La cola de los parados, desesperaci¨®n de lo in¨²til
Ante las oficinas de empleo se forman diariamente largas colas. La Polic¨ªa Nacional vigila para evitar que se produzcan alteraciones, que alguien intente saltarse el turno, que de las palabras de queja, de los insultos a los funcionarios se pase a los ataques f¨ªsicos. Hace unos d¨ªas -cuenta alguien-, a uno de la oficina le cogieron por las solapas. "Quisieron partirle la cara. Demasiado tenemos con no tener curro para que encima haya que aguantar a ¨¦stos. Nos tratan mal, nos hacen ir y venir cuarenta veces. Dicen que, al fin y al cabo, no tenemos otra cosa que hacer, pero no es eso".Lo que ocurre es que las oficinas est¨¢n saturadas de trabajo.'El d¨¦ficit de personal comienza a ser cr¨®nico, y el mismo Ministerio de Trabajo reconoce que esta situaci¨®n se agravar¨¢ durante 1982. El personal que, desde 1979, se ha ido transfiriendo proveniente de la Administraci¨®n Institucional de Servicios Socioprofesionales (AISS) "no se ha adscrito -seg¨²n reza la memoria del Instituto Nacional de Empleo correspondiente al pasado a?o- a las oficinas de empleo que m¨¢s lo precisan por criterios t¨¦cnicos o cargas de tra bajo, sino por razones sociales o de otra ¨ªndole".
D¨¦ficit cr¨®nico de personal
En el citado documento, y con una autocr¨ªtica que contrasta con lo que es habitual en informes de este tipo, se recalca, adem¨¢s, que la "falta de movilidad determina la existencia de oficinas de empleo excedentarias de personal, ante otras claramente deficitarias", y que el d¨¦ficit de funcionarios, en constante aumento por el crecimiento de desempleados y la asunci¨®n de nuevas tareas, va a seguir creciendo al haberse restringido la previsiones de nuevos ingresos, en un principo estimados en 3.406 y que finalmente quedaron reducidos a 210 (90 t¨¦cnicos de colocaci¨®n y 210 administrativos).
As¨ª que se madruga para saber cu¨¢ndo y d¨®nde se cobra, ¨²nica funci¨®n que aparentemente. parecen llevar a cabo las oficinas de empleo. Aunque una de sus misiones sea atender la demanda de empleo, las oficinas, se han convertido en una especie de agencia bancaria sin dinero, de sucursal de C¨¢ritas, con ordenadores y papeles, impresos por duplicado, por triplicado, papel autocopiativo y casiHas en bicolor. Pero empleo, lo que se dice empleo, no hay.
Son muy pocos los que han enp¨®ntrado trabajo a trav¨¦s de las oficinas. Las ofertas, siempre por debajo de la demanda, no se suelen corresponder ni con las aspiraciones ni con las necesidades de los solicitantes. En demasiados casos, el sueldo que se ofrece en los nuevos trabajos est¨¢ por debajo incluso de las prestaciones del seguro de desempleo. A pesar de todo, muchos aceptan estas ofertas. Es la ¨²nica manera de salir del pozo del paro.
Los datos de la memoria del INEM correspondiente a 1981 se?alan no obstante, que se ha gestionado la adscripci¨®n de 14.256 trabajadores desempleados, perceptores d¨¦ desempleo, a obras, trabajos y servicios ejecutados por las entidades colaboradoras del Instituto. Y se indica que, adem¨¢s, se recibieron solicitudes para programas de empleo en regiones por un total de 2.289 millones de pesetas y se hab¨ªan concedido subvenciones por importe de m¨¢s de 1.300 millones de pesetas (lo que supone la creaci¨®n de 4.371 puestos de trabajo). A ello habr¨ªa que sumar los puestos creados con la aplicaci¨®n de los programas de fomento de empleo, sobre trabajo en pr¨¢cticas y formaci¨®n, contrataci¨®n temporal, a tiempo parcial y contratos bonificados. En 1981, este tipo de contratos supuso la creaci¨®n de cerca de 90.000 puestos de trabajo.
M¨ªnima oferta de empleo
Pero son pocos para tanta demanda. De vez en cuando, alguien clava un papel ofreciendo algo en las paredes de las oficinas. De tarde en tarde, un personaje suele pasar por las colas ofreciendo cualquier chapuza, "sin papeles, claro". Es una forma de salir adelante, de conseguir unas pesetas, mientras llegan las primeras percepciones del seguro de paro, que tardan tiempo. Tres, cuatro meses, y mientras hay que vivir, "mire usted".
Porque Juan G., 42 a?os, casado, cuatro hijos, fresador en paro, cumpli¨® exactamente todos los requisitos exigidos. La empresa en la que trabajaba, por Villaverde, cerr¨®, un buen d¨ªa, dejando en la calle a una treintena de trabajadores. Y ¨¦l fue al paro. Se inscribi¨® en las oficinas. Present¨® su tarjeta de demanda, el Documento Nacional de Identidad, la cartilla de la Seguridad Social, el Libro de Familia, el certificado de la empresa y las fotocopias de salarios y de impresos que le fueron exigiendo. Todo ello, antes de que se cumplieran los quince d¨ªas rigurosamente establecidos.
Ahora, se levanta durante tres d¨ªas al mes a las 2.35 horas. Antes, las oficinas te mandaban una carta. Te dec¨ªan el banco donde pod¨ªas pasar a cobrar las percepciones. Y all¨ª hac¨ªas cola. Esperabas a recibir elparo. Pero las oficinas est¨¢n saturadas. Si tuvieran que esperar la carta, no cobrar¨ªan nunca. Ahora, tres veces al mes, ni una m¨¢s ni una menos, hay unas listas en las que se especifica d¨®nde y cu¨¢ndo se cobra. Donde se explica a qui¨¦n se le ha concedido el paro. Pero los funcionarios te dicen que no vayas antes de tres meses, que es in¨²til pretender que antes de ese plazo haya salido ya tu solicitud. A pesar de esas maravillosas pantallas, que zumban y gru?en como un animal y meten tus datos, junto con los de dos millones de espa?oles en la misma situaci¨®n.
400.000 millones para el paro
Son m¨¢s de 400.000 millones de pesetas los que se destinaron a cobertura de desempleo durante el pasado a?o. Cifra que ha ido destinada a una media de 762.000 beneficiarios del seguro, como Juan G. El otro mill¨®n y pico de trabajadores en paro lo tiene, peor. Los que no recurrieron contra el despido. Los que fueron despedidos sin causa justificada alguna, pero -"total, para lo que vale"- no intentaron que el empresario les readmitiese. O el que se fue a la mil? -a Ceuta, encima- y no pens¨® en reservar su plaza. Estos lo tienen peor, porque no tienen derecho a recibir ninguna prestaci¨®n. Est¨¢n en el m¨¢s absoluto de los abandonos. Al principio intentaron arreglar aquello, sin resultados. La ley es inflexible. O el que se retras¨®. El que no sab¨ªa que a los quince d¨ªas exactos se perd¨ªa el derecho a las prestaciones.
Lo tienen tan mal como los que buscan primer empleo. Como los j¨®venes que se han inscrito m¨¢s que nada por aquello de "a ver qu¨¦ pasa", aunque est¨¦n desesperanzadamente convencidos de que no encontrar¨¢n trabajo. Porque es muy raro que las empresas acudan a las oficinas cuando tienen una vacante. Las grandes empresas tienen su propio sistema de selecci¨®n. Ponen sus anuncios en los principales diarios. Bien es verdad que han de ser visados por la oficina de empleo, pero es un simple requisito. Y las peque?as empresas acuden al conocido, al recomendado, al vecino que es de confianza. Y luego cumplen el requisito. Le mandan a la oficina correspondiente a que rellene los papeles oportunos. Se cumple el tr¨¢mite. Y la oficina de empleo se adjudica una nueva colocaci¨®n a trav¨¦s de sus servicios.
As¨ª que son pocos los j¨®venes que presentan su demanda de empleo. Con el DNI es suficiente, y la fotocopia del t¨ªtulo profesional, si lo posee. Un d¨ªa, a lo mejor recibe una carta en la que le dicen que se presente, junto con otros m¨¢s, a un trabajo. O puede acudir, de vez en cuando, a preguntar si hay algo. Para ello tendr¨¢ que aguantar largas colas, aburrirse, desesperarse. Pero se hacen nuevas amistades, se conoce gente, se aprovecha para contar a otros la propia situaci¨®n, en el fondo tan semejante a la de los dem¨¢s. Es el d¨ªa entero lo que tienen por delante. En algunos casos, tambi¨¦n la larga madrugada de las colas.
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