Millones de norteamericanos se movilizan bajo el lema "Mejor morir al instante que sobrevivir a un ataque nuclear
"La mejor noticia es que muera al instante; la peor, que sobreviva". As¨ª, sin m¨¢s, reza el eslogan de la impresionante campa?a antinuclear norteamericana denominada Ground Zero (Punto Cero), que a lo largo de la semana pasada moviliz¨® a millones de personas en todo el territorio nacional. Calificada en editoriales de peri¨®dicos como "el movimiento popular m¨¢s importante desde la posguerra", la campa?a inquieta profundamente a la Administraci¨®n del presidente Ronald Reagan y a todos los pol¨ªticos, en general, por la tem¨¢tica que plantea y por las imprevisibles consecuencias que tendr¨¢ entre el electorado cara a la renovaci¨®n del Congreso, en noviembre de este a?o.
El movimiento pacifista europeo contagi¨® definitivamente a los norteamericanos. Aqu¨ª tampoco quieren bombas. Temen los riesgos de una guerra nuclear. Se movilizan y piden a sus dirigentes que negocien la congelaci¨®n del arsenal at¨®mico con los sovi¨¦ticos.El movimiento antinuclear, que culminar¨¢ con una manifestaci¨®n que se espera re¨²na medio mill¨®n de personas en Nueva York, el pr¨®ximo 14 de junio, inquieta a senadores y alcaldes, a millonarios y a gente que malvive de la asistencia social, a obispos cat¨®licos y a pastores protestantes y, en definitiva, a conocidos izquierdistas o a predicadores evang¨¦licos, ¨ªntimos amigos del presidente Reagan, como Billy Graham. Por todo ello por su amplitud y variedad, preocupa tanto a los estrategas pol¨ªticos.
"Demagogia", dice el vicepresidente, George Bush, corroborando la opini¨®n del presidente Ronald Reagan. Pero lo importante para los antinucleares es que la Casa Blanca reacciona. "Estoy con vosotros de todo coraz¨®n en la noble intenci¨®n de evitar un desastre nuclear", dice Reagan; "pero hay que reequilibrar al arsenal frente al poder¨ªo sovi¨¦tico".
Punto del impacto
Ground zero es la expresi¨®n de los expertos para determinar el punto exacto donde caer¨ªa una bomba nuclear. Una velada popular, con velas, recordar¨¢ esta noche, frente a la residencia del presidente el caso de que si cayera una bomba nuclear de un megat¨®n frente la Casa Blanca se volatilizar¨ªan completamente los edificios y personas creando un cr¨¢ter de unos sesenta metros. Con una bomba entre veinte y ochenta megatones, los sovi¨¦ticos borrar¨ªan del mapa el ¨¢rea metropolitana de Washington y sus tres millones de habitantes."S¨®lo morir¨ªan unos quinientos millones de personas", exclama Roger Molander, organizador del movimiento Ground Zero, citando previsiones de expertos militares que conf¨ªan en que una guerra nuclear no ser¨ªa un holocausto total. "Lo mejor, morir; lo peor, sobrevivir", recuerdan los antinucleares, exponiendo las tr¨¢gicas consecuencias de una guerra nuclear. Para los supervivientes quedar¨ªan las radiaciones, el medio ambiente contaminado, la convulsi¨®n del clima y la probable muerte lenta.
Supervivientes
Pero habr¨ªa supervivientes. Para ellos, la Administraci¨®n Reagan espera dedicar unos 4.200 millones de d¨®lares en la organizaci¨®n de un programa de defensa civil.Con desalojo previo a la guerra nuclear hacia zonas despobladas, evacuando unos 150 millones de norteamericanos de 450 ciudades y zonas que podr¨ªan ser objetivos para los misiles sovi¨¦ticos. "Ilusorio", replican los organizadores del Ground Zero, esgrimiendo el caos que podr¨ªa producirse en caso de alarma de guerra nuclear. Mesas redondas, caravanas- de bicicletas rodeando circuitos de ciudades que ser¨ªan destruidas con un solo megat¨®n.
En los colegios y en conciertos universitarios se vivi¨® la participaci¨®n esta semana, en 150 ciudades y unos quinientos pueblos, de las actividades del Ground Zero. "Demagogos, izquierdistas, comunistas". Son los adjetivos dif¨ªciles de atribuir, a juzgar por las audiencias y la personalidad de los principales organizadores.
Roger Molander, por ejemplo, es un ex miembro del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, bajo las anteriores Administraciones republicanas y dem¨®crata de Nixon, Ford y Carter.
Particip¨® activamente en las negociaciones de control de armamento con los sovi¨¦ticos, y fue precisamente el fracaso de la no ratificaci¨®n del tratado SALT II (debido a la reacci¨®n del Congreso norteamericano por la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n) lo que condujo a Molander a dedicarse plenamente a la sensibilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica frente al peligro de guerra nuclear. Con contribuciones, que van desde obreros a la fundaci¨®n del multimillonario Rockefeller, Molander estructur¨¢ su movimiento tentacular Ground Zero. Existen decenas de otros similares que buscan los mismos objetivos: evitar una cat¨¢strofe nuclear.
A las manifestaciones acuden personas que nunca antes hab¨ªan protestado para nada. A las conferencias, gente de todas las edades, familias con sus ni?os, clase media, en general, a quien la eventualidad de una guerra le preocupa seriamente.
Casi todos los brazos se levantaron en la iglesia de la American University, en Washington, cuando el martes de esta semana los organizadores de la mesa redonda del Ground Zero preguntaron qui¨¦nes estaban a favor de congelar el armamento nuclear como primer paso hacia su reducci¨®n y posible neutralizaci¨®n. Un sondeo del semanario Newsweek daba el 68%, de personas consultadas como promedio a favor de la congelaci¨®n.
El tema inquieta a la clase media, y de ah¨ª las imprevisibles consecuencias pol¨ªticas a la hora de votar.
De costa a costa
En Pisttsburgh, capital del acero, en Pensilvania, el Ayuntamiento vot¨® un¨¢nimemente por la congelaci¨®n de armas nucleares. En los congresos de varios de los cincuenta Estados de la Uni¨®n que forman EE UU hay propuestas en id¨¦nticas direcciones.El eco llega hasta el Capitolio, en Washington, donde los senadores Mark Hatfield (republicano) y Edward Kennedy (dem¨®crata) consiguen el apoyo de otros veintid¨®s senadores y 166 miembros de la C¨¢mara de Representantes en pro de la congelaci¨®n y posterior negociaci¨®n de una reducci¨®n de armas nucleares. Ex ministros de Defensa, como Robert Mac Namara, dudan de la estrategia nuclear.
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