La discreta desaparici¨®n del actor Antonio Casas
El actor espa?ol Antonio Casas falleci¨® recientemente en Madrid, sin que la noticia de su muerte se diera a conocer con la difusi¨®n que merec¨ªa la gran popularidad que alcanz¨® durante a?os este actor gallego, nacido en La Coru?a en 1911.
Antonio Casas fue un sobrio y eficaz actor cuyo reciente fallecimiento ha pasado inadvertido para los medios de comunicaci¨®n, para los espectadores. Somos un poco culpables de esa discreci¨®n, de ese anonimato, que no viene sino a se?alar, una vez m¨¢s, el modesto destino de estos actores del cine espa?ol, que reparten su talento a lo largo de espl¨¦ndidas filmograf¨ªas sin encontrar los beneficios de la popularidad. Son rostros habituales en las pantallas, incluso admirados, pero de los que muchas veces se ignora el nombre. Su destino es el de servir papeles secundarios, que pueden incluso hasta olvidarse en una valoraci¨®n general de la pel¨ªcula, pero sin los que ser¨ªa imposible conferirle aut¨¦ntica calidad.La callada c¨®lera que Patino imprimi¨® a sus Nueve cartas a Berta, por ejemplo, tuvo en el cuarteado rostro de Antonio Casas una traducci¨®n inteligente y tierna interpretando a aquel hombre enterrado en criterios pol¨ªticos caducos que no deja de sensibilizarse con la rebeli¨®n encarnada por su hijo. Como la tuvo tambi¨¦n el m¨¦dico provinciano de Nunca pasa nada, al que Bardem coloc¨® en la dif¨ªcil disyuntiva de dejarse seducir por la provocativa actriz que cruza en su vida o continuar agonizando en la monoton¨ªa familiar.
Casas dignificaba cuantos personajes le tocaron en suerte. Inici¨® su carrera cinematogr¨¢fica en los a?os cuarenta, cuando no se exig¨ªa el matiz ni el triunfo se originaba siempre por el trabajo hecho ante las c¨¢maras. Tuvo desde entonces una labor continuada, aunque tampoco fuera sencillo para un actor como ¨¦l estar presente en cuantos repartos merec¨ªa. Sus ¨²ltimos a?os no fueron f¨¢ciles.
Extendi¨® su mirada relajada por personajes de todo tipo, desde aquel Juan de la Cosa que acompa?aba a Col¨®n en Alba de Am¨¦rica hasta el amigo fiel del orgulloso don Lope de Tristana. No puede establecerse una constante en las pel¨ªculas que Casas interpret¨®, como no puede establecerse tampoco con las de otro buen actor secundario de cualquier pa¨ªs. Y en ello resid¨ªa precisamente una de sus virtudes: la capacidad para adaptarse a t¨ªtulos que nada tienen que ver entre s¨ª, pero a los que aportaba la seguridad profesional y la honestidad moral que le convirtieron en un ejemplo de sensibilidad y rigor.
Como en la mayor¨ªa de sus pel¨ªculas, ha desaparecido ahora discretamente.
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