapertura se ha estudiado con "criterios de absoluta cautela, al desconocer c¨®mo va a reaccionar el ecosistema de Altamira". S¨ª parece comprobado que algunas de las pinturas, como en el caso de la cierva, que en el momento del cierre se encontraban deterioradas, han experimentado una sensible mejoria.
En coincidencia con la prudencia de que hacen gala los cient¨ªficos al enjuiciar el futuro de Altamira, Joaqu¨ªn Gonz¨¢lez Echegaray reafirma el car¨¢cter experimental de la apertura. "A la vista de los resultados", a?ade, "se decidir¨¢ qu¨¦ es lo que se debe hacer en el futuro. Se puede continuar con el n¨²mero de visitas previsto, restringirlo o aumentarlo". En su criterio "lo fundamental no son los a?os, sino preservar las pinturas para que puedan ser contempladas por las generaciones venideras".
Hasta que en 1977 se cerraba al p¨²blico la puerta de Altamira, por primera vez con car¨¢cter indefinido, la cueva de las pinturas corrieron serio peligro en varias ocasiones a lo largo de los m¨¢s de cien a?os transcurridos desde su descubrimiento, en 1980, por Modesto Cubillas, aparcero de Marcelino Sanz de Santoula, quien ya hab¨ªa penetrado en ellas unos a?os antes. No obstante, la sala de pinturas tardar¨ªa algunos a?os en ser encontrada, al parecer, por una hija de Sanz de Santuola. Este publicar¨ªa un peque?o libro rese?ando su hallazgo y dando pie a una amplia pol¨¦mica en torno a la autenticidad de las pinturas, que algunos prehistoriadores calificaron de "burdos dibujos" realizados por los autores del descubrimiento.
La pol¨¦mica fue zanjada con la presencia en las cuevas de Altamira de algunos de los m¨¢s conocidos prehistoriadores, que reconocieron la antig¨¹edad e importancia de ¨¦stas.
El mayor peligro sufrido por las Cuevas de Altamira a lo largo de su historia, se produjo durante la guerra civil. El padre Carballo, eminente prehistoriador, ha dejado escrito c¨®mo ante el avance de las tropas del general Franco, en 1937, los republicados se hicieron fuertes en Santillana del Mar, refudi¨¢ndose algunos soldados en el interior de las cuevas, de las que las tropas nacionales pretend¨ªan desalojarlos a ca?onazo. Enterado Carballo de los hechos se dirigi¨® al capit¨¢n de las tropas nacionales, Luis Quiroga, antiguo alumno suyo, quien le dio seguridades de que las cuevas no sufrir¨ªan da?o alguno. Tras esta negociaci¨®n los republicanos abandonaron el recinto de las cuevas sin oponer resistencia.
Meses antes y merced a otra intervenci¨®n del citado prehistoriador, se consigui¨® que las cuevas no fuesen utilizadas como dep¨®sito de explosivos y refugio del ej¨¦rcito republicano, ante el peligro que corr¨ªan de ser bombardeadas por la aviaci¨®n alemana.
Sin embargo, no fue la guerra, ni los derrumbes, lo que caus¨® el deterioro de las pinturas. Las propuestas realizadas en 1957 por Garc¨ªa Lorenzo para la conservaci¨®n de las cuevas, que inclu¨ªan una reducci¨®n de visitantes, no fueron atendidas. As¨ª, entre la d¨¦cada de los sesenta y primera mitad de los setenta, el n¨²mero de visitantes, propiciado por el boom tur¨ªstico, alcanz¨® cifras de 3.500 y 4.000 personas diarias, lo que produjo tales trastornos en el ecosistema de la cueva que los expertos decidieron reducir paulatinamente el n¨²mero de visitantes y, m¨¢s tarde, pedir el definitivo cierre, en el mes de octubre de 1977.
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