Quiz¨¢ s¨ª, pero tampoco
Los cadetes de una academia militar amenazada de cierre deciden resistir por las armas. Ni la polic¨ªa ni otros militares de graduaci¨®n consiguen convencerles de lo contrario.Al frente de los cadetes se encuentra un joven l¨ªder que, empe?ado en llevar a buen fin su resistencia, ignora que no todos los que le secundan lo hacen con igual convencimiento ni que las disposiciones legales afectan tambi¨¦n a los militares. Se siente agredido en su honor y lucha por defender lo que considera su privilegio.
Aunque, a pesar suyo, numerosos compa?eros abandonan la empresa, el resto de los muchachos, asediados por tanques, encerrados en la isla de su academia, resisten contra viento y marea. Pronuncian, mientras tanto, frases rimbombantes y viven an¨¦cdotas que poco aportan al desarrollo dram¨¢tico del problema, pero que curiosamente entusiasman a un p¨²blico tambi¨¦n juvenil que r¨ªe alborozado los frecuentes chistes contra los civiles y aplaude satisfecho cuando se tirotea al militar que defiende la legalidad.
Taps, m¨¢s all¨¢ del honor
Gui¨®n y direcci¨®n: Harold Becker. Int¨¦rpretes: Timothy Hutton, George C. Scott, Ronny Cox. Norteamericana. 1981. Drama. Local de estreno: Proyecciones.
En los ¨²ltimos momentos de la pel¨ªcula, el cadete l¨ªder reflexiona sobre su fracaso: "Nos han comunicado el amor a la patria, la defensa de nuestro honor, pero algo ha faltado en nuestra formaci¨®n. Por s¨ª solo, esto no tiene sentido", frase m¨¢s o menos literal que quiere compensar la ambig¨¹edad de todo el filme.
Pero ¨¦ste ha marginado tambi¨¦n la actividad de la poblaci¨®n civil y enfrentado s¨®lo dos criterios militares, distintos en su postura ante la toma de la academia militar, aunque coincidentes en su rechazo de quienes no han abrazado la vida castrense: "Ya s¨¦ que no es usted militar. No tiene que disculparse".
Exceptuando la excelente interpretaci¨®n de Timothy Hutton, que obtuvo ya el Oscar de Hollywood por su primer trabajo ante las c¨¢maras en Gente corriente, el resto de la pel¨ªcula revela la torpeza de un director que tiene incluso dificultades para unir sus planos sin que chirr¨ªen. Carece de una l¨®gica narrativa que profundice en la acci¨®n o que respete las cl¨¢usulas del espect¨¢culo.
Para llegar a alg¨²n desenlace, Harold Becker no tiene m¨¢s remedio que acercarse al tremendismo con la muerte accidental de un ni?o cadete, situaci¨®n que provoca la locura individual de otro resistente, sin la que, al parecer, la historia no acabar¨ªa en tragedia. Es decir, el director lleva la pel¨ªcula por un terreno melodram¨¢tico que carece de significaci¨®n.
Sin definirse con rotundidad, la ambig¨¹edad le hace sospechoso. Y aburrido.
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