Residuos antidemocr¨¢ticos
No es necesario aportar muchas pruebas, y menos en estos momentos, para mostrar cu¨¢n pesado es el lastre que el actual r¨¦gimen soporta como herencia funesta de la anterior dictadura.Entre otras hipotecas, ¨¦sta le transmiti¨® un bagaje ideol¨®gico profundamente antidemocr¨¢tico, muy arraigado en amplios sectores de los aparatos del Estado. As¨ª, vemos c¨®mo en los organismos de ¨¦ste, sean represivos, administrativos o espec¨ªficamente ideol¨®gicos (RTVE, ex Prensa del Movimiento, etc¨¦tera), sobreviven y se reproducen concepciones y actitudes antidemocr¨¢ticas, mientr as que las ideas constitucionales se abren paso en los mismos a trav¨¦s de grandes esfuerzos y dificultades. Esto no sorprende, teniendo en cuenta la forma de transici¨®n de un r¨¦gimen a otro que se impuso en 1977. Lo que s¨ª puede parecer parad¨®jico es que tambi¨¦n los aparatos pol¨ªticos, que aparentemente tanto han cambiado, den muestras de conservadurismo o de incapacidad ideol¨®gica.
No olvidemos que ¨¦stos, desde las C¨¢maras legislativas y el Gobierno central, hasta los ¨®rganos auton¨®micos, las diputaciones y los ayuntamientos, poseen m¨²ltiples y variados medios de generar y difundir ideolog¨ªa, entendiendo por ¨¦sta la f¨®rmulaci¨®n de ideas conceptos y valoraciones de la persona humana y sus derechos de la convivencia social y pol¨ªtica del pasado hist¨®rico, etc¨¦tera.
Sin embargo, los organismos pol¨ªticos antedichos vienen mostrando altas dosis de insuficiencia y de ambig¨¹edad a la hora de crear y difundir actitudes y concepciones coherentes con la democracia y en especial, cuando se trata de eliminar aquellas que son prop¨ªas del r¨¦gimen anterior, que surgieron Y se perpetuaron en funci¨®n de su legitimaci¨®n.
Recordando algunos ejemplos significativos, resulta lamentable que la Constituci¨®n aprobada en 1978 cumpliese sus dos primeros aniversarios sin una celebraci¨®n digna y adecuada, y que s¨®lo despu¨¦s del sobresalto del 23-F se haya organizado dicha conmemoraci¨®n.
Por otra parte, han pasado casi dos legislaturas sin que el Parlamento y el Gobierno sean capaces de imponer el uso generalizado del nuevo escudo del Estado. Y tampoco parece que se den mucha prisa en dotar al himno nacional de una letra acorde con los valores constitucionales.
Mientras tanto, en importantes sectores oficiales sigu¨¦n exhibi¨¦ndose celebraciones de aniversarios, s¨ªmbolos y retratos que exaltan momentos hist¨®ricos y figuras muy poco compatibles con el sistema democr¨¢tico.
Al mismo tiempo, la ultraderecha se apropia y manipula los s¨ªmbolos del Estado de forma partidista y agresiva, sin que los poderes p¨²blicos tengan la firmeza de evitar o castigar tales mixtificaciones.
En cuanto a los partidos pol¨ªticos, el que gobierna, que se proclama democr¨¢tico y de centro, es responsable, primero, de las contradicciones y de la inoperancia ideo l¨®gica que manifiestan los organismos mencionados. Y adem¨¢s, en su interior, a nivel de cuadros intermedios y de base, presenta unas cotas de conservadurismo ideol¨®gico inquietantes.
Algunos ejemplos
La Prensa provincial de C¨®rdoba de los ¨²ltimos meses da cuenta de dos ejemplos destacados que pueden ilustrar lo que decimos.
El alcalde de Villanueva de C¨®rdoba (UCD), junto con los concejales de su partido, impiden obstinadamente que se coloque en el cementerio municipal una l¨¢pida en recuerdo de los republicanos de aquel pueblo muertos durante la guerra y la posguerra. Aunque en el mismo recinto se levant¨® hace a?os un monumento a los del bando vendedor.
En Puente Genil, el Ayuniamiento actual decidi¨® hace alg¨²n tiempo retirar de la v¨ªa p¨²blica la estatua del general Franco, que hab¨ªa sido erigida en junio de 1977, coincidiendo con las primeras elecciones democr¨¢ticas. Pero, antes de hacerlo, los municipios de UCD y CD han decidido ofrec¨¦rsela a las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado para que la instalen en uno de los acuartelamientos locales.
Si ¨¦stas aceptan, acogen lo que Puente Genil rechaza de su plaza p¨²blica, y pueden parecer enfrentadas con el sentir del pueblo e identificadas con el de ciertos sectores pol¨ªticos muy concretos. Pero si rechazan el ofrecim¨ªento, estos mismos pueden acusarles de desacato a la figura del que todav¨ªa es, parad¨®jicamente, n¨²mero uno del escalaf¨®n militar.
Pero estos dos casos no son m¨¢s que muestras significativas de actitudes ideol¨®gico-pol¨ªticas bastante extendidas entre los cuadros de base de los partidos de la derecha parlamentaria.
Muchos cargos pol¨ªticos de UCD mantienen unas posiciones ideol¨®gicas m¨¢s acordes con sus antiguas fidelidades y militancias en el seno del Movimiento que con su actual filiaci¨®n pol¨ªtic¨¢.
Algunos concejales y alcaldes de este partido siguen llam¨¢ndose p¨²blicamente joseantonianos. Y es norma entre ellos oponerse de plano, o por medio de subterfugios, a la necesaria renovaci¨®n de toda esa simbolog¨ªa urbana, compuesta de nombres de calles, inscripciones y monumentos, que expresa y difunde una interpretaci¨®n de nuestro pasado hist¨®rico reciente tan parcial e interesada como deformadora de la realidad.
Seg¨²n esta simbolog¨ªa, nuestros abuelos se divid¨ªan en "combatientes por Dios y por Espa?a" y "hordas marxistas asesinas"; los jefes del bando vencedor se citan como "h¨¦roes" y "m¨¢rtires"; los del otro, como la "anti-Espa?a"....
Son incoherentes las reininiscencias de esa parafernalia franquista en un r¨¦gimen que proclama como valores superiores de la convivencia la reconciliaci¨®n de los espa?oles, la tolerancia, el pluralismo pol¨ªtico, la confrontaci¨®n civilizada de ideas y de intereses. A no ser que las fuerzas sociales y pol¨ªticas conservadoras se mantengan aferradas a una actitud mental reticente y amenazante para con las dem¨¢s y, por tanto, para con la misma democracia.
Recuperar la 'memoria hist¨®rica'
La consolidaci¨®n del sistema democr¨¢tico pasa por la reciiperaci¨®n de nuestra aut¨¦ntica memoria hist¨®rica. Que no es la interpretaci¨®n del pasado elaborada por unos cuantos para impon¨¦rsela a todos los dem¨¢s, sino la que entre todos hemos de construir por medio del recuerdo desapasionado, del estudio cient¨ªfico y de debate pura y libre.
Mentras tanto, conviene ir soltando el lastre de esa valoraci¨®n de la historia que el r¨¦gimen anterior acu?¨® y difundi¨® con profusi¨®n, en beneficio exclusivo de su propia justificaci¨®n.
En cuanto a la democracia, ¨¦sta no podr¨¢ sentirse consolidada hasta que no haya elaborado y difundido, en torno a los valores fundamentales del sistema, una s¨®lida plataforma ideol¨®gica que la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles sienta como cosa propia, como bien social de primer orden.
Las formaciones pol¨ªticas de derechas que de veras quieran, consolidar el r¨¦gimen tendr¨¢n que renunciar a muchos supuestos y h¨¢bitos mentales adquiridos durante cuarenta largos a?os de identificaci¨®n con el franquismo.
Tendr¨¢n que asumir con. m¨¢s firmeza los valores democr¨¢ticos, difundirlos entre sus bases pol¨ªticas y sociales, y exponerlos de cara al pueblo en general, sin reservas mentales ni ambig¨¹edades sospechosas.
La izquierda, por su parte, deber¨ªa dar muestras de una mayor firmeza y creatividad ideol¨®gicas. Pues a ella corresponde, aiinque sea s¨®lo por estar en la oposici¨®n, plantear el logro de mayores cotas de libertad, igualdad, participaci¨®n, moralidad, renovaci¨®n... En cuanto a renunciar, ya lo ha hecho en bastantes temas, a riesgo cle parecer en ocasiones pasiva, acomodaticia o claudicante.
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