Las marcas
Uno, cuando concede una entrevista, s¨®lo accede, como mucho, a hacer publicidad de s¨ª mismo, o de muertos que ya no molestan, aunque est¨¦n vivos, como Quevedo, pero ahora se ha inventado, por lo que veo y leo, la entrevista de las marcas, una cosa que, con precaria apariencia de test, quiere hacernos confesar nuestras preferencias en tabaco y calzoncillos, no por lo que se refiere a estilos o sabores, sino a marcas crudamente comerciales.Me llaman de una radio pregunt¨¢ndome por los mejores modistos espa?oles del momento. No me pongo. Observo que la entrevista comercial/gratuita, en esta nueva modalidad que ha sustituido la pregunta sobre el de d¨®nde venimos y ad¨®nde vamos por las preguntas sobre marcas comerciales, es una cosa que prolifera. La publicidad me parece buena y bonita para que la hagan otros. Yo no es que la rechace por razones ¨¦ticas: es que ya tiene uno bastante cruz con propagarse a s¨ª mismo. El dinero -millones- que me tienen ofrecido por champanes, caf¨¦s y cosas, que se lo manden a la madre Teresa, esa que hab¨ªa, si es que sigue. O a los dominicos de Alcobendas, que al parecer, me he convertido en su albigense o enemigo hist¨®rico, y me hacen saber por tercero que quinientas p¨²as en misas -las quinientas p¨²as que ellos me mandaron- no dan para nada al cambio celestial. Me llaman de una revista de Jos¨¦ Mar¨ªa I?igo para hacerme una entrevista de marcas, o sea, nuevo periodismo:
-?Su marca de reloj?
-Un patat¨®metro de mi abuelo que todav¨ªa anda.
-?Su vino?
-El aguardiente de guindas de mi abuela, que todav¨ªa tenemos en casa la frasca y a veces le tiro un viaje, para la faringitis, mayormente.
-?Su tabaco?
-A veces fumo, pero no tabaco.
-?Cigarros puros?
-Los cigarros puros tambi¨¦n son tabaco, se?orita.
Pero la se?orita se ve que es un poco lentorra.
-?Su coche?
-Quince mil. Todos los taxis de Madrid, que adem¨¢s el taxista. es un t¨ªo sano y legal a tope.
-?Perfumes?
-Los de mi se?ora y los de mis amigas. Siempre que cazo un bolso femenino me echo encima todos los diores y santlaurents. Tambi¨¦n robo los bruts, rochas y aguas bravas y sauvages de los aviones. Ya que suelo viajar invitado, hay que amortizar el billete.
La se?orita parece que se ha entretenido, pero evidentemente no es esto lo que esperaban de ella. Est¨¢ claro que los nuevos entrevistadores hacen un estudio de mercado previo entre los vips, digamos, y cuando han ligado trescientos famosos a una marca, imagino, que no tienen m¨¢s que pasar por caja. Esto no es sino la nueva picaresca del viejo periodismo, y a m¨ª me divierte m¨¢s que otra cosa, sobre todo porque desv¨ªo el marketing hacia el juego. Lo que me inquieta es lo que dec¨ªa Marcuse: "El hombre se reconoce en sus objetos". Ya no le preguntan a uno por el sensitivo tejido de sus melancol¨ªas, que era lo de siempre, sino por la colonia que usa. En los horribles best-sellers, el protagonista est¨¢ definido por su coche y, su tabaco. Luego, el marketing, sociol¨®gico, apretando m¨¢s, ya ni siquiera pregunta si uno prefiere el perfume suave o fuerte, sino qu¨¦ perfume. La psicolog¨ªa se ha deteriorado en marketing. Hasta hay, un marketing para vender psicolog¨ªa, empezando por Freud. Tengo escrito aqu¨ª.que, antes de que: triunfase la democracia de las ideas, ya hab¨ªa triunfado entre: el personal la plural democracia de las cosas. Pero que no nos obliguen, encima, a anunciarlas.
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