La invocaci¨®n del nombre del Rey no puede excusar del cumplimiento de la Constituci¨®n
Ante la Junta de Defensa Nacional, presidida por el Rey en la tarde del 24 de febrero de 1981, algunos militares de la m¨¢xima graduaci¨®n aludieron a los comportamientos de otros altos mandos de forma exculpatoria en alguna medida, toda vez que hab¨ªan modificado su compromiso inicial con los golpistas al comprobar que no ten¨ªan el respaldo de Su Majestad. Entonces intervino el todav¨ªa presidente Su¨¢rez para advertir que la invocaci¨®n del Rey no pod¨ªa excusar la participaci¨®n en acciones o coacciones anticonstitucionales. El punto de referencia ante estas solicitaciones, a?adi¨®, no puede ser sino la Constituci¨®n, que a todos obliga. Las palabras de Adolfo Su¨¢rez fueron interrumpidas por don Juan Carlos para manifestar su absoluto acuerdo con las mismas.El Gobierno y los diputados hab¨ªan permanecido secuestrados como rehenes, bajo la pistola de Tejero y las metralletas de sus acompa?antes sufragadas por el contribuyente, m¨¢s de dieciocho horas. Era mediod¨ªa del 24 de febrero de 1981. El presidente dimisionario Adolfo Su¨¢rez sal¨ªa en el coche oficial hacia el palacio de la Zarzuela. En la puerta del Congreso le hab¨ªa saludado el general Armada. Durante el trayecto, una preocupaci¨®n dominante embargaba al todav¨ªa presidente. De las fragmentarias conversaciones que tuvo con los guardias civiles en la habitaci¨®n donde estuvo recluido se deduc¨ªa que Alfonso Armada hab¨ªa sido el hombre clave para la liberaci¨®n de todos. Se sent¨ªa abrumado porque, a la luz de este comportamiento, se revelase ahora injusta la oposici¨®n que ¨¦l le hab¨ªa mostrado al general durante cuatro a?os. Y muy recientemente, para su nombramiento como segundo jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito.
En la Zarzuela, tras el saludo emocionado, un primer reconocimiento. "Se?or, estaba equivocado, he sido injusto con Alfonso Armada, al que acabo de saludar en la puerta del Congreso". Luego se aclarar¨ªa que no hubo tal equivocaci¨®n. Volv¨ªa a primer plano una escena del oto?o de 1977. En el despacho del Rey, y en su presencia, el presidente del Gobierno expon¨ªa sus agravios frente al general Armada, entonces secretario general de la casa real y llamado expresamente para responder de ellos. Al final, una raz¨®n ¨²ltima en la base de las actitudes discutidas. El general Armada apela a que su concepto personal de Espa?a puede hacerle pasar por encima del Rey. Aqu¨ª ve Su¨¢rez la confirmaci¨®n de las propensiones golpistas de su antagonista. No ha invocado en su apoyo el concepto que de Espa?a han expresado libremente la mayor¨ªa de los espa?oles, sino el que responde a su exclusiva convicci¨®n personal, en cuyo altar est¨¢ dispuesto a sacrificar realidades tan pr¨®ximas para ¨¦l como la del propio Rey.
La ausencia del referente constitucional y de las reales ordenanzas, en las preguntas que el juez instructor y el fiscal han hecho constar en los interrogatorios le¨ªdos del sumario, configura un silencio revelador, seg¨²n estimaciones de un observador jur¨ªdico presente en la vista. Otros letrados no ocultan su preocupaci¨®n por el tenor literal de la primera nota del centro coordinador de la informaci¨®n emitida en la ma?ana del pasado d¨ªa 23. En dicha nota se admit¨ªa como causa de la interrupci¨®n de la vista la negativa de los procesados a comparecer ante la sala mientras no se adoptaran medidas adecuadas como consecuencia de la informaci¨®n publicada por Diario 16 relativa al capit¨¢n Alvarez Arenas.
Objetivo, el Rey
Una alta personalidad pol¨ªtica expresaba el jueves su preocupaci¨®n a EL PAIS por la incesante campa?a contra el Rey. Seg¨²n su an¨¢lisis, el objetivo prioritario de los golpistas es crear y "generalizar un clima de incomodidad al Rey en el seno de las Fuerzas Armadas. Del fracaso del 23-F, los golpistas han sacado conclusiones como si se tratara del juicio cr¨ªtico que se celebra tras unas maniobras. Si el Rey hab¨ªa hecho fracasar el golpe, como no pueden dudar, hab¨ªa que extraer las consecuencias cara al ¨¦xito que se desea en la nueva versi¨®n deseada. El pr¨®ximo golpe habr¨ªa de dirigirse no contra la Moncloa o el palacio del Congreso, sino contra la Zarzuela. En este punto, los cerebros m¨¢s activos del golpismo recomiendan huir de un intento frontal, como los de la Galaxia o 23-F. Su propuesta es la de invalidar desde una operaci¨®n de propaganda sistem¨¢tica e implacable el factor rey, sin duda, clave en el y consolidaci¨®n de la democracia espa?ola.
En esa direccl¨®n, la personalidad m¨¢s arriba aludida anticipaba que debe contarse con la explotaci¨®n m¨¢xima cara a las Fuerzas Armadas de lo que en frase castiza P¨ªo Cabanillas denominaba la solidaridad de los cabreos. Ning¨²n factor presenta m¨¢s capacidad de suscitar esos sentimientos que la manipulaci¨®n desde determinados ¨®rganos de cuanto diga la Prensa. Es elemental prever, en su opini¨®n, la b¨²squeda de pretextos para intentar el planteamiento de incidentes. Alguien anda buscando la forma de reeditar el manifiesto de los cien, que enturbi¨® la celebraci¨®n del tercer aniversario de la Constituci¨®n el pasado 6 de diciembre.
El aparato de intoxicaci¨®n golpista est¨¢ funcionando a toda m¨¢quina y con una capacidad de incidencia sobre acuartelamientos y viviendas militares que empieza a ser abrumadora. Raro es el d¨ªa en que buzones, bares y otros lugares frecuentados dentro de las instalaciones militares por jefes y oficiales no aparecen impregnados de panfletos calumniosos, siempre atentos al objetivo primordial de intentar descalificar al Rey de todos los espa?oles.
Su¨¢rez advirti¨® que la invocaci¨®n del nombre del Rey no puede excusar del cumplimiento de la Constituci¨®n
Viene de la p¨¢gina anterioren este punto que el jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito se extra?¨® e indign¨® con un art¨ªculo de un peri¨®dico, publicado d¨ªas despu¨¦s de la intentona, en el que se comenzaba a apuntar que Armada pod¨ªa estar implicado en el golpe.
Seguidamente fue le¨ªda la declaraci¨®n del comandante Miguel Bonell Esperanza, ayudante de Armada. Este militar manifest¨® que Armada cumpli¨® el 20 de febrero su horario habitual. Al d¨ªa siguiente, s¨¢bado, permaneci¨® en su despacho hasta las 14.30 horas, y luego le acompa?¨® hasta su domicilio. Declara el ayudante que el d¨ªa 23 acompa?¨® a Armada al Congreso en dos ocasiones. En la primera de ellas se celebr¨® una reuni¨®n en una habitaci¨®n de cristales entre Armada y Tejero, aunque no escuch¨® la conversaci¨®n. S¨®lo oy¨® cuando sali¨® Tejero que ¨¦ste le dijo a un capit¨¢n: "Nos ofrece un avi¨®n".
El comandante Bonell relat¨® que al finalizar la entrevista Armada-Tejero en el Congreso oy¨® decir al general: "Yo amo a Espai¨ªa por encima de todo", y Tejero respondi¨®: "No me haga reir, hasta el m¨¢s humilde de mis guardias ...... En ese momento, precisa la declaraci¨®n, le cort¨® Armada para replicarle: "No me hable de sus guardias, porque les conozco. He estado destinado en la direcci¨®n general".
En la segunda de las entrevistas, seg¨²n la declaraci¨®n del comandante Bonell, Armada portaba ya las condiciones de rendici¨®n de Tejero, Pardo Zancada y Camilo Men¨¦ndez, y el general firm¨® el pliego con esas condiciones. Se?al¨® el declarante que ¨¦l mismo copi¨® las condiciones a mano, ya que no hab¨ªa fotocopiadora, y Armada volvi¨® a firmar en aquella copia. Declar¨® que, a su juicio, Armada no es golpista. Sobre la supuesta presencia de Armada en la reuni¨®n de la calle Pintor Juan Gris, Bonell dijo que, al menos por la ma?ana, no estuvo.
Otra declaraci¨®n del ayudante de Armada rese?a que cuando el general Armada sali¨® de la sede del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, antes de entrar en el Congreso, estuvo en el hotel Palace, donde convers¨® con el general Aramburu y despu¨¦s se dirigi¨® al palacio de las Cortes.
Una vez all¨ª, agrega el relato del comandante, el segundo jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito se identific¨®. Dijo: "Soy Armada",, a lo que el teniente coronel Tejero respondi¨®: "S¨ª, ya le conozco". Miguel Bonell agrega que Tejero quiso que solo entrara en el Congreso el general Armada, pero este pidi¨® que se le permitiera el paso a su ayudante y Tejero lo acept¨®.
El comandante Bonell se?ala que ¨¦l, Armada, Tejero y el capit¨¢n de la Guardia Civil Enrique Bobis pasaron al interior del edificio y se dirigieron hacia una habitaci¨®n acristalada. El teniente coronel pidi¨® entonces al comandante Bonell y al capit¨¢n Bobis que le dejaran s¨®lo con Armada. Por esta causa, prosigue el ayudante del general procesado, tanto ¨¦l como el capit¨¢n Bobis no pudieron escuchar lo que hablaban, aunque vieron a trav¨¦s de la cristalera que realizaban varias llamadas telef¨®nicas. En un momento determinado Tejero sali¨® de la habitaci¨®n y le dijo a Bobis que se les ofrec¨ªa un avi¨®n para salir del pa¨ªs.
?No vienen de la Zarzuela?
Bonell asegur¨® que durante la reuni¨®n Armada-Tejero pasaron por las inmediaciones de la habitaci¨®n los capitanes Mu?ecas y Acera, a quienes observ¨® molestos, tristes y desanimados. Este comandante declar¨® tambi¨¦n que le dijo al capit¨¢n Bobis que con el asalto al Congreso les hab¨ªan dado una sorpresa, a lo que el oficial de la Guardia Civil respondi¨®: "No habr¨¢ sido tanto para Armada" Bonell, siempre seg¨²n su declaraci¨®n, contest¨®: "Tanto como para m¨ª", y entonces le replic¨® Bobis "Pero, ?no vienen de la Zarzuela?". Bonell dijo que no y el capit¨¢n coment¨®: "Otra vez el teniente coronel Tejero ......
El ayudante del general procesado manifest¨®, asimismo, que ignoraba la actitud de Armada durante el 21 de febrero de 1981, y coment¨® que el coronel Ib¨¢?ez, segundo jefe del Estado Mayor de la Capitan¨ªa de la III Regi¨®n Militar (Valencia), viaj¨® dos veces a L¨¦rida a ver a Armada, pero no pudo entrevistarse con ¨¦l, porque en la primera ocasi¨®n el general estaba reunido con el obispo y en la segunda apenas pudieron charlar un momento en los pasillos del Gobierno Militar, ya que Armada ten¨ªa que marcharse a Madrid, por haber sido nombrado segundo jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito. Sobre el almuerzo de Armada con el alcalde de L¨¦rida y el diputado socialista Enrique M¨²gica, el comandante declar¨® que el encuentro no estaba programado y que la invitaci¨®n le fue formulada en la ma?ana de aquel d¨ªa.
A continuaci¨®n el abogado de Armada solicit¨® la lectura de la declaraci¨®n prestada por el coronel Fernando Sancho Garc¨ªa, quien afirm¨® que el 23 de febrero de 1981 lleg¨® al Cuartel General del Ej¨¦rcito a las 22.30 horas y no vi¨® a Gabeiras ni a Armada.
Finalmente, el relator ley¨®, a petici¨®n tambi¨¦n del defensor del general Armada, la declaraci¨®n efectuada por el general Fernando Ortiz Cal. Este militar asegura que a las 16.30 horas del 23 de febrero del pasado a?o llam¨® al comandante Pardo Zancada a su despacho de jefe de regimiento de la Divisi¨®n Acorazada Brunete, en El Goloso. Ortiz Cil agrega que entonces comunic¨® a Pardo Zancada que ir¨ªa al cuartel general de la Divisi¨®n.
Cuando Ortiz lleg¨® al cuartel general estaba concluyendo la reuni¨®n mantenida por el general Juste y el general Torres Rojas con jefes y oficiales de la Divisi¨®n.
Ortiz Cal dijo en su declaraci¨®n que exigi¨® se le dieran las ¨®rdenes por escrito y que, cuando pregunt¨® qui¨¦n ordenaba la operaci¨®n, le contestaron que el Rey. Luego, en su despacho del regimiento, recibi¨® una llamada del capit¨¢n general de Madrid, a quien le dijo que las ¨®rdenes se las hab¨ªa dado Juste, que estaba en el cuartel general de la Divisi¨®n con Torres Rojas. Quintana le mand¨® que no salieran las unidades de la Divisi¨®n. Ortiz agrega que telefone¨® a Juste para contarle su di¨¢logo con el capit¨¢n general y Juste le dijo que cumpliera lo ordenado por Quintana.
Pasadas las 18 horas, el presidente del tribunal levant¨® la sesi¨®n hasta el pr¨®ximo lunes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Juan Carlos I
- Adolfo Su¨¢rez
- Declaraciones prensa
- 23-F
- Casa Real
- Monarqu¨ªa
- Gobierno
- Gente
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Juicios
- Administraci¨®n p¨²blica
- Proceso judicial
- Sociedad
- Justicia
- Golpes estado
- Transici¨®n espa?ola
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Historia
- Pol¨ªtica