Una derrota honrosa y calamitosa
Como toda derrota, desde Cavite. De ¨¦sas que peor podr¨ªan haber sido. De las que se ven venir.La peor noticia literaria de la semana (y eso que la Academia casi todas las semanas nos da la noticia peor) la proporcion¨®, ya desde Barcelona, V¨¢zquez Montalb¨¢n anunci¨¢ndonos que va a asesinar a su personaje Pepe Carvalho. El mi¨¦rcoles, el Atl¨¦tico se desped¨ªa de la Copa del Rey gracias a que nueve de sus jugadores participaron en el equipo, pero nunca a favor de su equipo. Y, encima, el club azulgrana, cargado de seny y abrumado de suplentes, nos privaba de la ¨²nica distracci¨®n en el desastre que se nos avecinaba al escamotearnos la primicia de su nueva joya brasile?.
Luego lleg¨® la tarde del domingo y, por concesi¨®n del destino, una tarde de f¨²tbol m¨¢s estimable. No hay como disponer de un rival de categor¨ªa. La parroquia atl¨¦tica (que ha dejado de ser p¨²blico para ser pueblo) crey¨®, durante la primera mitad, en la justicia social. En el triunfo, no. La justicia social a lo m¨¢s que alcanza es al empate. Pero, siendo los mismos del mi¨¦rcoles, los rojiblancos del domingo jugaban, y jugaban a favor del Atl¨¦tico. Qui I'ha vist i qui et veu ara!
El gol del Barcelona, en los inicios del segundo tiempo, encendi¨® los fuegos de la pasi¨®n, y los del Manzanares volvieron a ser vistos en esa incapacidad goleadora que en sexolog¨ªa se llama impotencia. Al contrario que en el amor -habr¨ªa dicho Lao-tse, de ser forofo-, en f¨²tbol penetra m¨¢s quien m¨¢s piensa.
Caer honrosamente nos libr¨® de soportar ese f¨²tbol impotente, infantiloide y casposo que al pueblo desespera m¨¢s que la propia ca¨ªda. Al seguro campe¨®n, si sus directivos, como suelen, no eliminan a. Carvalho en el ¨²ltimo cap¨ªtulo, debemos el placer de ver jugar a ambos equipos y de que el seguro campe¨®n tuviese que sudar la camiseta para ganar por la m¨ªnima. Ser¨ªa l¨¢stima que el Barcelona no f¨²ese campe¨®n y ser¨ªa pura calamidad que el Atl¨¦tico no insistiese: en jugar como lo hace ante el Barcelona y ante Simonsen.
Inteligencia, entrega absoluta y las dotes que s¨®lo da la naturaleza concurren en tama?a lagartija danesa, que suscit¨® el aprecio del pueblo rival. Simonsen, aunque s¨®lo para los de mi edad, se parece, adem¨¢s, a El¨ªas Querejeta. Especie de. trombo, los infartados del domingo disfrut¨¢bamos sufriendo cada vez, y fueron muchas, que el portento Simonsen se sub¨ªa a la c¨¢tedra, bien en su propia ¨¢rea, bien en la de enfrente.
En la de enfrente, Mej¨ªas, por fortuna, renunci¨® a esos despejes de pu?o, con los, que Zamora s¨ª despejaba y por culpa de uno de los cuales, en vez del Atl¨¦tico, va a ser campe¨®n de Copa el Rayo Vallecano. Tambi¨¦n en dicha demarcaci¨®n, Juanjo y Dirceu, en la de arriba, nos hicieron concebir la esperanza de llegar a tierra al final de la temporada sobre un madero y nada m¨¢s que remojados. El entretenido encuentro permiti¨®, no obstante, seguir los n¨²meros del marcador simult¨¢neo. Estas cifras luminosas, que brillaban a favor del Bar?a, eran acogidas con suma complacencia por el pueblo derrotado. No hay como un simult¨¢neo para saber d¨®nde tiene el pueblo su corazoncito. Lo cierto es que, a ratos, en el Manzanares, la amistad catalano-castellana alcanz¨® unas cotas que jam¨¢s sabr¨¢n propiciar los pol¨ªticos, esa gente tan poco apta para las sutilidades de la simultaneidad.
El ¨¢rbitro estuvo impecable. Da n¨¢useas tener que mentar al ¨¢rbitro. Por alg¨²n error burocr¨¢tico nos regalaron el domingo con un impecable ¨¢rbitro de rugby. Quien, por tanto, no consider¨® penalizable jugar con las extremidades superiores. Por gracia de este juez, escapado del Torneo de las Cinco Naciones, de los tres porteros que sac¨® el Barcelona (Artola y Urruti, respectivamente, en cada uno de los tiempos), el mejor fue Alexanco. Al filo del intermedio, Alexanco detuvo en el ¨¢rea un disparo que ninguno de sus colegas habr¨ªa impedido que llegase a la red.
El pueblo, a pesar de la amistad, de Simonsen, del simult¨¢neo y dem¨¢s caramelos agridulces, volvi¨® durante unos minutos a ser el p¨²blico enfurecido por la injusticia palpable de la mano de Alexanco. Que esta furia se aplacase, que la incapacidad goleadora de los propios preocupase m¨¢s que el penalty birlado, que animase a los, suyos cada vez que los suyos trenzaban una buena combinaci¨®n es como para pensar que, entre unos y otros, al pueblo del Manzanares nos est¨¢n convirtiendo en el m¨¢s ecu¨¢nime de los pueblos del Estado espa?ol. Gratis nos tendr¨ªan que dejar ver los partidos del Mundial. Si para el Mundial nos funciona a¨²n el marcapasos.
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