?Quien teme a las feministas?
El Diario de Virginia Woolf (expurgado por su marido, naturalmente: para que luego se diga que las viudas expurgan la gloria de sus muertos) nos corrobora en el amor y la admiraci¨®n literaria y humana por aquella mujer ¨²nica, que ha quedado como met¨¢fora minoritaria de un decadentismo entre enfermo y enfermizo.Mentira. La desfalleciente se?ora Woolf llevaba dentro todo un hombrecito que, aparte este monumental Diario, escribe todos los d¨ªas, contra la jaqueca, la debilidad, el dolor, "el flujo" (ella lo dice) y la locura. "Muchos art¨ªculos que escribir este mes. A ver si entra algo de dinero en casa". ?Qui¨¦n teme a Virginia Woolf'? Todos los hombres, todos los varones domados que prefieren mujercitas improbables, con o sin rulos, con o sin celulitis, que no supongan un test para su propia superioridad masculina. Y todas las mujeres que, v¨ªctimas o emancipadas, se limitan, tanto unas como otras, a la queja vecinal o culta: lo malos que son los hombres; o las revistas de feminismo donde se ense?a a utilizar el esp¨¦culo porque la medicina es machista, como es machista el idioma, que Carmen Riera dice que la mujer lo toma prestado del hombre. Lo que hay que hacer, admirada Carmen, es escribir como Virginia Woolf, crearse el dialecto de la feminidad -en la narrativa" en la l¨ªrica, en la sociolog¨ªa, en la vida-, a partir del idioma general macho, erizado de jotas y de kaes viriles y guerreras. En estos d¨ªas, el Club Cultura y Soc¨ªedad ha celebrado un debate sobre "La mujer ante la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola", con Maite Gallego, Carmela Garc¨ªa Moreno, Inmaculada Gonz¨¢lez, Carmen Mestre, Paquita Sauquillo y Francis Tarazaga. Pienso que uno de los bienes que nos ha tra¨ªdo la democracia es la incorporaci¨®n de la mujer a la cosa p¨²blica. El genio pol¨ªtico de Carmen Diez de Rivera, la inteligencia voluntariosa de Carmela Garc¨ªa Moreno, la actividad de la Sauquillo o la Alberdi tienen detr¨¢s inmensas ¨¢reas femeninas que desmienten ya para siempre aquel axioma de la derecha gllroblista:
-Hay que dar el voto a la mujer, que siempre votar¨¢n con el confesor.
Es lo que siempre he pensado: que las feministas ha.blan mucho, o escriben, y act¨²an poco. Virginia Woolf, sin perder su perdido perfil postrom¨¢ntico, trabaja todos los d¨ªas, escribe, lleva una editorial, mantiene su casa y su matrimonio, da conferencias sobre feminismo, audaces para su tiempo y para el nuestro, y, simult¨¢neamente, le mete un vuelco copernicano a la literatura en ingl¨¦s, acaba con naturalistas e intelectualistas de la novela, es, como Proust en el continente, "una revoluci¨®n con buenos modales". Clama contra "la aterradora actividad narrativa de los realistas", contra "la novela de hechos", y le pone a Joyce, su contempor¨¢neo y hasta su vecino, reparos muy bien puestos. Joyce est¨¢ lleno de lat¨ªn y jesuitismo por dentro de sus pretensiones amorales y -¨¢cratas. La Woolf, sin pr¨¦dicas, admite muy sencillamente, como de pasada, en este Diario, que es lesbiana. No hace un discurso moralista/ antimoralista como el Ulyses. Es m¨¢s bien hermana de Proust y contempor¨¢nea nuestra en su manera natural y amoral de tratar el sexo. Y se permite el perfumado detalle dom¨¦stico de terminar as¨ª su Diario catedralicio: "Y ahora, no sin cierto placer, me doy cuenta de que son las siete y que debo guisar la cena".
?Qui¨¦n terne a las feministas? Quienes ven venir en ellas a la mujer nueva que ya no nos hace el chantaje (tan deseado por el hombre) de su debilidad, sino que la exhibe como su fuerza. El hombre ha extenuado su modelo patriarcalista con Reagan. La mujer va a impregnar el mundo porque sus manos no est¨¢n entintadas de sangre, sino, a veces, de tinta, como las de Virginia Woolf, que confiesa mancharse cuando escribe.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.