Caball¨¦, Todisco y Pons, al servicio del romanticismo espa?ol de Verdi
Por tercera vez en la historia de la temporada madrile?a de ¨®pera (anteriormente denominada festival) ha subido a la escena de la Zarzuela La fuerza del sino, uno de los acercamientos de Verdi al romanticismo espa?ol del que la obra del duque de Rivas fue, en su tiempo 1835, importante signo.Dentro de la evoluci¨®n verdiana, La fuerza del destino supone no pocas ataduras con el pasado y mayores adivinaciones del futuro. Desde algunas escenas vislumbramos el dramatismo de Don Carlos y a¨²n el hondo lirismo de Otelo.
Disgust¨® a Rivas la adaptaci¨®n que Piave hiciera de su pieza, pricipalmente porque las necesidades sintetizadoras de un libreto oper¨ªstico, la privaron de buena parte de su espa?olismo ambiental. El mismo Verdi asiste al estreno de la obra en el Teatro Real madrile?o a comienzos de 1863, es felicitado por los Reyes pero puede comprobar que ni el p¨²blico ni la cr¨ªtica acaban de entender su nueva ¨®pera, de lo que es testimonio, hoy incomprensible, el p¨¢rrafo firmado por Esperanza Isola que reproduce en su nota de programa Fernado Ru¨ªz Coca.
La fuerza del destino, de Piave y Verdi
Int¨¦rpretes: Jes¨²s Sanz Remiro, Montserrat Caball¨¦, Juan Pons, Nunzio Todisco, Jean Barbi¨¦, Justino D¨ªaz, Affredo Mariotti, Dolores Cava, Mario Ferrer, Julio Pardo y Jos¨¦ Mar¨ªa G¨®mez. Coros: Jos¨¦ Pereda. Ballet: Alberto Lorca. Direcci¨®n musical: Daniel Lipton. Direcci¨®n esc¨¦nica: Luis Balaguer. Escenarios: Manuel Mampaso. Teatro de la Zarzuela, 22, 24, 26 y 28 de abril.
Decir que falta inspiraci¨®n mel¨®dica en La fuerza del destino o que la instrumentaci¨®n es "harto vulgar y conocida" parece demasida sordera o exceso de prejuicio, pues Verdi hace gala ya de la que ser¨ªa una de sus connotaciones fundamentales: m¨¢xima eficacia dram¨¢tica, vocalidad de alto vuelo e instrumentaci¨®n original dentro de una extremada simplicidad de medios.
Apunt¨¢bamos en la cr¨®nica sobre el retorno de Montserrat Caball¨¦ (v¨¦ase la segunda edici¨®n de EL PAI S de ayer) como su versi¨®n de Leonor, dentro de unos esquemas de m¨¢ximo refinamiento apoyados en la particular t¨¦cnica de la soprano catalana, tan rica de densidad y sutileza vocales, no lleg¨® a calar en el p¨²blico porque, en esta ocasi¨®n, la soprano catalana casi renunci¨® a uno de sus teclados: el m¨¢s potente y avasallador, aquel que, qui¨¦rase o no, instala en las cimas de la popularidad a los grandes divos para rodearlos, como est¨¢ la Caball¨¦ desde hace a?os, del gran clamor multitudinario.
?Se reserv¨® deliberadamente por cualquier raz¨®n o entendi¨® el personaje desde conceptos intimistas?. No parece que ¨¦stos cuadren con el drama del duque de Rivas y, en cuanto al primer supuesto, hemos de dejarlo en mera interrogac¨ª¨®n. Lo cierto es que Montserrat hizo m¨²sica de buena ley, afin¨® con exactitud y expres¨® con nobleza. M¨¢s breve: en lo fundamental fue fiel a s¨ª misma.
El color y la densidad vocal de Juan Pons, puestos al servicio de conceptos iiiterpretativos tan serios como c:omunicativos, cuajaron en un Carlos de Vargas que adem¨¢s de ser excelente constituy¨® un perfecto contraste con Don Alvaro. Para el desdichado protagonista, sobre el que se concitan las fuerzas :adversas del "fatum", contamos con Nunzio Todisio, un tenor brillarit¨ªsimo, due?o de medios de gran mordente movidos por un impulso estremecedor. Desde el punto de vista del ¨¦xito fue Todisio el gran triunfador de la noche. A¨²n reconociendo ciertos fallos vocales, lapreciosilla de Jean Berbi¨¦ tuvo alegr¨ªa, desenfado y rica matizaci¨®n y resultaron no s¨®lo adecuados sino de gran poder de convicci¨®n el Padre Guardian y el Fray Melit¨®n de Justino D¨ªaz y Alfredo Mariotti, respectivamente. Muy bien Sanz Remiro en su papel de Marqu¨¦s de Calatrava.
Luis Balaguer, apoyado en unas muy bellas decoraciones de Manuel Mampaso, movi¨® la escena con gran vitalidad y el maestro Daniel Lipton asegur¨® un considerable nivel musical.
Babelia
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