Llamamiento del Papa por la paz en Guatemala
El Papa Juan Pablo II lanz¨® el domingo un llamamiento a favor de la paz en Guatemala. Como ya lo hizo el domingo pasado con el problema de El Salvador, el Papa abord¨® durante la oraci¨®n del ¨¢ngelus en la plaza de San Pedro, y ante 30.000 fieles, el candente problema de Guatemala, pa¨ªs donde se celebraban justamente ese d¨ªa elecciones presidenciales y legislativas.Juan Pablo II habl¨® de Guatemala con acentos m¨¢s claros y expl¨ªcitos que de El Salvador, aunque tambi¨¦n esta vez "sin hacer un an¨¢lisis de la situaci¨®n que indique cu¨¢les son los verdaderos motivos del drama de aquel pa¨ªs", como los se?alaba ayer la Prensa de izquierdas italiana.
El Papa afirm¨® que deseaba hacer una menci¨®n especial "al querido pueblo de Guatemala, tan gravemente afectado por las crecientes tensiones y por una lucha fratricida que sofoca sus justas y leg¨ªtimas aspiraciones a una convivencia civil y pac¨ªfica y a un progreso ordenado".
Juan Pablo II record¨® las intervenciones de los obispos guatemaltecos, que "han manifestado", dijo el Papa, su condena "de la Inseguridad que oprime la vida de la naci¨®n y elevado la voz contra las injusticias sociales y contra la violencia, que no ha ni siquiera evitado a la Iglesia, con el asesinato o el secuestro de sacerdotes y de religiosos o religiosas".
A rengl¨®n seguido, el Papa dio cifras sobre la violencia que asola Guatemala: treinta muertos y diez secuestros al d¨ªa, treinta sacerdotes asesinados en los ¨²ltimos tiempos y noventa expulsados, treinta centros de formaci¨®n religiosa cerrados y la Biblia prohibida como un "libro subversivo y revolucionario".
Citando de nuevo a los obispos guatemaltecos, el Papa dijo: "La Iglesia pide con vehemencia, en nombre de Dios, que se acabe con esta horrible pesadilla de muerte y de destrucci¨®n... Las ideas no se imponen ni se vencen con la ametralladora, sino, m¨¢s bien, con conceptos e ideas superiores, y la ¨²nica fuerza que destruye el terror es la verdad, como la ¨²nica fuerza que destruye el odio es el amor".
Juan Pablo II concluy¨®: "La Iglesia, a pesar de todo, persevera en una actitud de di¨¢logo franco y sincero".
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