Milans y Tejero encajan impasibles la petici¨®n del fiscal
Un ambiente relajado reinaba en la tarde de ayer en las dependencias reservadas en el Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito a los procesados en la causa del 23-F, tras el inicio de la lectura de las conclusiones del fiscal, efectuada pocas horas antes. Como es habitual de seis a ocho de la tarde en los d¨ªas de sesiones, familiares y encausados comentaron tranquilamente las incidencias de la jornada en torno a unos refrescos, servidos diligente y gratuitamente por los soldados all¨ª destinados. Las penas solicitadas por el fiscal s¨®lo se reflejaban en la expresi¨®n apesadumbrada de algunos de los encartados de menor graduaci¨®n, mientras los principales responsables del fallido golpe de Estado no manifestaban sorpresa alguna.
Los salones de visitas que anteceden a las estancias privadas de los procesados en Campamento podr¨ªan parecer a un observador que desconociera los hechos del 23-F, un apacible club de oficiales. Nada es all¨ª funerario, nadie se sale de tono. Los vigilantes armados tratan con toda cortes¨ªa a los procesados y a sus familiares, que pueden recorrer con toda libertad estas habitaciones privadas e incluso salir a pasear por el patio. Un equipo de soldados-camareros vela para que las mesas en las que se organizan las tertulias est¨¦n siempre provistas de aperitivos.La presencia del teniente general Milans del Bosch domina en Campamento. Ayer depart¨ªa apaciblemente en torno a una mesa con un grupo de familiares en el que se encontraba su padre. Iba uniformado, como el resto de los procesados. De cuando en cuando, Milans del Bosch alzaba su brazo para corresponder a los afectuosos saludos de sus compa?eros de armas que lo vigilan y lo juzgan. El comandante Pardo Zancada, alto, fuerte, vestido de tanquista, impon¨ªa tambi¨¦n con su sola presencia. No parec¨ªa Pardo Zancada sorprendido por la petici¨®n fiscal: "Por tres veces me han pedido quince a?os, por tres veces. A m¨ª no me rebajan ni un d¨ªa". M¨¢s compungido estaba un joven teniente de la Guardia Civil al que su madre daba ¨¢nimos. "Aqu¨ª s¨®lo est¨¢n unos cuantos, muchos de los importantes est¨¢n fuera. Pero est¨¢te tranquilo", le dec¨ªa a su hijo. Alguien reforzaba su consuelo: "Nada, hombre, si dentro de siete meses ya est¨¢s poni¨¦ndome multas". Nada da pie a la contricci¨®n, ni siquiera la penosa privaci¨®n de libertad. Cosa natural, teniendo en cuenta que para los procesados "es mejor estar donde est¨¢n nuestros jefes".
Mientras el general Armada pasea por las salas como una sombra con un joven civil y nadie le habla, nadie le dirige ni tina mirada, ni un saludo, el teniente coronel Tejero toma el sol en el patio abrazado a su hija. Tejero parece el procesado que ha asumido m¨¢s tranquilamente la pena solicitada para ¨¦l. "Treinta a?os en el trullo, claro. Y gracias a la democracia no nos fusilan", comentaba sonriente. Tal vez Milans del Bosch sea el otro encausado que m¨¢s patentemente compart¨ªa esta serenidad ante un porvenir que, de fallar el tribunal seg¨²n la petici¨®n fiscal y no mediar otras intervenciones posteriores, se dibuja muy negro para ¨¦l y sus compa?eros.
Se acercan las vacaciones
Acceder hasta los acusados por el intento golpista del 23-F no es dif¨ªcil. Se dir¨ªa que hasta resulta sencillo para cualquier persona que desee transmitirles su calor y su adhesi¨®n. Los visitantes aparcan el coche a unos cien metros de la entrada principal del Servicio Geogr¨¢fico y conf¨ªan su custodia a una furgoneta de la Polic¨ªa Nacional. Posteriormente se identifican en la garita de entrada de la dependencia militar. Si se es familiar de alguno de los encausados, puede disponerse de dos horas de acceso a sus estancias privadas, pero sencillamente manifestando amistad o simpat¨ªa por alguno de ellos la entrada es franqueada aunque tan s¨®lo por unos minutos.
La revisi¨®n propiamente dicha tiene lugar ya en el edificio mismo que alberga a los procesados. Dos guardias civiles invitan amablemente a desprenderse de cuantos objetos met¨¢licos se lleven encima para atravesar el pasillo detector de metales. Superada esta prueba, el visitante sube unas escaleras y puede ya toparse con Milans, Tejero o Armada.
De las dos salas de visitas, la primera, en la que ayer depart¨ªan Milans y Pardo Zancada, entre otros, es m¨¢s silenciosa y discreta. La segunda es la bulliciosa y casi lo advierte un diminuto cartel que reza "posada 23-F", situado junto al as¨¦ptico y oficial r¨®tulo que anuncia que se entra en una dependencia privada. Todo dentro de este segundo sal¨®n despide la impresi¨®n de que los usuarios de la posada han intentado con ¨¦xito impregnar sus estancias de un ambiente familiar y francamente humor¨ªstico. Un mapa de Espa?a cuajado de diminutas banderitas se?ala probablemente la procedencia de los procesados. M¨¢s all¨¢ luce una amplia foto de una fragata rutilante dedicada por Camilo a los golpeteros del 23-F, y por todas partes hay carteles invitando a participar en los torneos de juegos de mesa con que los acusados amenizan sus ocios. Los fingidos anuncios de imaginarias agencias de viajes 23-F multiplican el tono familiar y hasta se dir¨ªa que optimista, puesto que dicha agencia anuncia ni m¨¢s ni menos que se acercan las vacaciones e invita, por consiguiente, a hacer reservas. "Se agotan las plazas".
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