El aborto, una ley necesaria
En esta semana se debatir¨¢ en el Pleno del Congreso de los Diputados la proposici¨®n de ley presentada por el Partido Comunista de Espa?a sobre regulaci¨®n de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. La autora expone aqu¨ª el an¨¢lisis que sobre la situaci¨®n actual ha realizado su partido y las razones que le han impulsado a proponer esta ley.
Con el ¨¢nimo de dar soluci¨®n al problema que se les presenta anualmente a cientos de miles de mujeres espa?olas, que se ven obligadas a abortar de forma clandestina, con grave riesgo para su salud f¨ªsica y mental, el PCE presenta en las Cortes una proposici¨®n de ley de regulaci¨®n de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Entendemos que en torno a la discusi¨®n de este proyecto de ley es necesario abrir un debate que ampl¨ªe la esfera de participaci¨®n.Este debate no puede limitarse a los grandes hechos pol¨ªticos y sociales, sino que es necesario abordar, asimismo, los temas de las relaciones interpersonales y de la vida afectiva de los individuos; de todos los hechos privados que, en la medida que implican a amplias masas de personas y son portadores de contenidos ideologicos y morales, se convierten nuevamente en grandes hechos "pol¨ªticos y sociales; se extienden a las conciencias de las mujeres y los hombres, introduciendo en esta esfera nuevos elementos de an¨¢lisis social a partir del respeto hacia los dem¨¢s, a la autonom¨ªa de cada persona y a las relaciones interpersonales, aportando nuevos ideales y contenidos morales. ?Por qu¨¦ una ley de interrupci¨®n voluntaria del embarazo? Ante la realidad objetiva de hasta 300.000 abortos clandestinos anuales, seg¨²n la memoria del fiscal del Tribual Supremo de 1974, el PCE se plantea la urgencia de una ley que satisfaga a la vez las aspiraciones de las mujeres y las necesidades de la sociedad en esta materia. El fin prioritario es, sin ning¨²n g¨¦nero de duda, la defensa del ejercicio de la maternidad en las mejores condiciones para la madre y para la vida del futuro hijo/a. Dentro de este marco, el objetivo fundamental es la lucha contra el aborto clandestino y la propuesta y adopci¨®n de medidas tendentes a evitar dichos abortos clandestinos.
Porque parad¨®jicamente nos encontramos en un pa¨ªs cuyo Gobierno, supuestamente antiabortista, no pone ning¨²n medio para evitar los abortos clandestinos, salvo su penalizaci¨®n (que, por otro lado, la realidad nos demuestra que es una medida ineficaz para su erradicaci¨®n), favoreciendo, por el contrario, su pr¨¢ctica habitual. Esto es as¨ª porque en Espa?a son pr¨¢cticamente inexistentes medidas eficaces que regulen la prevenci¨®n del aborto en materia de administraci¨®n e informaci¨®n sobre anticonceptivos, as¨ª como otro tipo de leyes de protecci¨®n a la maternidad, al igual que las existentes en otros pa¨ªses donde incluso el aborto est¨¢ legalizado o despenalizado.
Respeto a las conciencias
En este punto conviene hacerse una pregunta: ?cu¨¢ntas personas, en nuestra sociedad, estar¨ªan de acuerdo en que se dictasen normas sobre regulaci¨®n del embarazo que permitiesen erradicar el aborto clandestino? Seguramente una mayor¨ªa. Al margen, por supuesto, de que haya un amplio n¨²mero de personas cuyas conciencias, por motivos religiosos o de otra ¨ªndole, que es necesario respetar, no les permitiese a ellas personalmente poner en pr¨¢ctica la interrupci¨®n del embarazo. Precisamente porque hay que respetar en una sociedad democr¨¢tica las opiniones y la voz de las conciencias de todos, ning¨²n sector puede imponer coactivamente a los dem¨¢s sus propios puntos de vista.
Hist¨®ricamente ha sido la Iglesia cat¨®lica, aunque su opini¨®n haya variado seg¨²n las ¨¦pocas, la que de una forma m¨¢s clara ha manifestado su oposici¨®n. Y es en los pa¨ªses con tradici¨®n cat¨®lica y escasa tradici¨®n democr¨¢tica donde ha sido m¨¢s dif¨ªcil regularizar la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. En Europa s¨®lo quedan por hacerlo Irlanda, Portugal y Espa?a. A partir de la aprobaci¨®n por una inmensa mayor¨ªa de espa?oles de la Constituci¨®n, Espa?a se manifiesta como un Estado no confesional. No se puede, por tanto, como se est¨¢ pretendiendo, imponer una legislaci¨®n sobre el tema a partir del confesionalismo.
Es necesario, por el contrario, un esfuerzo por parte de todos para encontrar una soluci¨®n razonable que respete al m¨¢ximo las conciencias individuales. El enfoque m¨¢s correcto puede ser considerar el aborto, por su magnitud, un problema de Estado, al cual dicho Estado debe dar soluci¨®n. Este adoptar¨¢ las medidas necesarias y legislar¨¢ en consecuencia, optando necesariamente por alg¨²n tipo de regularizaci¨®n, despenalizaci¨®n o legislaci¨®n de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. As¨ª, el problema se traslada de la conciencia personal al Estado, que asume con realismo dicho problema. Las medidas que proponga el Estado en esta materia no son de obligado cumplimiento, sino optativas para que se acojan a ellas los distintos sectores, seg¨²n sus conciencias personales y religiosas.
Cualquier enfoque diferente sobre la interrupci¨®n voluntaria, del embarazo conlleva necesariamente una manipulaci¨®n e instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica. Y las mujeres que desgraciadamente se encuentran con la necesidad de abortar huyen de estos planteamientos. No nos debemos olvidar que en Espa?a, lo mismo que en otros pa¨ªses, abortan por necesidad mujeres de todas las ideolog¨ªas y confesiones religiosas.
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