'La poesia es una fiesta', para Claudio Rodr¨ªguez
Los poetas del 50 leen sus obras en p¨²blico
"Para m¨ª la poes¨ªa es una fiesta, entre otras cosas", dijo Claudio Rodriguez, en medio de la cordialidad de unas palabras de aproximaci¨®n a su obra. Y consigui¨® hacer de la sesi¨®n po¨¦tica, organizada por la sede en Espa?a de Hamilton College, y en la que interven¨ªan, adem¨¢s, Jaime Ferr¨¢n y Carlos Bouso?o, poetas que podr¨ªan identificarse con la generaci¨®n del 50, un acto desarropado de cualquier empaqpe acad¨¦mico.Abri¨® la tarde de poes¨ªa la participaci¨®n de Ferr¨¢n, poeta frecuente e injustamente olvidado, siempre dispuesto a tributar un homenaje: sus primeras palabras estuvieron dedicadas al recuedo de Ezra Pound como alumno de Hamilton College y vendr¨ªan despu¨¦s sus versos, ofrecidos al genial poeta -traducido y estudiado por Ferr¨¢n- desde las cercan¨ªas de su veneciano cementerio marino. Jaime Ferr¨¢n, que acaba de publicar sus Cantos irlandeses, se singulariz¨® respecto de sus compa?eros por la lectura de poemas in¨¦ditos "que han ido y venido conmigo, durante a?os, por el Atl¨¢ntico". Desempolv¨® sus viejos manuscritos en aquella mesa donde los tres poetas -profesores de Hamilton los tres- involucraban constantemente al p¨²blico en su aventura; hablaban entre ellos a veces y no se sab¨ªa bien si pasaban una prueba en la que los asistentes form¨¢bamos tribunal o eran ellos los j ueces en una sala con aspecto de capilla luterana- el ¨®rgano a un lado, las fundadoras yanquis erguidas en sus retratos- o acaso biblioteca de peque?o college de Nueva Inglaterra. En cualquier caso, aquella es una casa -Miguel Angel, 8, antigua sede de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza- de la que siempre ha sido amigo fiel Vicente Aleixandre. Y Jaime Ferr¨¢n, aprovech¨® la ocasi¨®n para desvelar sus recuerdos de los domingos en VelIntonia, fijados en versos por los que pasan Alfonso Costafreda y Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y su hom¨®nimo Bouso?o, junto a Aleixandre. Y no se detuvo ah¨ª, sino que invit¨® a sus acompa?antes de fiesta a completar el homenaje a nuestro premio Nobel, a quien, por cierto, Rodr¨ªguez y Bouso?o bajaron al jard¨ªn con Sirio, el perro. "Ale¨ªxandre ha tenido tres perros con, el mismo nombre", aclar¨® Bouso?o.
Claudio Rodr¨ªguez ley¨® su Perro de poeta -"estrella que all¨¢ brilla con encendidas fauces"- y despert¨® la risa con estos versos: "No ladraste a los ni?os ni a los pobres / sino a los malos poetas, cuyo tufo/ ol¨ªas desde lejos, fino rastreador".
Pero la l¨ªnea del homenaje, trazada desde el principio por Ferr¨¢n, no fue la ¨²nica ni la principal de la celebraci¨®n po¨¦tica, y un momento importante del acto lo constituy¨® la intervenci¨®n de Claudio Rodr¨ªguez -"Para m¨ª la poes¨ªa es salvaci¨®n y es celebraci¨®n"- que consigui¨® convertirse en la estrella de la tarde, evocar su amor por lo cotidiano y, en un alarde de campesino mesetario que bromea con las aulas y cuyo talento se advierte en su propia iron¨ªa, termin¨® ri¨¦ndose a carcajadas de la alegor¨ªa dis¨¦mica, la risa contagiada a la sala y al mismo Carlos Bouso?o.
El ¨²ltimo en intervenir fue Carlos Bouso?o. El te¨®rico y cr¨ªtico ejerci¨® menos como tal que en otras ocasiones. Apenas tuvo tiempo de acusarse de "delito estr¨®fico" -"Mi generaci¨®n empez¨® con poes¨ªa estr¨®fica"- y de leer, por ejemplo, un soneto, lejos de incurrir ahora en composiciones de este tipo.
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