La soluci¨®n de los problemas de Standard precisa la planificaci¨®n conjunta de ITT, Gobierno y Telef¨®nica
Los problemas de las empresas espa?olas de ITT no tendr¨¢n una soluci¨®n firme y duradera mientras no se entable una negociaci¨®n seria sobre el futuro del sector de las telecomunicaciones en nuestro pa¨ªs en la que participen, junto a la multinacional y sus trabajadores, la compa?¨ªa Telef¨®nica y la Administraci¨®n". A esta conclusi¨®n llegaron ayer, tras la multitudinaria manifestaci¨®n del jueves ¨²ltimo de los trabajadores de Standard, Marconi y Citesa, las diferentes fuentes sindicales y empresariales consultadas por este diario.
La nutrida concurrencia a esta manifestaci¨®n, que sorprende en una ¨¦poca de desmovilizaci¨®n sindical en la que convocatorias m¨¢s amplias han resultado un fracaso, ha puesto de manifiesto que no se trata de un conflicto com¨²n (reivindicaciones salariales o reducciones de plantilla). Los propios sindicatos reconocen el sobredimensionamiento de las plantillas de Standard, Marconi y Citesa, y son conscientes de que el futuro de las telecomunicaciones pasa por radicales cambios cuantitativos y cualitativos de la mano de obra. Las razones de su intransigencia a los planes de reducci¨®n de plantillas de ITT, seg¨²n afirman, radican en la improvisaci¨®n y unilateralidad de los mismos.Fuentes empresariales del sector ajenas a Standard coinciden en buena parte con la tesis de los sindicatos. "El problema de Standard, Marconi y Citesa es una patata caliente que se est¨¢n pasando unos a otros. ITT se la pasa directamente a sus trabajadores e indirectamente a la Administraci¨®n y a Telef¨®nica. La Administraci¨®n, para fortalecer su posici¨®n ante las pretensiones de la todopoderosa multinacional, observa interesada -ha retrasado por defectos de forma el expediente de regulaci¨®n- las acciones de los sindicatos. La compa?¨ªa Telef¨®nica, que es a¨²n tiempo propietaria del 21% de las acciones de Standard y el principal cliente de la misma, trata de mantenerse al margen cuanto puede y de salvar la cara garantizando unos m¨ªnimos de compras y absorbiendo parte de los trabajadores sobrantes".
"Unos por otros y la casa sin barrer", diagnosticaban en frase gr¨¢fica las citadas fuentes empresariales. "Mientras la Administraci¨®n consienta que la Telef¨®nica, que monopoliza la mayor parte de las compras del sector y participa en las principales industrias de telecomunicaci¨®n, act¨²e por libre y sin pr¨¢cticamente dar cuenta a nadie no habr¨¢ soluci¨®n duradera. ITT, por otra parte, no puede planificar su futuro a medio plazo con la espada de Damocles de las decisiones que sobre el mercado interno pueda adoptar el presidente de turno de la Telef¨®nica. Y la Administraci¨®n, incapaz de meter en vereda a Telef¨®nica y consciente del poder de ITT, en vez de afrontar la crisis del sector y acometer su reconversi¨®n como est¨¢ haciendo, en otros sectores industriales, trata exclusivamente de que esta situaci¨®n le engrose lo menos posible las estad¨ªsticas de paro y le cueste (en cr¨¦ditos baratos y desgravaciones fiscales) lo menos posible".
En este marco, a?aden las fuentes, ITT trata de sacar la mayor tajada posible a la Administraci¨®n, cobrarle confortablemente a Telef¨®nica las l¨ªneas que le suministra y dar una imagen p¨²blica de desinter¨¦s propio y de servicio al pa¨ªs. Telef¨®nica, que atraviesa una crisis coyuntural (ca¨ªda de la demanda) y otra estructural (elevad¨ªsimos costes de financiaci¨®n), enfrenta la tecnolog¨ªa americana ITT de su filial Standard a la sueca Erickson de su filial Intelsa y, entre una y otra, preserva celosamente su independencia y su hegemon¨ªa sobre la fabricaci¨®n y sobre los servicios. El resto del sector, aquellas empresas no vinculadas a Telef¨®nica, malviven de las migajas de un pastel -las compras de telecomunicaci¨®n- cada vez m¨¢s reducido. La ceremonia de la confusi¨®n en que est¨¢ sumido este sector, se completa con la impotencia de los sindicatos, que tal vez inconscientemente est¨¦n contribuyendo a la misma o acaso porque no puedan hacer otra cosa. El problema pues, a juicio de los observadores, no es que no sobren hoy en el grupo ITT 3.000 trabajadores, sino que si no se arbitran otras medidas dentro de dos o tres a?os volver¨¢n a sobrar otros miles de trabajadores y el erario p¨²blico deber¨¢ nuevamente acudir en socorro de la todopoderosa ITT.
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