Todo era desapacible
El viento, el fr¨ªo, los toros, todo era desapacible en la corrida inaugural. Los picadores, con sus lanzazos traseros, a¨²n eran m¨¢s desapacibles; alguno merece un cap¨®n. Gregorio T¨¦bar (antes El Inclusero) y El Macareno, a quienes rond¨® la cogida, lo pasaron mal. El p¨²blico tambi¨¦n lo pas¨® mal, y ahora est¨¢ a aspirinas.Lo de Guardiola, hoy Hern¨¢ndez, sali¨® tirando viajes. Toros cinque?os, no excesivamente grandes, con la seriedad y el trap¨ªo que exige esta plaza, hicieron pasar ratos de angustia a los toreros y a la afici¨®n atenta. Estremece recordar c¨®mo tom¨® el capote el segundo: en la primera embestida, un ga?af¨®n terrible; luego, otro, y al tercero, El Macareno que pierde la compostura y se arroja de cabeza al callej¨®n.
Plaza de Las Ventas
Corrida inaugural. 7 de marzo.Cinco toros de Jos¨¦ Hern¨¢ndez, cinque?os, con trap¨ªo, broncos. Quinto, sobrero, de San Rom¨¢n, bien presentado, flojo y manejable. Gregorio T¨¦bar: Dos pinchazos bajos y dos descabellos (silencio). Pinchazo, metisaca y media bajos y cinco descabellos (silencio). El Macareno: Pinchazo y media atravesada (silencio). Cuatro pinchazos y dos descabellos (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Jos¨¦ Luis Palomar: Media trasera (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada y cinco descabellos (silencio).
Los subalternos bregaron entre sobresaltos con este toro que sab¨ªa lat¨ªn, y su jefe, artista sevillano ¨¦l donde los haya, supo resistir como un legionario la tentaci¨®n de pas¨¢rselo por la faja. Claro que otra cosa habr¨ªa sido de locos. En su siguiente intervenci¨®n le cambi¨® la suerte y se encontr¨® con un sobrero m¨¢s apacible y noble, al que tore¨® con gusto. Plante¨® bien la faena, en los terrenos precisos, y consigui¨® series cortas de redondos y naturales, citando de frente. Aguantaba sereno las embestidas, acompa?aba con la cintura, corr¨ªa la mano, templaba en la circunferencia del pase, y lleg¨® a intercalar trincherillas y ayudados. Hab¨ªa calidad. No hab¨ªa continuidad, pues la romp¨ªa el toro, que era de condici¨®n tardo. Aunque no alcanz¨® el ¨¦xito, entre otras razones porque mat¨® fatal, El Macareno sigue con buen cartel.
Otro toro manejable fue el tercero, al que lidi¨® estupendamente Jos¨¦ Luis Palomar. Lo recibi¨® con recios lances a la ver¨®nica. Y quiso que el tercio de varas se hiciera a conciencia, con lo cual ofreci¨® el verdadero espect¨¢culo de la lidia, donde se pudo apreciar con exactitud la pujanza y la bravura del animal, que se arrancaba espectacularmente de largo, pero se iba suelto al sentir el castigo. Este tercio dio ocasi¨®n a los espadas a competir en quites. He aqu¨ª por qu¨¦ es fundamental el primer tercio y por qu¨¦ la afici¨®n exige que el nuevo reglamento contemple lo de las tres varas m¨ªnimas.
Palomar banderille¨® sin lucimiento y con la muleta cuaj¨® varias series de derechazos valentones. Una vez se ech¨® el enga?o a la izquierda, y el toro le peg¨® tal colada que de poco lo parte en dos. El enjuto diestro soriano se arrepinti¨® en el acto de su audacia y volvi¨® a los derechazos. Al sexto como era un inv¨¢lido, apenas le pudo torear. Y adem¨¢s hac¨ªa un fr¨ªo que pelaba. Para entonces, los de la arena y los de la piedra ten¨ªamos puestas nuestras ilusiones en el cafelito.
El peor lote le correspondi¨® al se?or T¨¦bar. Tore¨® bien de capa al que abri¨® plaza, y con la muleta intent¨® sacarle partido, sobre todo con la izquierda, pero sin resultado, pues le embest¨ªa incierto y con la cara alta. En el cuarto logr¨® algunos derechazos entre acosones, por no dar la adecuada distancia. Cuando resolvi¨® llevar el toro al tercio, instrument¨® tres redondos rematados con un torer¨ªsimo ayudado por bajo a dos manos que la afici¨®n no agradeci¨® demasiado. El ambiente era severo, que por algo est¨¢bamos en la primera plaza del mundo.
No hubo severidad para los picadores, que picaban trasero. Aquello, en vez de picar, era asesinar. Varias de las ca¨ªdas de los toros se debieron a esa carnicer¨ªa infame. Hubo puyazos que penetraban como barrenos, en mitad del espinazo, y algunos quedaban m¨¢s pr¨®ximos del rabo que del testuz. Alguien tiene que darles un cap¨®n a estos matarifes; si no, se van a cargar la fiesta con la facilidad con que dejan los toros para el arrastre.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.