Un reformista para Italia
COMO TODOS los reci¨¦n llegados a un gran cargo, Ciriaco de Mita se promete y promete a todos el principio de una era nueva en la Democracia Cristiana de Italia, para la que ha sido elegido secretario general. Luego viene el peso muerto, la entrop¨ªa, el cansancio, la burocracia, los practicones, los intereses creados... No hay que desesperar enteramente. Algunos de los reci¨¦n llegados consiguen, verdaderamente, renovar, y la Democracia Cristiana est¨¢ en un punto en el que no le queda m¨¢s que renovarse o morir: la elecci¨®n de Ciriaco de Mita parece indicar que tiende al cambio.De Mita es uno de esos personajes caracter¨ªsticos de la Democracia Cristiana en Italia que proceden d¨¦ una clase social humilde y que han sido moldeados, por un buen p¨¢rroco, de los que en la ¨¦poca del fascismo se esforzaban por representar un liberalismo cristiano; fue pasando de mano en mano del clero hasta la Universidad Cat¨®lica. Atra¨ªdo por la defensa de su clase y de su aldea, profesa una izquierda que fluct¨²a entre el orden y la resignaci¨®n: si ley¨® a Marx, a Gramisci y a Lukas, fue para poder responder que todo se encontraba ya en la Rerum Novarum, en Marc Sagnier y en el Sill¨®n -sobre todo, en Don Sturzo-, y para, con esa respuesta, poder oponerse a la izquierda marxista y atea por naturaleza.
Este t¨®pico, que puede suponer un regreso a los or¨ªgenes de la Democracia Cristiana de Italia, inquieta a los socialistas y a los compa?eros m¨¢s antiguos de De Mita. Se supone que va a realizar reformas, y que esas refor mas van a profundizar la izquierda del partido, robando temas a los socialistas y ahuyent¨¢ndoles de los pactos del arco parlamentario y de la colaboraci¨®n en las alianzas centro-sinistra. El primer resultado de esta pol¨ªtica, si se lleva con vigor y decisi¨®n, puede ser que coloque al Gobierno en minor¨ªa, y si la reforma sigue adelante, que se produzca una disoluci¨®n y una llamada a elecciones generales, en las cuales el partido cristiano cree que po dr¨ªa realizar una campa?a brillante y conquistar -con la ayuda de la providencia y de los p¨¢rrocos- la mayor¨ªa, suficiente para ganar y gobernar solo. Parece una esperanza desmesurada dada la condici¨®n general del tejido de la vida pol¨ªtica italiana.
Pero est¨¢ en lo posible. Dada la gravedad de la situaci¨®n de la Democracia Cristiana de Italia, esta posibilidad es m¨¢s interesante que la de seguir fasiliz¨¢ndose en el inmovilismo, en la maniobra, en el truco o en la oferta de mal menor. Tambi¨¦n es posible que Ciriaco de Mita y sus reformistas terminen siendo digeridos por la planta carn¨ªvora del viejo partido.
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