La inversi¨®n extranjera y la incertidumbre pol¨ªtica
SEGUN SE desprende de los datos que acaba de hacer p¨²blicos el Ministerio de Econom¨ªa, la inversi¨®n extranjera directa autorizada en empresas espa?olas muestra, por tercer a?o consecutivo, inequ¨ªvocos s¨ªntomas de estancamiento, qu.e amenazan con transformarse ahora en un abierto repligue. Si se deduce la entrada de capitales en el sector bancario, as¨ª como la participaci¨®n en empresas espa?olas con beneficios obtenidos en nuestro pa¨ªs y no distribu¨ªdos, la afluencia autorizada de capitales extranjeros durante 1981 ascendi¨® a 53.000 millones de pesetas, frente a los 72.000 de 1979 y los 73.000 de 1980.Dos explic:aciones se han barajado para dar cuenta de este preocupante fen¨®meno. La Prensa extranjera ha se?alado que el asalto al Congreso y el golpe de Estado frustrado del 23 de febrero ampliaron las incertidumbres en torno a las repercusiones de una eventual involuci¨®n pol¨ªtica sobre una econom¨ªa con un nivel considerable de desarrollo, unos sindicatos bastante organizados y una sociedad que hab¨ªa rechazado en las urnas el sistema franquista y hab¨ªa elegido los valores de un r¨¦gimen democr¨¢tico. La segunda explicaci¨®n, complementaria de ¨¦sta, apunta que la crisis industrial iniciada en 1973 coexiste con un deterioro de las expectativas empresariales en el mundo entero, que se traduce en la indecisi¨®n generalizada sobre d¨®nde, c¨®mo y cu¨¢nto invertir. De otro lado, a lo largo de los ¨²ltimos a?os se est¨¢ configurando un nuevo mapa de distribuci¨®n geogr¨¢fica de la producci¨®n en los grandes sectores -qu¨ªmica, autom¨®viles, vidrio, etc.- que puede alterar sustancialmente el panorama industrial de Europa en los pr¨®ximos a?os.
Desde comienzos de los a?os 60, el capital y la tecnolog¨ªa extranjeros contribuyeron decisivamente a que nuestra ecoriom¨ªa alcanzase un destacado puesto entre los pa¨ªses industriales. Y eso, entre otras cosas, debido a que el capital nacional prefiri¨® sectores mas abrigados, como el inmobiliario y el financiero, en los que la rentabilidad y la seguridad se supon¨ªan mayores. Las cifras de 1981 sugieren la posibilidad de que la historia de la inversi¨®n industrial extranjera en Espa?a no vuelva a repetirse. Si ese pron¨®stico pesimista se confirmara, el futuro de nuestra econom¨ªa estar¨ªa seriamente comprometido. La Administraci¨®n P¨²blica debe replantearse seriamente el problema de la inversi¨®n drecta exterior en actividades productivas, ampliando la liberalizaci¨®n legal y burocr¨¢tica y reduciendo ese juego de amiguetes, camarillas e influencias que nos otorga una detestable imagen tercermundista. Pero, en definitiva, parece que lo esencial es despejar el ambiente de amenazas contra la democracia, y que si esto se hace nuestra capacidad de crecimiento econ¨®mico tendr¨¢ todav¨ªa ante s¨ª un largo camino que recorrer de la mano de los inversores extranjeros.
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