"El coraz¨®n de Jruschov estaba lleno de rencor"
El asesinado presidente egipcio Anuar el Sadat dedic¨® gran parte de sus art¨ªculos-memorias a relatar las relaciones entre Egipto e Israel y sus relaciones personales con los dirigentes de la URSS, que van desde la gran antipat¨ªa que le inspiraba Nikita Jruschov hasta su amistad con Alexei Ishelepin, presidente del Comit¨¦ sovi¨¦tico de Seguridad Interna.
Est¨¢bamos todos pegados a un transistor siguiendo el desarrollo de un acontecimiento excitante en Mosc¨². Era el verano de 1964 y estabamos en un sal¨®n de la casa de Nasser. Nasser escuchaba con atenci¨®n, profundamente concentrado; Tito en su estilo dram¨¢tica mente nervioso, sosten¨ªa un en cendedor en la mano y le daba vueltas mientras escuchaba.Supongo que todos los altos cargos de todo el mundo estaban siguiendo los dram¨¢ticos acontecimientos: el retrato de Nikita Jruschov hab¨ªa sido retirado de todos los sitios p¨²blicos de Mosc¨², pero hab¨ªan dejado los de los demas componentes del Politbur¨®. El Comit¨¦ Central del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa sido convocado inesperadamente en medio de las vacaciones de verano. Jruschov, el primer secretario del Comit¨¦, estaba de vacaciones en el mar Negro y no hab¨ªa sido convocado a la reuni¨®n.
De todos los que est¨¢bamos en el sal¨®n de Nasser, yo era el que estaba m¨¢s feliz por las noticias que est¨¢bamos escuchando. Sab¨ªa que todos los preparativos de la ca¨ªda de Jruschov eran obra de un amigo m¨ªo, Alexei Ishelepin, presidente del Comit¨¦ de Seguridad Interna.
Por su parte, Nasser estaba preocupado por el hecho de que Jruschov hab¨ªa concluido una visita a Egipto hac¨ªa s¨®lo unos d¨ªas, y durante su estancia hab¨ªa finalizado un acuerdo con Nasser que permit¨ªa a Egipto comprar armamento avanzado a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y obligaba a Rusia a contribuir a desarrollar la econom¨ªa egipcia.
Breznev a la cabeza
Finalmente lleg¨® la noticia de que Jruschov hab¨ªa sido destituido de todos sus cargos y de que iba a desempe?ar el poder una direcci¨®n colegiada, con Breznev como primer secretario general, Kosiguin como presiclente y Malenkov como jefe del Presidium.
Yo estaba encintado, en primer lugar, porque mi amigo Shelepin hab¨ªa sido la estrella que hab¨ªa provocado todo y adem¨¢s por mi propia relaci¨®n con Jruschov. Hab¨ªa calado su careta de rencor; no le ca¨ªa bien; y cuando hizo su visita a Egipto hice todo lo que pude para rehuirle. Era dado a un lenguaje duro y soez, lleno de maldiciones para todos los reg¨ªmenes que no abrazaban el comunismo.
Las dos excusas que emplearon para derrocarle fue su bochornoso comportamiento en Asu¨¢n y el fracaso de su pol¨ªtica agr¨ªcola.
El hecho es que, desde luego, ni Jruschov ni Breznev, ni ning¨²n otro dirigente comunista pod¨ªan resolver el problema agr¨ªcola sin realizar cambios radicales en su filosof¨ªa marxista. Esta filosofia ignora un hecho simple pero crucial. Que no se debe jam¨¢s nacionalizar la agricultura ni a los agricultores.
Pero, volviendo a la visita de Jruschov a Egipto, a donde hab¨ªa venido para celebrar una ocasi¨®n hist¨®rica: el cambio del curso del Nilo tras la terminaci¨®n de la primera fase de la gran presa de Asu¨¢n.
Nasser hab¨ªa invitado a la conmemoraci¨®n a cierto n¨²mero de dirigentes mundiales, entre otros Jruschov y el presidente Aref de Irak. Jruschov hizo un discurso en el estadio de Asu¨¢n y entreg¨® algunas medallas, con la curiosidad de que dio una al ch¨®fer del ingeniero de la presa, Osman Ahmed Osman, pero ninguna a Osman. Seg¨²n ¨¦l, Osman pertenec¨ªa a la burgues¨ªa y, por consiguiente, no merec¨ªa una medalla, a pesar de ser el presidente del Consejo Nacional que hab¨ªa construido la presa.
Tras esta ceremonia, Jruschov lanz¨® su primer ataque contra el presidente Aref.
Nasser y el mariscal de campo Amer se apresuraron para calmar a Jruschov tras su explosi¨®n, y la primera parte de las celebraciones pas¨® sin problemas. A continuaci¨®n, fuimos a Bernice, en el mar Rojo, donde estaba anclado el yate Siria, y decidimos pasar el d¨ªa pescando y dedic¨¢ndonos a otras actividades recreativas.
Pero en el curso de una reuni¨®n pol¨ªtica a bordo del yate, nos quedamos asombrados cuando o¨ªmos a Jruschov, de repente, y sin que viniera al caso, volver a empezar con sus insultos a Aref. Como he dicho anteriormente, el coraz¨®n de Jruschov estaba lleno de rencor, y cuando el rencor domina a una persona, ¨¦sta se hace extremadamente peligrosa.
Aref no se inmut¨® ni se enfad¨® por los continuos insultos que le lanzaba Jruschov, pero est¨¢bamos todos avergonzados porque estaba sucediendo en nuestro pa¨ªs.
El comportamiento de Jruschov hizo que le rehuyera, porque no deseaba enfrentarme a su lenguaje obsceno y a sus expresiones vulgares. A pesar de ello, no logr¨¦ escapar enteramente a los azotes de su lengua.
'Gasbadinaxata'
Est¨¢bamos comiendo un pescado delicioso y le o¨ª decir: "Voy a llamar a Sadat Gasbadinaxata, una palabra rusa que significa camarada. Pero a continuaci¨®n Jruschov a?adi¨® que tambi¨¦n empleaban esa palabra como un insulto. No parec¨ªa que hubiera forma de escapar a su lengua, y a menudo dejaba ver el odio que me ten¨ªa.
Pero, a pesar de lo que acabo de decir de ¨¦l, hay que reconocer que intent¨® introducir un sistema m¨¢s maduro de transferencia del poder en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En nuestros encuentros privados, recuerdo que Jruschov sol¨ªa hablarnos del comportamiento de Stalin y de su abuso de poder y de la autoridad; de c¨®mo Stalin invitaba a sus ayudantes a sus habitaciones todas las noches, les emborrachaba con vodka hasta que perd¨ªan el sentido y luego les ordenaba que bailaran ante ¨¦l despu¨¦s de medianoche. Lo ¨²nico que cambiaba en estas fiestas eran los rostros de los invitados. Todas las noches, los invitados descubr¨ªan que hab¨ªan desaparecido por lo menos uno o dos, que hab¨ªan sido eliminados. Pero nadie se atrev¨ªa a mostrar ninguna se?al de curiosidad por lo que les podr¨ªa haber sucedido a sus desaparecidos amigos.
Jruschov nos cont¨® que ¨¦l se desped¨ªa de su esposa siempre que le invitaban a una de las fiestas de vodka y baile de Stalin. Dijo que ten¨ªa la sensaci¨®n de que iba a la c¨¢mara de ejecuc¨ª¨®n en lugar de a casa de Stalin.
La ¨²nica persona que consigui¨® mantenerse pr¨®xima a Stalin durante mucho tiempo fue el anterior presidente sovi¨¦tico Alexei Kosigu¨ªn, y Jruschov sol¨ªa re¨ªrse de ¨¦l, pregunt¨¢ndole en p¨²blico: "?C¨®mo pudo Kosiguin permanecer trece a?os al lado de Stalin cuando nadie duraba m¨¢s de trece meses?".
Era claro que este tipo de bromas fue uno de los factores importantes que hicieron que Kosiguin se volviera contra Jruschov y apoyara la conspiraci¨®n para derribarle.
Beria depurado
El mismo Jruschov jam¨¢s ocult¨® la realidad, y sol¨ªa contarnos cosas que ocurr¨ªan en su pa¨ªs sin dar muestras de inhibici¨®n, verg¨¹enza o sensibilidad. Por ejemplo, nos cont¨® con todo detalle c¨®mo consigui¨® la nueva direcci¨®n, tras la muerte de Stalin, purgar al jefe de la polic¨ªa secreta en aquella ¨¦poca, Beria.
Al parecer, Beria hab¨ªa reunido copiosas pruebas, apoyadas por fotografias y grabaciones, que dejaban ver los cr¨ªmenes y las desviaciones de todo el liderazgo sovi¨¦tico. "No se le pod¨ªa detener o matar", nos dijo Jruschov, "porque ten¨ªa ojos en todas partes y sus esp¨ªas controlaban todos los movimientos. Finalmente, se decidi¨® que el Bur¨® Pol¨ªtico del Comit¨¦ Central convocase una sesi¨®n ordinaria".
"Beria asisti¨® en su capacidad de miembro del Politbur¨®", prosigui¨® Jruschov. "Los miembros del Politbur¨® se reunieron en torno a la mesa de conferencias y se cerraron las puertas. A una se?al, todos se levantaron y fueron directamente a Beria, le cogieron por el cuello y estuvieron apretando hasta su muerte".
Cuando, en 1971, nos deshicimos de los centros de poder apoyados por los sovi¨¦ticos, descubrimos, en realidad, que ya estaban aplicando las t¨¦cnicas Beria para controlar la poblaci¨®n. Les gustabajactarse de que ten¨ªan algo contra todo egipcio. Y por esa raz¨®n decid¨ª deshacerme de estos centros de poder cuando expulsamos a los consejeros sovi¨¦ticos de Egipto.
Algunos ten¨ªan la opini¨®n de que deber¨ªa formarse un comit¨¦ para escuchar las cintas que en los centros de poder comunistas hab¨ªan grabado los secretos de los ciudadanos egipcios bas¨¢ndose en que podr¨ªamos encontrar algo ¨²til para la seguridad nacional. Pero rechac¨¦ tal sugerencia y orden¨¦ la destrucci¨®n de las cintas junto con los innumerables secretos y esc¨¢ndalos que encerraban.
Y, para acabar con Jruschov, el rencor le hab¨ªa estado devorando el coraz¨®n durante muchos a?os y, finalmente, le destruy¨®. Mis propias experiencias personales as¨ª lo atestiguan, desde 1960 en que encabec¨¦ una delegaci¨®n parlarnentaria a Mosc¨².
En el curso de esta conferencia sobre aprovisionamiento de armamento, Jruschov nos volvi¨® a, coger por sorpresa cuando de repente empez¨® a darnos una conferencia sobre el comunismo, sus logros, su inevitabilidad y sus triunfos.
Hablaba del socialismo como si fuera un supuesto gran profesor, y cuando le dije que nuestro pa¨ªs; era socialista se descompuso y se enfad¨®. Exclam¨®: "Vuestro socialismo es de foule (habas), mientras que el nuestro es de shish kebab, y vosotros mismos pod¨¦is juzgar la diferencia entre el foule y el shish kebab".
Bas¨¢ndome en todas estas experiencias, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que no exageraba si dec¨ªa que Jruschov realmente me odiaba. Jam¨¢s pudo olvidar nuestras difcirencias pasadas, y hasta la ¨²ltima reuni¨®n que tuve con ¨¦l mantuvo la actitud que hab¨ªa adoptado siempre conmigo: fr¨ªo, enfadado y rencoroso.
Transferencia de poder
Unas semanas antes de su muerte, estaba con el presidente Gamal Abdel Nasser y me hablaba del proceso de transferencia del poder, a escala mundial y, sobre todo, en nuestro pa¨ªs.
Parec¨ªa evidente que Nasser se sent¨ªa intranquilo sobre el tema y le preocupaba lo que suceder¨ªa cuando le llegara la hora de partir. Parec¨ªa que se daba cuenta de que le quedaba poco tiempo, y su preocupaci¨®n e inquietud se hab¨ªan agudizado.
Hab¨ªa quedado muy impresionado por lo sucedido en Gran Breta?a en el verano de 1970, cuando el Partido Laborista, que estaba en el poder, fue derrotado en las elecciones y la reina encarg¨® al partido de la oposici¨®n, el Partido Conservador, que formara un nuevo Gobierno.
Me dijo: "?Ves, Anuar? S¨®lo se intercambiaron unas palabras y el poder pas¨® de un partido a otro. No hubo ni jaleo ni crisis pol¨ªtica, ni un golpe militar ni ning¨²n otro tipo de convulsi¨®n o griter¨ªo".
Este es el proceso acostumbrado en los pa¨ªses maduros, pero en los Estados inmaduros el proceso es completamente diferente, y el pueblo suele sufrir bastante siempre que se da un traspaso de poder. Mientras habl¨¢bamos de este tema, no se me pas¨® por la cabeza que Egipto tendr¨ªa pronto un traspaso de poder similar. En realidad, ocurri¨® ese mismo mes.
Los dos compart¨ªamos los mismos temores sobre lo que podr¨ªa pasar en Egipto a la marcha de Nasser. Nasser estaba de acuerdo conmigo en que su sucesor tendr¨ªa una gran carga, y me re¨ª y le dije: "Al¨¢ tendr¨¢ que ayudar a ese pobre hombre".
Pero las serpientes venenosas intentaron un golpe contra m¨ª en cuanto se dio el anuncio por la radio. Nasser muri¨® un lunes, y durante ese lunes y el martes, mi¨¦rcoles y jueves siguientes mantuve una violenta lucha con ellos, porque ellos y sus amigos marxistas pretend¨ªan apoderarse del pa¨ªs.
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