La CNT
Sal¨®n de t¨¦ del Teatro Espa?ol. Carteles de la guerra. "Nuestras costas ser¨¢n defendidas por nuestros bravos marinos". Lo que no se suele contar es que, en el 36, algunos marineros echaron al agua algunos oficiales franquistas. El cartel que digo es excepcional. El cubismo de Braque en los veinte, aplicado ala guerra y el cartelismo en los treinta. La cenet¨¦, en Espa?a, es, ha sido un fen¨®meno tan rico, contradictorio, fecundo, liminar y eficaz que aun cuando muy historiado, me parece que ha sido poco estudia do. O nada. La cenet¨¦, el anarquismo, conecta con una vena peninsular que es la de Viriato y el maquis, la del Valle-Incl¨¢n tard¨ªo, la de la creaci¨®n sin freno. Pudi¨¦ramos decir que todo espa?ol lleva dentro un cenetista interior que reconduce hacia el marxismo, el socialismo, el pasotismo o el, dandismo. Los espa?oles, m¨¢s que individuales, somos bastante individuos. Dice el pintor Solana, mirando el Cristo de las Claras, de Palencia:-Es tan persona que asusta.
Todo espa?ol, mirado de cerca, es tan persona que asusta. La derecha dice que en Espa?a sobraba la izquierda. Yo creo que hac¨ªa m¨¢s falta que en ning¨²n pa¨ªs, precisamente para reconducir el anarquismo, el, cenetismo que est¨¢ en los cromosomas de la gente, hacia f¨®rmulas m¨¢s vivideras. La acracia adolescente de hoy no es tan violenta, afortunadamente, ni tan creadora, en contrapartida (los carteles de la CNT son los mejores) como el cenetismo/genetismo que se ha ido pasando durante siglos la pelliza de Viriato. Dice el gran Alberto Coraz¨®n, creador de la muestra: "Eliminaci¨®n de lo superfluo, dise?o exacto, delimitaci¨®n de los planos de lectura 1936". Eso.
Ayer tarde, desde el taxi que es mi segundo hogar, ve¨ªa yo pasar por la Castellana, melena al viento, a cuerpo, a Jos¨¦ Luis Aranguren. "He ah¨ª un cenetista metaf¨ªsico", me dije, "un Viriato interior, un hombre que se salv¨® del monacato intelectual de Ignacio de Loyola para ejercer un cenetismo hist¨®rico, personal y magistral, que no tiene mucho que ver con la CNT". Viendo en el Villamagna la muestra cibern¨¦tica hispano/oliv¨¦tica (busco una m¨¢quina aleve para mis manos rotas), comprendo que toda esta t¨¦cnica no es en s¨ª represiva. Un anarco, una acratilla, sentados al teclado, provocar¨ªan la ca¨ªda de las estructuras en cinco minutos de escritura electr¨®nica. Aunque llegue a tener una m¨¢quina de ¨¦stas, prometo no cargarme ninguna estructura, aparte la estructura Tusell, que ya se la ha cargado Susanita Recortable -Soledad-, con un golpe de tel¨¦fono. Y luego dec¨ªan que los tel¨¦fonos no funcionaban, por lo de R¨ªos Rosas. La ETA ya no sirve ni para los recados, o sea, para evitar ceses. Despu¨¦s de la muestra est¨¦tico/cenetista del Espa?ol, el acto del Palace por la paz y el desarme, con se?oras de media tarde y los esc¨¦pticos del Palace, que son unos chicos muy ingeniosos, pero no se les arregla, me ha parecido un sarao de los que daba la Pardo Baz¨¢n, "la inevitable do?a Emilia", como la llamaba mi paisano Zorrilla. Y por si fuera poco, el II Festival de Teatro de Madrid/82, auspiciado por el mun¨ªcipe Sandoval, Cultura y Diputaci¨®n. Gran movida internacional. Anoche, Jango Edwards, un genio anarco/underground/off-off Broadway, circense, Groucho, showman a tope. Es la acracia yanqui/anglosajona de ahora mismo. A Pawlosky, que me saluda luego, no le ha satisfecho plenamente. Vaya por Good. (El n¨²mero del crucificado aqu¨ª no se da.) Jango bes¨® f¨¦rvidamente en la cara a Baquero Goyanes, cr¨ªtico de El Alc¨¢zar, sin saber a qui¨¦n besaba. Un desmadre. Paco Nieva estrena Coronada y el toro. Otro desmadre. El grupo checo Cvoci en el Olimpia. Otro desmadre. BL schotch whisky sigue con su mus en la Gran Pe?a. El mus ha aliviado mucho el cenetismo/genetismo nacional. El rojer¨ªo es un cenetismo que ha le¨ªdo a Marx. La democracia es un cenetismo que ha le¨ªdo EL PAIS.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.