Una gigantesca nube volc¨¢nica se extiende desde M¨¦xico hasta Arabia
Una gigantesca nube volc¨¢nica, que se extiende desde M¨¦xico a Arabia, a trav¨¦s del Pac¨ªfico y del Oc¨¦ano Indico ha hecho pensar que se puedan producir variaciones de temperatura en los pr¨®ximos cinco meses en algunas regiones del planeta. La nube, procedente al parecer de la erupci¨®n, a finales del pasado mes de marzo, del volc¨¢n mexicano Chichonal ha sido descubierta por aviones de reconocimiento de la Agencia Espacial Norteamericana.
Aunque resulta evidente que cualquier variaci¨®n en la composici¨®n de la atm¨®sfera puede y debe llevar de hecho a efectos en las variables meteorol¨®gicas, existen fen¨®menos en los que es dif¨ªcil predecir su influencia. Uno de ellos es, precisamente, la inyecci¨®n en las capas altas de la atm¨®sfera de aerosoles de origen volc¨¢nico, como en este caso.Inevitablemente, este fen¨®meno se correlaciona con la situaci¨®n de calima que padecieron algunas regiones espa?olas en agosto de 1980, y en la que se sufrieron temperaturas inhabitualmente altas; pero, en realidad, existen pocos puntos de uni¨®n. La situaci¨®n de agosto de 1980 se debi¨® a la invasi¨®n de masas de aire de procedencia sahariana con part¨ªculas s¨®lidas. Esta masa y las part¨ªculas se desplazaron a bajos niveles, reteniendo la radiaci¨®n solar y haciendo aumentar las temperaturas.
?En qu¨¦ puede desembocar un fen¨®meno como el atribuido al Chichonal y que parece consistir en una nube de polvo a 20.000 metros de altura? L¨®gicamente hay que pensar en un calentamiento (por absorci¨®n) de las capas estratosfericas y, paralelamente, en una ligera y local modificaci¨®n en la circulaci¨®n a¨¦rea a dichos niveles.
Pero, sin embargo, poco se puede decir sobre posibles efectos a niveles del suelo, como de aumento o disminuci¨®n de las temperaturas medias o aumento de las precipitaciones por mayores contenidos de aerosoles en los sistemas nubosos. En cualquier caso, dichos efectos -de existir- ser¨ªan a peque?a escala.
Rizar el rizo ser¨ªa, por supuesto, intentar una evaluaci¨®n sobre posibles modificaciones de los referidos fen¨®menos en el contenido de ozono atmosf¨¦rico (que curiosamente tiene su m¨¢ximo a niveles de veinte o veinticinco kil¨®metros de altura) o similares.
De hecho, erupciones como las de Krakatoa (1883), Santa Mar¨ªa (Guatemala, 1902), Katmai (Alaska, 1912) o incluso la del muy estudiado monte Santa Elena (EE UU, mayo de 1980), no parecen haber tenido repercusiones climatol¨®gicas muy importantes a gran escala, aunque, como afirman algunos cient¨ªficos como Robert Decker, algunos aerosoles tarden uno y dos a?os en volver a depositarse. Hay incluso (Kondratieff, por ejemplo) quien hace una llamada de atenci¨®n preferente sobre las emisiones a la atm¨®sfera de polvo por actividades humanas en lo concerniente a la posibilidad de que ayuden a inducir cambios clim¨¢ticos a escala planetaria a largo plazo. La industria, la agricultura o la desertizaci¨®n inducida por el pastoreo pueden ser en la actualidad responsables directos de inyecciones artificiales de polvo a la atm¨®sfera en cuant¨ªas estimadas en unos setecientos millones de toneladas m¨¦tricas al a?o.
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