Incompatibilidades para los parados
LOS RUMORES que atribuyen a F¨¦lix P¨¦rez Miyares, actual delegado del Gobierno en Andaluc¨ªa, varios ingresos remunerados con cargo a fondos p¨²blicos est¨¢n seguramente lastrados por la conocida tendencia a la exageraci¨®n que reina al sur de Despe?aperros. Sin embargo, tambi¨¦n en Madrid circulan asombrosas listas que, de confirmarse hasta en dosis rebajadas, demostrar¨ªan la prodigiosa capacidad de algunos pol¨ªticos y altos funcionarios para simultanear puestos oficiales al mismo tiempo o para figurar en diversas n¨®minas del sector p¨²blico sin necesidad de justificar otros servicios que la buena disposici¨®n para cobrar sus sueldos a fin de mes. Hasta tanto no se demuestre que los profesionales del poder y los miembros de grandes cuerpos de la Administraci¨®n P¨²blica gozan del don divino de la ubicuidad o de la virtud de multiplicar las veinticuatro horas del d¨ªa para consagrarlas al trabajo, los ciudadanos tendr¨¢n pleno derecho a sospechar que la en¨¦rgica resistencia del partido del Gobierno y de sus aliados a aprobar un r¨¦gimen de incompatibilidades claro y decente guarda relaci¨®n directa con los intereses materiales de diferentes sectores del grupo parlamentario centrista y del aparato del Estado, para quienes los presupuestos generales son fuente de inagotables recursos.La Comisi¨®n de Presidencia del Congreso resolvi¨® ayer, con los votos favorables de UCD, Coalici¨®n Democr¨¢tica y la minor¨ªa catalana y la significativa ausencia del PNV, dejar fuera del r¨¦gimen de incompatibilidades a los m¨¦dicos que prestan sus servicios al Estado y a la Seguridad Social en r¨¦gimen estatutario, situaci¨®n laboral a medio camino entre el contrato de trabajo y la condici¨®n de funcionario p¨²blico. El gesto para justificar tal decisi¨®n es que ya se sabe que muchos m¨¦dicos acostumbran a alternar sus consultas privadas no s¨®lo con el desempe?o de un trabajo remunerado por el sector p¨²blico sino con dos o mas n¨®minas de ese car¨¢cter. Tambi¨¦n se aduce que los ingresos de la medicina p¨²blica son escasos, omitiendo con esta verdad a medias el dato decisivo de que los hospitales y consultorios p¨²blicos constituyen para la mayor¨ªa de los m¨¦dicos un procedimiento no solo para madurar en el ejercicio de su profesi¨®n sino tambi¨¦n para revalorizar su nombre y aumentar su prestigio en funci¨®n de los honorarios de sus consultas privadas. Otro de los argumentos cuchicheados para amnistiar la irregularidad de que un profesional de la medicina atienda deprisa y corriendo varias consultas p¨²blicas, con quebranto de la atenci¨®n que merecen los enfermos, es que una aplicaci¨®n estricta del r¨¦gimen de incompatibilidad, que obligar¨ªa a los multiempleados a dejar algunos de sus traba os, debilitar¨ªa la cobertura sanitaria espa?ola . Ahora bien, los defensores del realismo y del mal menor con respecto a los doctores que monopolizan hospitales, dispensarios y consultorios sufragados con dinero p¨²blico tienen el deber de explicar a los miles y miles de licenciados de medicina parados las razones por las que el Gobierno colabora al engrosamiento de la bolsa del desempleo m¨¦dico, que fuerza a esos j¨®venes titulados a aceptar trabajos en r¨¦gimen de subarriendo o como negros de otros galenos multiempleados.
Para mayor sarcasmo, el ¨²nico esfuerzo sostenido y coherente desplegado hasta ahora por la Administraci¨®n P¨²blica en el terreno de la moralidad ciudadana frente al despilfarro ha sido la lucha contra el fraude en la percepci¨®n del subsidio de desempleo, cuesti¨®n que suscita la santa c¨®lera de la prensa bien pensante, tan abundante en asesores ministeriales o miembros de gabinetes de prensa de departamentos oficiales y empresas estatales que compatibilizan, sin rubor, esos trabajos con su oficio de periodistas presuntamente independientes. Es absolutamente censurable que los parados simultaneen la percepci¨®n del subsidio de desempleo con los ingresos que puedan obtener de los trabajos irregulares, sin alta en la seguridad social, que les ofrezcan los aprovechados de la econom¨ªa golfa o sumergida. Pero este abuso de los fondos p¨²blicos, que es preciso perseguir y castigar, resulta casi una chapuza en comparaci¨®n con la desenvoltura con la que algunos funcionarios abordan por flancos m¨²ltiples los presupuestos generales. La ley autoriza a los pluriempleados de lujo para cobrar como ministros, diputados, concejales, funcionarios, asesores de altos cargos y consejeros de empresas estatales, para hablar tan solo de algunas de las formas m¨¢s conocidas de entrar en pr¨®digo contacto con el tesoro, mientras que parece solo sancionar a los defraudadores del seguro de desempleo. La soluci¨®n, claro, no est¨¢ en tolerar tambi¨¦n este fraude, sino en castigar todos los otros igual o prioritariamente. La resistencia del partido del gobierno a establecer un r¨¦gimen de incompatibilidades digno y decente para la funci¨®n p¨²blica solo tiene una explicaci¨®n verdadera: a nadie le gusta ser incompatible consigo mismo. Lo que los diputados centristas que no quieran contribuir a este enfadoso embrollo tienen que preguntarse es durante cuanto tiempo van a ser a este paso compatibles con ellos sus electores.
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