Injusta derrota del Madrid en Pamplona
Uno de los grandes atractivos del f¨²tbol es que no tiene l¨®gica. No s¨®lo es posible el fallo en un pron¨®stico previo, sino tambi¨¦n durante el mismo encuentro. El Real Madrid perdi¨® injustamente en El Sadar. Arroll¨® al Osasuna en el primer tiempo y pudo llegar al descanso con una Ventaja mucho mayor que el 1-2 se?alado por el marcador. Esta vez no se entretuvo en preciosismos in¨²tiles en el centro del campo. Despu¨¦s, el cuadro local, sin ser superior, pero siempre al contraataque y asentado en Basauri y Mart¨ªn, sus figuras, mejor¨® su juego, al subir Lumbreras al centro del campo y, sobre todo, fue mucho m¨¢s pr¨¢ctico. Si anteriormente hab¨ªa logrado un tanto, aprovechando al m¨¢ximo los m¨ªnimos errores del contrario y sus pocos m¨¦ritos, s¨ª result¨® l¨®gico, dentro de la il¨®gica, que despu¨¦s consiguiera otros dos. El equipo blanco, aunque sigui¨® dominando, no encontr¨® ya huecos, notando su falta de delanteros, y ni siquiera pudo mantener el empate.Los hinchas pamplonicas no se cre¨ªan cre¨ªan la victoria al final del partido. El comentario m¨¢s favorable se refer¨ªa a que un empate hubiese sido m¨¢s que suficiente para los m¨¦ritos de su equipo. No pod¨ªan olvidar tan f¨¢cilmente que durante m¨¢s de: media hora en la primera parte hab¨ªa sido un aut¨¦ntico pim pam pum ante el gran juego madridista. El cuadro de Boskov, al rev¨¦s de otros partidos fuera de casa, pareci¨® una apisonadora, tipo alem¨¢n, y no s¨®lo por Stielike. En lugar de sobar la bola exageradamente en el medio campo, los pases r¨¢pidos al primer toque y el movimiento de los hombres en busca del desmarque fueron un aluvi¨®n para el Osasuna. El Madrid, sin Del Bosque, y no pese al campo resbaladizo, sino gracias a ¨¦l, que le oblig¨® a evitar la dificultad de controlar excesivamente el bal¨®n, tuvo hasta trece ocasiones muy claras de marcar, m¨¢s que en los goles.
Los m¨ªnimos errores blancos, sin embargo, los aprovech¨® su rival, que en ciertos momentos diola sensaci¨®n de ser un equipo de tercera ante un primera. Basauri, en defensa y Mart¨ªn, en ataque, fueron sus pilares para evitar el desastre. S¨®lo las escapadas del extremo llevaron peligro, inicialmente, y la subida suicida de San Jos¨¦ en una de las ocasiones, descuidando el marcaje del ¨²nico hombre que lo necesitaba muy encima, supuso el primer gol.
El Madrid, de todas formas, que mand¨® desde el principio en el campo, no tard¨® en dar la vuelta al marcador. Impuso su ley en el centro, con Garc¨ªa Hern¨¢ndez superior a Bayona; Angel sujetando bien a Iriarte y Stielike -que no sali¨® de l¨ªbero fijo esta vez, todo un s¨ªntoma de las ambiciones blancas, aunque relev¨® las subidas de Gallego- ligeramente mejor que Dioni. Adem¨¢s, a diferencia de otras salidas, profundiz¨® y tir¨® como casi nunca. Camacho, sobrado para dominar a Irigu¨ªbel, tuvo al fin su premio a tantos intentos de tiro desafortunados en otros partidos y Pineda, luchador ante Mina, marc¨® en la ocasi¨®n m¨¢s complicada.
Incluso Juanito, que jug¨® demasiado c¨®modo, al no seguir a Macua en varias subidas del lateral por la banda derecha, tuvo dos goles hechos. Basauri salv¨® dos tremendos disparos de Garc¨ªa Hern¨¢ndez y Gallego, tras preciosasa jugadas. S¨®lo Lumbreras pudo a Ito, y confirm¨® despu¨¦s, en la segunda parte, que hab¨ªa estado desaprovechado al pasar al centro del campo y ser la ¨²ltima gran baza de su equipo. Garc¨ªa Hern¨¢ndez no pudo con ¨¦l y de su empuje, junto a Mart¨ªn y al desconcierto defensivo blanco -ya con Navajas y Sabido en juego, para poder adelantar las posiciones de los hombres del mismo campo, por no tener otros delanteros-, vendr¨ªa el triunfo osasunista.
Dioni, hombre de calidad, pero sin fondo, fue sustitu¨ªdo en el, momento oportuno por Teixid¨®, que tambi¨¦n contuvo a Garc¨ªa Hern¨¢ndez. El Osasuna no se resinti¨®, pues Lumbreras, siempre firme, pas¨® con Gallego, ya fijo en el medio campo. Despu¨¦s, al entrar Navajas para permitir la subida de Stielike, el propio Lumbreras, aunque renqueante, se bast¨® para frenarle. El Madrid no pudo ya penetrar con la facilidad anterior y aunque tuvo dos o tres ocasiones, pareci¨® claro que no era su d¨ªa y no las aprovech¨® como su rival, siempre al contraataque. Fue bien triste, y parad¨®jico para el buen f¨²tbol, comprobar que el Madrid s¨®lo gana cuando juega mal.
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