Bobby Chac¨®n, la tragedia como estimulante
Dos d¨ªas despu¨¦s de que su mujer se suicidase, Bobby Chac¨®n, de 31 a?os, chicano y ex campe¨®n mundial del peso pluma, se deshizo de la promesa del boxeo norteamericano Juan Salvador Ugalde en el tercer round de un combate que los cr¨ªticos han calificado de suicida. Valorie Chac¨®n se hab¨ªa disparado un balazo en la sien el pasado lunes, cuando supo que su marido no cumplir¨ªa su promesa de abandonar el pugilismo. El mi¨¦rcoles, en Sacramento (Estado de California), Bobby, que hab¨ªa perdido su ¨²ltima pelea por knock-out y era un hombre-trampol¨ªn para las j¨®venes figuras del boxeo, destroz¨® contra todo pron¨®stico a Ugalde y a los apostadores. A continuaci¨®n declar¨® a los periodistas que piensa seguir peleando.
Como muchos compatriotas, Bobby Chac¨®n hab¨ªa hecho un viaje opuesto al que sol¨ªan hacer los cuatreros y los ladrones de bancos de La Uni¨®n despu¨¦s de un mal golpe: hab¨ªa cruzado la frontera de M¨¦jico y se hab¨ªa ido al pa¨ªs del Norte, huyendo de otros perseguidores dif¨ªciles de burlar, principalmente la pobreza y la ambici¨®n. Trat¨¢ndose de pelear por dinero, no hab¨ªa una moneda comparable al d¨®lar.Poco despu¨¦s Bobby Chac¨®n era ya un kamikaze m¨¢s en el nutrido ej¨¦rcito de chicanos y buscadores de fortuna. Como sus colegas, ten¨ªa en el ring el terrible m¨®vil de la venganza: un boxeador que ha pasado hambre pega como un hambriento y, sobre todo, pega hasta que se apaga la luz. El problema es que los boxeadores, como los barcos de guerra, se deterioran con los ca?onazos.
Bobby, a pesar de todo, estaba entre los elegidos: fue despachando puntualmente a puertorrique?os, suramericanos, y a toda clase de ap¨¢tridas y chicos fuertes del barrio. Despu¨¦s de completar un largo repertorio disput¨® el t¨ªtulo mundial. Lo gan¨® por paliza.
Sin embargo, un a?o despu¨¦s perdi¨® el campeonato. Acabado el combate, lleg¨® a su casa y descubri¨® que ten¨ªa una mujer, Valorie, y tres hijos, y descubri¨® tambi¨¦n que era un ex campe¨®n o, mejor dicho, un ex millonario, un ex joven y un ex hambriento. Era un don nadie. Luego, los promotores le dijeron "Est¨¢s listo, Bobby", su mujer le dijo "Escapa a toda prisa, Bobby" y los tres ni?os dijeron "Qu¨¦ mirada tan extra?a tiene ¨²ltimamente pap¨¢".
Al poco tiempo, le propusieron pelear con Rub¨¦n Olivares, El gallo de Oro de los mexicanos. Rub¨¦n le clav¨® bien los espolones, y Bobby volvi¨® a casa con 150.000 d¨®lares libres de impuestos. Luego pele¨® con El alacr¨¢n nicarag¨¹ense Alexis Arg¨¹ello. Alexis le clav¨® bien el aguij¨®n, y, Bobby volvi¨® a casa con unos 100.000, impuestos incluidos. Luego, todos le clavaron algo, y cada d¨ªa regresaba a casa con menos d¨®lares, y qu¨¦ mirada ten¨ªa ¨²ltimamente Bobby. "Tranquil¨ªzate, Valorie: te juro que este ser¨¢ mi ¨²ltimo a?o". Al poco tiempo, los juramentos no ten¨ªan ning¨²n sentido.
Fuera del ring, el juego de piernas no sirve para nada: un boxeador nunca es tan r¨¢pido como el talonario de los promotores. "Oye, Bobby: 20.000 por diez asaltos con el chico de Alabama; oye Bobby: 15.000 con... Y as¨ª, sucesivamente. Por pelear con la joven promesa Juan Salvador Ugalde le ofrecieron 6.000.
Y acept¨®. Nunca lo hab¨ªa dicho en voz alta, pero, como muchos ex campeones, ¨¦l no combat¨ªa para ganar dinero, sino para verse all¨ª, en mitad de todo el mundo, levantando el brazo; para recordarse tal como era cuando pod¨ªa romperle un hueso a cualquiera por un bocadillo. Valorie lo ve¨ªa encogerse, deformarse, convertirse en un gui?apo. Cuando no pudo m¨¢s y supo que nunca conseguir¨ªa convencerle de que dejara todo aquello, le dijo "No soporto m¨¢s esta situaci¨®n: si sigues en el boxeo, me pego un tiro". El lunes pasado, Bobby fue al gimnasio a ultimar su preparaci¨®n para Ugalde. A la misma hora, Valorie se fue al trastero, descolg¨® el rifle del veintid¨®s y se hizo un disparo en la sien. De vuelta a casa, Bobby la encontr¨® muerta en la cama. Los ni?os estaban alrededor.
Sorprendentemente, esta vez Bobby no jur¨® nada. Se limit¨® a descolgar el tel¨¦fono y a preguntar c¨®mo estaban las apuestas. "A favor del otro, como siempre", le dijo el corredor. Los cr¨ªticos no se lo explican: primero resisti¨® los golpes, y luego destroz¨® a Ugalde con resignaci¨®n, como se rompe una carta que trae muy malas noticias. Cuando quiso darse cuenta, Bobby hab¨ªa vuelto a ser ¨¦l mismo.
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