Aborto, democracia y derechos humanos
?Se puede matar a un ser humano? ?Se puede matar a un ni?o reci¨¦n nacido? ?Se puede matar a la propia madre cuando resulta una carga? ?Se puede matar al propio hijo cuando est¨¢ enfermo o cuando los padres est¨¢n en paro y no tienen medios econ¨®micos para alimentarlo? ?Se puede matar a un minusv¨¢lido, a un demente, a un anciano ... ?Hoy, los defensores de la legalizaci¨®n o despenalizaci¨®n de la interrupci¨®n del embarazo (como llaman eufem¨ªsticamente al aborto criminal) est¨¢n proliferando y, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, defienden -recurriendo a argumentos lacrim¨®genos y a los consabidos t¨®picos abortistas- la despenalizaci¨®n del aborto, es decir, la despenalizaci¨®n del licinicidio (la muerte de un inocente).
Estos defensores de los derechos humanos quiz¨¢ todav¨ªa no saben -o no quieren darse por enterados- que est¨¢ cient¨ªficamente demostrado -y los m¨¦dicos que firmamos este escrito lo atest¨ªguamos- que a partir de la fecundaci¨®n de un ¨®vulo por un espermatozoide existe una nueva vida humana, tan humana, viva e irrepetible como la del ni?o reci¨¦n nacido, del demente, del minusv¨¢lido, del anciano.
A estos defensores de los derechos humanos les preguntamos: ?no tienen ustedes argumentos m¨¢s serios, menos desautorizados que esos tan bien contados 300.000 abortos clandestinos (cifra intencionalmente desorbitada y estad¨ªsticamente indemostrable), la asepsia de las cl¨ªnicas londinenses y los sombr¨ªos escondrijos de las ciudades, liviana decisi¨®n moral para las adineradas y dram¨¢tico conflicto penal para las pobres, libertad interior y exterior de la pareja, el imperio de los hechos, penosa decisi¨®n que afecta a la ¨ªntima uni¨®n de la pareja humana que nadie tiene derecho a violar? ?No aprecian ustedes una evidente desproporci¨®n entre los argumentos causales y el efecto resultante: la provocaci¨®n de la muerte (le un ser humano?
Hoy, los Gobiernos democr¨¢ticos -velando por el bien com¨²n y por el respeto a la persona- han abolido la pena de muerte, incluso para el m¨¢s peligroso criminal convicto y confeso. Poco talante democr¨¢tico manifiesta quien aboga por la despenalizaci¨®n del delito de homicidio de 300.000 seres humanos, inocentes e indefensos dejando esas sentencias de muerte al arbitrio de cada pareja y en de fensa de intereses estrictamente particulares.
Si ustedes, los defensores de la pareja, no admiten que las leyes de un pa¨ªs hayan de fundamentarse en objetivas razones, propias de los especialistas de la filosof¨ªa, de la biolog¨ªa, de la gen¨¦tica, del derecho, de la moral (?en qu¨¦ se fundan para calificar a todo esto de demencia objetiva?), entonces, ?en base a qu¨¦ criterios habr¨ªa que legislar? ?Al del implacable imperio de los hechos? En ese caso, renunciemos a protestar ante la violaci¨®n de los derechos humanos, de los genocidios, de la tortura, del terrorismo, de la insaciable codicia de algunos que sume en la miseria a millones de seres humanos./ y 39 firmas m¨¢s.
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