El ministro de Defensa brit¨¢nico declarar¨¢ zona de guerra un espacio de 200 millas en torno a las islas Malvinas
Mientras el Reino Unido intensificaba su ofensiva diplom¨¢tica, el debate de emergencia en la C¨¢mara de los Comunes sobre el conflicto de las islas Malvinas se convirti¨® ayer en un inconcluso juicio contra la primera ministra, Margaret Thatcher, a la que los laboristas acusaron de haber cometido un "monumental error de juicio". El ministro brit¨¢nico de Defensa, John Nott, anunci¨® durante el debate que Gran Breta?a declarar¨¢ "zona de guerra" un espacio de 200 millas en torno a las Malvinas a partir del 12 de abril.
El nuevo jefe de la diplomacia brit¨¢nica, Francis Pym, explic¨® los grandes rasgos de la campa?a diplom¨¢tica brit¨¢nica, pero afirm¨® que "el Reino Unido no transige frente a los dictadores". Pym, apoyando la v¨ªa de la negociaci¨®n, se?al¨® que "si ¨¦sta fracasa, ya saben los argentinos lo que pueden esperar..., y al final puede que s¨®lo sea la fuerza lo que comprendan". Oficialmente, el Reino Unido sigue exigiendo la retirada de las tropas argentinas de las Malvinas antes de comenzar a negociar una soluci¨®n que en cualquier caso no ir¨ªa contra la voluntad de los isle?os.Pym declar¨® que se usar¨¢ la fuerza si fracasan las negociaciones para liberar a las Malvinas y volverlas a poner bajo administraci¨®n brit¨¢nica. ?Administraci¨®n o soberan¨ªa? La cuesti¨®n no qued¨® clara en el enfrentamiento entre Thatcher y el ex primer ministro James Callaghan, y puede constituir la base de las propuestas de negociaci¨®n que ayer noche trajo a Londres el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig.
La cuesti¨®n forz¨® la inesperada intervenci¨®n de Margaret Thatcher en este tenso debate; pero, aunque la primera ministra defendi¨® la soberan¨ªa brit¨¢nica de las islas, no aclar¨® qu¨¦ es lo que se trataba de restaurar. Callaghan no quiso insistir. El socialdem¨®crata David Owen, tampoco, pues hablar de "administraci¨®n" es abrir la v¨ªa a una soluci¨®n diplom¨¢tica.
La mediaci¨®n de Haig ser¨¢ crucial, y podr¨ªa basarse en la propuesta de un arrendamiento al Reino Unido de las Malvinas, que caer¨ªan formalmente bajo soberan¨ªa argentina, un proyecto que los habitantes de las islas hab¨ªan rechazado meses atr¨¢s.
En estos momentos, con la flota brit¨¢nica en camino hacia las Malvinas, los laboristas no quieren provocar la dimisi¨®n de Thatcher, pero tampoco darle un cheque en blanco.
El laborista Denis Healey se refiri¨® a amenazas contra otras colonias brit¨¢nicas, como Hong Kong y Gibraltar. Healey apunt¨® las dificultades de un desembarco en las islas, se?alando que sus habitantes no piden "la paz del cementerio ".
El tema de Gibraltar volvi¨® a salir a lo largo del debate, y desde ambos lados de la C¨¢mara se defendieron los derechos de los gibraltare?os a decidir su propio destino. Se llam¨® sin embargo la atenci¨®n sobre la falta de paralelismo entre el caso de las Malvinas y el de Gibraltar. Sobre este ¨²ltimo problema dijo un diputado que "estamos negociando con un Gobierno civilizado de un pa¨ªs que se encuentra a las puertas de la OTAN y de la CEE... No se trata de un Gobierno fascista".
En el debate se mencion¨® repetidas veces la idea de que no ser¨¢ necesaria tiha presencia naval brit¨¢nica en el Atl¨¢ntico Sur despu¨¦s de que, de un modo u otro, se resuelva este problema, implicando as¨ª que, a medio plazo, la soberan¨ªa de las Malvinas recaer¨¢ en Argentina.
Londres ha conseguido por el momento el apoyo verbal de la CEE y un embargo de armas a Argentina por parte de Francia, la Rep¨²blica Federal Alemana, Holanda, Canad¨¢, Suiza y Austria. El Reino Unido pide presiones econ¨®micas sobre Argentina y el Foreign Office insiste en que se trata de presiones y no de sanciones.
El Gobierno brit¨¢nico apoya sus acciones diplom¨¢ticas y militares en la resoluci¨®n 502 aprobada el s¨¢bado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El Foreign Office no esconde las enormes dificultades con que se enfrentar¨ªa para lograr unas sanciones formales contra Argentina en las Naciones Unidas, prefiriendo, por el contrario, presiones bilaterales.
Seg¨²n se h¨¢ se?alado oficiosamente en Londres, el Gobierno brit¨¢nico a¨²n no ha completado informes detallados sobre las opciones militares que contempla en el Atl¨¢ntico Sur, a pesar de las especulaciones en la Prensa. El bloqueo naval de Argentina es una posibilidad, pero el espectro de un barco sovi¨¦tico en la zona para buscar el ansiado grano argentino es una posibilidad de muy delicadas consecuencias.
El debate en los Comunes, cargado de emociones mal controladas, dividi¨® a ambos sectores de la C¨¢mara. En los esca?os conservadores se habl¨® de "verg¨¹enza, pena y humillaci¨®n". Entre los bancos de la oposici¨®n se produjo un enfrentamiento entre David Owen y el l¨ªder de la izquierda laborista Tony Benn, que no apoy¨® el env¨ªo del destacamento naval brit¨¢nico e insisti¨® en saber si ¨¦ste llevaba armas nucleares. Se qued¨® sin una respuesta que probablemente hubiera sido negativa.
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