La ense?anza hist¨®rica de la pel¨ªcula 'Rojos'
El tema argumental de esta pel¨ªcula lo constituye parte de la azarosa vida del escritor revolucionario tejano John Reed. Dicha biograf¨ªa plantea, una vez m¨¢s, el problema de la relaci¨®n entre los intelectuales y los movimientos revolucionarios o, m¨¢s estrictamente, entre los escritores y los reg¨ªmenes totalitarios.Reed se hizo famoso con su extenso reportaje M¨¦xico insurgente, donde se relatan las haza?as de Pancho Villa. L¨¢stima
que s¨®lo se aluda a esta extraordinaria aventura en una secuencia de la pel¨ªcula, a modo de pr¨®logo, del impresionante y exhausitivo relato de la revoluci¨®n rusa, por el corresponsal norteamericano, bajo el t¨ªtulo Diez d¨ªas que conmovieron al mundo, que acapara la atenci¨®n de los espectadores durante su poco corriente extensa duraci¨®n.
Como muchos otros entusiastas de la libertad y de ]ajusticia social, Reed fue v¨ªctima de la censura de Stalin, que incluy¨® la obra en su personal ¨ªndice de libros prohibidos. No tuvo en cuenta Stalin que en la primera edici¨®n rusa Lenin hubiera consignado a modo de introducci¨®n: "Sin reparo alguno, se lo recomiendo a los trabajadores del mundo. Este es; un libro que yo quisiera saber que se ha propagado en millones de ejemplares y que se ha traducido a todas las lenguas del mundo".
La prohibici¨®n de Stalin no es dif¨ªcil de comprender si se piensa que Reed s¨®lo le cita dos veces, y brevemente. En cambio, habla una y otra vez del aut¨¦ntico jefe de la revoluci¨®n, del octubre rojo, Trotski. En 1927 Trotski es desterrado por Stalin a Asia Central, junto con otros directivos del partido, entre ellos, Karnenev y Radek, que aparecen en la pel¨ªcula en el per¨ªodo leninista. Trotski se fuga de su confinamiento, y despu¨¦s de recorrer las c¨¢rceles de muchos pa¨ªses, incluidas las espa?olas, se ' instala en M¨¦xico, donde, a pesar de la protecci¨®n que le otorgaba el Gobierno, fue asesinado por su camarada, al que consideraba amigo, el espa?ol Mercader.
Un momento de la pel¨ªcula se adapta con todo rigor a lo que Reed escribe en su libro: "Y all¨ª estaba Trotski, en la tribuna, seguro de s¨ª mismo, fascinante, con su peculiar sonrisa sarc¨¢stica; hablaba con voz sonora y estridente que entusiasmaba a las masas...".
Edici¨®n "con reparos"
Cuando Jruschov destruy¨® en 1966 la leyenda de Stalin permiti¨® que se publicase nuevamente Diez d¨ªas que conmovieron al mundo, pero con comentarios y notas que corrigen la apolog¨ªa de Reed tambi¨¦n por otros desviacionistas del partido, como Zinoviev y Kamenev, es decir, autoriz¨® la edici¨®n con reparos, en vez del sin reparo de Lenin.
Dos Passos, en su novela-boceto de John Reed (1919), le define como "un hombre que ama muchas cosas en su vida". "El mejor escritor americano de su ¨¦poca, que tomaba partido por los afligidos y los cansados..., por los huelguistas en las f¨¢bricas..., por los campesinos sin tierra de M¨¦xico, por los soldados de ambos bandos en la primera guerra mundial". Warren Beatty encarna con toda fidelidad estos sentimientos. En cambio, resultan bastante confusos en la pel¨ªcula algunos acontecimientos, o se expresan incompletos, que vamos a precisar: Reed en Estados Unidos, cuando se celebraba el aniversario de la fundaci¨®n del Partido Comunista ruso, cre¨® en 1919 un partido comunista propio, para trabajadores norteamericanos, emancip¨¢ndole de la obligada sumisi¨®n al Komintern. Mosc¨² conden¨® esta rebeld¨ªa y llam¨® a Reed a la URSS. De este segundo viaje no volver¨ªa ya nunca a la patria, porque en el regreso, que emprendi¨® ilegalmente, fue delatado por un marinero y arrestado.
Reed es un desencantado m¨¢s de los cambios de r¨¦gimen de origen revolucionario o no. Es l¨®gico que en todas las sucesiones de sistemas pol¨ªticos sus entusiastas se sientan defraudados en sus ambiciosos prop¨®sitos regeneracionales.
No obstante la frustrada evasi¨®n de Rusia, Reed, a modo de rehabilitaci¨®n de su conducta respecto del partido, fue integrado en la comisi¨®n designada para trasladarse a Bak¨². As¨ª se registra en la pel¨ªcula, aunque quiz¨¢ no se ajuste a la realidad la escaramuza b¨¦lica con el ej¨¦rcito blanco contrarrevolucionario. Seg¨²n la versi¨®n oficial rusa, Reed falleci¨® v¨ªctima del tifus epid¨¦mico, que triunf¨® sobre su ya gastado organismo. Como en 1920 no se consideraba todav¨ªa como criminales a los camaradas con criterio propio, se enterr¨® en el Kremlin con todos los honores al heterodoxo revolucionario fallecido.
Relaci¨®n de espa?oles
Volviendo al hecho concreto de la relaci¨®n entre personas o personajes con los acontecimientos hist¨®rico-pol¨ªticos de importancia, tal vez convenga relacionar a alguno de ellos. En cuanto a los espa?oles que desde 1920 viajaron a la URSS, cabe citar a:
- Francisco Camb¨®, de la Lliga Catalana.
- Su paisano Sebasti¨¢n Recasens, catedr¨¢tico de Obstetricia y Ginecolog¨ªa de la facultad de Medicina de Madrid, a quien defraud¨® la terapia y la quir¨²rgica moscovitas.
- El socialista Fernando de los R¨ªos, catedr¨¢tico de Derecho Pol¨ªtico de la Universidad de Granada, a quien le extra?¨® la enorme extensi¨®n en Rusia del llamado mercado negro, los grupos de mendigos que acosaban a los extranjeros y, sobre todo, la inesperada respuesta de Lenin, tanta veces citada: "Libertad.... ?para que.
Todo lo cual le inspir¨® proponer a su partido no integrarse en la Tercera Internacional, promovida por los comunistas rusos, y en la que se reservaban la supervisi¨®n y la direcci¨®n de todos sus correligionarios extranjeros a trav¨¦s del Komintern. Coincidiendo as¨ª con Reed los socialistas espa?oles, y en cuyo criterio abund¨® el anarquista Angel Pesta?a.
- Diego Hidalgo, autor de Un notario espa?ol en Rusia, que fue ministro de la Guerra en el Gabinete Lerroux durante la revoluci¨®n marxista -de Asturias en 1934, y que para sofocarla design¨¦ al general Franco como jefe del Estado Mayor Central. Diego Hidalgo, en la Editorial Cenit que fund¨® con Rafael Gim¨¦nez Siles, public¨® la primera versi¨®n en castellano de Diez d¨ªas que conmovieron al mundo y de algunas obras maestras de la nueva novel¨ªstica comunista, integrada, entre otros, por Fed¨®r Gladko, El cemento, y Scholojov (luego premio Nobel), sobre El Don apacible, novela que, junto a la luego publicada bajo la censura de Stalin Campos roturados, revela la condici¨®n de guerra fratricida inherente a cualquier revoluci¨®n pol¨ªtica.
- El poeta Rafael Alberti.
- El charlista Garc¨ªa Sanchiz, que dio en un teatro madrile?o, a elevado precio de las localidades, varias conferencias sobre la URSS, con extraordinario ¨¦xito, entre un p¨²blico integrado mayoritariamente por se?oras de la opulenta burgues¨ªa.
- En viaje de novios, Jos¨¦ Bergam¨ªn, fundador y director de la revista Cruz y Raya.
- El anarco- sindicalista Angel Pesta?a, que public¨® un peque?o libro a su regreso, seg¨²n ¨¦l, destacando la decisiva participaci¨®n de los anarquistas en la lucha para derrotar los restos del ej¨¦rcito zarista, antirrevolucionario, ej¨¦rcito que lleg¨® a los arrabales de Petrogrado, donde fueron rechazados mayoritariamente por los anarquistas, mientras Lenin, Trotski y Zinoviev "tornaban prudentemente el camino de Mosc¨²".
- Alvarez del Vayo, ministro de Asuntos Exteriores con el Gobierno de Largo Caballero.
Entre los extranjeros que peregrinaron a Rusia figuran los premios Nobel el indio Rabindranath Tagore y el franc¨¦s Andr¨¦ Gide. Este ¨²ltimo difundi¨® las informaciones del diario gubernamental Pravda sobre los errores y fracasos en la producci¨®n industrial programada quinquenalmente por el Gobierno, y censur¨® el lujo con que en Mosc¨² se atend¨ªa a los visitantes pol¨ªticos de relieve, en contraste con la miseria circundante. Lujo que nuestro Alvarez del Vayo elogi¨® como un triunfo del sistema. Y lujo que a algunos otros miembros del congreso internacional comunista les pareci¨® insuficiente, ante la l¨®gica indignaci¨®n de Pesta?a..
- El novelista H. G. Wells, que tan escasa importancia nos atribuye a los espa?oles en su Esquema de la historia.
- Bertrand Russell, a quien Lenin le relat¨® el trato otorgado a los kulacs.
- Los escritores galos Georges Duhamel, Henri Barbousse, Louis Aragon y Paul Eluard.
- Los irlandeses G. Bernard Shaw y Liam O'Flaherty.
En pat¨¦tico rigod¨®n, antes de 1922 hab¨ªa abandonado su pa¨ªs la mayor¨ªa de los grandes escritores rusos, entre los que citaremos, como m¨¢s conocidos en Espa?a, al novelista Ivan Bunin (luego premio Nobel), el historiador Nicol¨¢s Berdiaev, el novelista y comedi¨®grafo Le¨®nidas Andreyev, Dimitri Merejkovsky, Alejandro Kuprin, Ilya Ehrenburg, el conde Alexei Tolstoi, muchos de los cuales volvieron m¨¢s tarde a su patria. Uno de los que demor¨® su emigraci¨®n y luego tambi¨¦n regres¨® fue M¨¢ximo Gorki, amigo personal de Lenin desde antes de la revoluci¨®n. Se suicid¨®, entre otros, VIadimiro Maiakovski. Los nacionalsocialistas alemanes, a partir de 1933, bajo la ¨¦gida de Hitler, compitieron en asesinatos de escritores con las purgas estalinistas.
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