Toros por las calles
Mucho agradeceremos la publicaci¨®n en ese diario de su digna direcci¨®n de la presente carta, que muestra el sentir de un elevad¨ªsimo n¨²mero de espa?oles que han le¨ªdo, con estupefacci¨®n y verg¨¹enza, las noticias ¨²ltimamente publicadas en la Prensa referentes al proyecto de celebrar en los espacios abiertos de barrios madrile?os gratuitos festejos populares taurinos, as¨ª como el de la Escuela de Tauromaquia de soltar vaquillas para el p¨²blico al final de los espect¨¢culos que ella organice, proyectos ambos que representan una gran regresi¨®n para las buenas costumbres de los espa?oles y su comportamiento c¨ªvico. No puede pasar desapercibida la brutalidad y ensa?amiento que se propina en una multitud a la que se le echan unas vaquillas para que se divierta golpe¨¢ndolas, pinch¨¢ndolas, mare¨¢ndolas; en suma, tortur¨¢ndolas hasta su muerte por dolor y agotamiento. Todo lo que incita a la violencia, sea quien sea o sea lo que sea la v¨ªctima, es deformante y antieducativo. Es antiest¨¦tico y embrutecedor, y denigra a quien en ello se goza, adem¨¢s de poner en peligro de accidentes a personas no duchas en la materia. Y todo esto lo sab¨ªan y lo saben muy bien quienes establecieron los vigentes reglamentos de espect¨¢culos y taurino, en los que, tanto en uno (art¨ªculo 79 y, en cierto modo, el 82) como en otro (art¨ªculos 46 y 48), est¨¢ terminantemente prohibido este g¨¦nero degenerado de espect¨¢culos soeces.No podemos creer que las dignas autoridades mencionadas en algunas de las noticias apoyen una regresi¨®n de tal calibre en nuestras costumbres. Carlos III, aquel rey a Pasa a la p¨¢gina 12 Viene de la p¨¢gina 11 quien tanto debe Madrid, tuvo el buen acuerdo de suprimir semejantes espect¨¢culos que degradan a la especie humana.
?Por qu¨¦ pretender vulnerar ¨®rdenes que benefician, propugnan y favorecen la formaci¨®n ¨¦tica de los espa?oles? Si, para desgracia y verg¨¹enza de ellos mismos, en algunos pueblos, debido a su deficiente cultura, todav¨ªa se dan esta clase de festejos, ello no justifica en modo alguno extender esa degradaci¨®n a espacios abiertos de barrios de nuestro Madrid. Y adem¨¢s ello presenta ante el extranjero una muy desfavorable estampa de Espa?a.
Si queremos un pueblo sano de alma y de cuerpo, d¨¦mosle festejos cultos. Favorezcamos los conciertos, las rondallas, los coros, el inter¨¦s por la lectura, por la ecolog¨ªa, el amor a la naturaleza, la afici¨®n a los deportes, cr¨¦ense m¨¢s bibliotecas, dense dignas representaciones teatrales de alta moral y no fomentemos en nuestro pueblo bajos instintos de salvajismo./ y 43 firmas m¨¢s.
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