Una ¨¦tica laica para Euskadi
S¨ªntomas de la crisis moral que padece la sociedad vasca los encontramos por todas partes: insolidaridad del conjunto de la sociedad respecto a los parados, la tortura, la insensibilidad e insolidaridad ante la muerte. Pero donde de manera m¨¢s espectacular y gr¨¢fica se muestra esta crisis de moral es, evidentemente, en la existencia de la violencia pol¨ªtica.Por un lado, en la pr¨¢ctica de la tortura. Quienes hemos sido torturados en las comisar¨ªas sabemos que la tortura no se emplea, o no se emplea fundamentalmente, como un arma para conseguir informaci¨®n de los detenidos, sino como un modo de cebarse en la presa cobrada, de golpear s¨¢dicamente al detenido para demostrarse a s¨ª mismo que la v¨ªctima no es una persona, sino un enemigo, alguien con el que se est¨¢ en guerra. El franquismo y la ideolog¨ªa del imperio, con una idea cerrada y excluyente de lo espa?ol, es la que sustenta a esta pr¨¢ctica.
Por otro lado, la violencia pol¨ªtica organizada clandestinamente -y me refiero a ETA, claro est¨¢, y no a la que practica espor¨¢dica y espont¨¢neamente un grupo de trabajadores en piquetes contra esquiroles-, conviviendo con organizaciones democr¨¢ticas y entrecruz¨¢ndose con ellas, es el dato que, a mi parecer, muestra mejor la crisis de la moral y de la cultura en la sociedad vasca. Y, a su vez, la imperiosa necesidad de una moral laica, de una ¨¦tica para la convivencia.
El sustrato no clarificado
La crisis de moral viene provocada por la pervivencia, en un sector mayoritario de la poblaci¨®n, de ideolog¨ªas o aspectos ideol¨®gicos no adecuados ni acordes con la realidad actual del pueblo vasco. Ideolog¨ªas que, como el nacionalismo, el marxismo y el cristianismo, s¨®lo pueden tener validez en la medida en que eliminen precisamente estos aspectos tergiversadores de la realidad.
El nacionalismo vasco es hoy mayoritario, como se refleja en el Parlamento vasco. Pero la ideolog¨ªa que le cohesiona no persigue convertirse en un proyecto de sociedad para todos los vascos, sino que aspira ¨²nicamente a legitimar su pol¨ªtica de resistencia, de oposici¨®n a la asimilaci¨®n, t¨ªpica de un estadio en el que el nacionalismo era minoritario y perseguido, pero que no concuerda con la realidad actual de partido mayoritario al frente del Gobierno aut¨®nomo y, por tanto, colaborando con el poder central.
Hay un sustrato noi clarificado en el nacionalismo que impide el surgimiento de una moral laica. Es la idea de que Euskadi est¨¢ en guerra con Madrid. Esta idea era repetida hasta la saciedad por Telesforo Monz¨®n, pero tambi¨¦n, en actos como la inauguraci¨®n de los batzokis, por conocidos dirigentes actuales del PNV. Y el dato significativo consiste no tanto en que alguien lo diga, sino, sobre todo, en que muy pocos nacionalistas se atrever¨ªan a negarlo.
En la medida en que el nacionalismo no es un proyecto para todos los vascos, impide la consolidaci¨®n de una ideolog¨ªa nacional y, por tanto, de una ¨¦tica laica para la sociedad, de un c¨®digo de comportamientos y normas de juego v¨¢lidas y asumible por el conjunto de los ciudadanos vascos.
Por otro lado, tambi¨¦n la crisis del marxismo ha venido a complicar el problema, impidiendo el surgimiento de una ¨¦tica laica. Porque tambi¨¦n hay dentro de la tradici¨®n marxista una corriente que considera que el mundo est¨¢ en guerra. Una guerra que estall¨® en 1917 y que atraviesa a todos los pa¨ªses capitalistas, donde dos clases antag¨®nicas se enfrentan violentamente.
Esta idea, m¨¢s o menos matizada, tiene bastante arraigo, ya que el marxismo ha dejado de lado el debate sobre la moral que se desarroll¨® hasta hace sesenta a?os, sobre todo por los austromarxistas, y ha seguido el camino de Luckas, seg¨²n el cual, los actos son en s¨ª morales o inmorales seg¨²n que, en el marco de la historia universal impulsen o no la revoluci¨®n proletaria. Esta concepci¨®n parte de una idea de revoluci¨®n inspirada en ciertas interpretaciones de 1917 y 1789 que, a mi entender, son hoy y aqu¨ª rechazables. Su eje central radica en el modelo seg¨²n el cual la revoluci¨®n pol¨ªtica es realizada por una minor¨ªa que toma el poder utilizando cualesquiera medios, para luego, desde el poder, realizar la transformaci¨®n econ¨®mica y la transformaci¨®n cultural.
Guerra y cristianismo
El modelo marxista contrapuesto a ¨¦se es el que pone el acento en la transformaci¨®n de la sociedad por la revoluci¨®n de la mayor¨ªi, de un modo consciente y participativo, y bajo el principio de que los medios determinan y prefiguran a los fines. Esta estrategia implica que, ya desde hoy, y no s¨®lo cuando la izquierda tenga el poder politico, se realice la lucha pol¨ªtica, econ¨®mica, ideol¨®gica, cultural y moral a trav¨¦s de un camino y de unos medios que se adecuen a los fines perseguidos y se inspiren en los mismos.
En consecuencia, si el socialismo es un estadio m¨¢s avanzado que la sociedad actual, tambi¨¦n en el terreno moral, obliga a los partidos que lo defienden a actuar de acuerdo con esa concepci¨®n ¨¦tica m¨¢s elevada y a actuar en el seno de la sociedad civil desde la perspectiva permanente de transformar y elevar la moral imperante. Esta ¨¦tica de la izquierda debe generar un nuevo humanismo que excluya la explotaci¨®n, pero tambi¨¦n la marginaci¨®n, la opresi¨®n y, en positivo, que vaya instaurando un nuevo tipo de relaciones humanas.
Por fin, el cristianismo, tan enraizado en nuestra sociedad y tan imbricado con el nacionalismo vasco desde sus or¨ªgenes para aportarse un apoyo rec¨ªproco, ha contribuido, aunque pudiera parecer parad¨®jico, a la actual crisis de moral que padecemos.
El sustrato de la lucha ideol¨®gica reforma-contrarreforma, jansenismo-jesuitismo, con la subsiguiente introyecci¨®n del puritanismo, ha contribuido, por una parte, a la mitificaci¨®n de la integridad, que f¨¢cilmente degenera en el integrismo, cuyo exponente en las ra¨ªces carlistas del actual nacionalismo vasco es evidente, y, por otra parte, la reacci¨®n, sobre todo en la juventud, frente a ese f¨¦rreo modelo moral opresivo y represivo, ha llevado a la desorientaci¨®n respecto a las pautas de comportamiento. Las guerras de religi¨®n, aunque explicadas en el fondo por m¨®viles econ¨®micos, han sido justificadas, en su tiempo, por una ideolog¨ªa religiosa que antagoniza al grupo de los creyentes frente a los otros, los paganos, id¨®latras o herejes. Incluso en las formulaciones modernas y progresistas de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, que tanto han contribuido a la colaboraci¨®n entre ciristianos y marxistas, sobre todo en Indoam¨¦rica, se sigue advirtiendo la instrumentalizaci¨®n ideol¨®gica: no es tanto el pueblo, sino Dios mismo, quien lucha a trav¨¦s de ¨¦l.
No es extra?o que predomitien las im¨¢genes heterotestamentar¨ªas, y en el centro el ¨¦xodo, con un Mois¨¦s-caudillo guiado por la nube, en guerra con egipcios y cananeos. Tampoco, en la historia del cristianismo, se consigue liberarse del tema de la guerra, como si fuese un mito universal que da sus dentelladas en todas las corrientes ideol¨®gicas que atraviesan todas las culturas y todas las civilizaciones. Y en la guerra se pierde la moral porque el instinto de conservaci¨®n pasa por encima de toda norma de convivencia.
Frente a estos aspectos alienantes de las ideolog¨ªas que forman el entramado de la sociedad vasca, la izquierda tiene la responsabilidad y la apasionante tarea de mostrar con su comportamiento las pautas de un tipo de convivencia normalizada adecuada a la realidad actual y que lleve en su germen el tipo de relaciones que propugna para la sociedad futura en la que sue?a y por la que lucha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.