La crisis de las Malvinas, desde la ventana del Papa
El papel desempe?ado por el Vaticano en la crisis de las Malvinas es analizado en este art¨ªculo por el historiador y soci¨®logo Gordon Thomas, quien desde hace 10 a?os prepara una amplia investigaci¨®n sobre la Santa Sede contempor¨¢nea. La inc¨®gnita que rodea la conveniencia o no de suspender la visita papal a Gran Breta?a ha de quedar despejada esta semana.
Hasta ahora, el papel de la Santa Sede en el conflicto de las Malvinas ha sido deliberadamente discreto y consecuentemente poco advertido. Pero los ¨²ltimos acontecimientos, la guerra abierta en el Atl¨¢ntico sur, han forzado a la diplomacia vaticana hasta los l¨ªmites de su considerable paciencia y habilidad. La situaci¨®n se ha visto exacerbada con el aumento de la tensi¨®n en Polonia.Numerosos han sido los mensa?es enviados desde Buenos Aires por el viejo cardenal, de 70 a?os, Juan Carlos Aramburu; mensajes que constituyen una aguda evaluaci¨®n para informaci¨®n del Papa y de su astuto secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli.
A pesar de la elegancia de su espa?ol y del lenguaje prudente de la jerarqu¨ªa argentina, Aramburu no ha dejado la menor duda a la Santa Sede de que, a pesar de las victorias militares del Reino Unido, la moral de los argentinos se ha fortalecido. Sus informes hablan de una recuperaci¨®n del patriotismo y una determinaci¨®n de resistir.
Graves consecuencias
Pero lo que es m¨¢s importante para el Vaticano es que Aramburu ha se?alado las consecuencias potencialmente graves para la Iglesia en Argentina, y puede que en toda Am¨¦rica del Sur, si el Papa llegara a visitar el Reino Unido a finales de este mes.
En Am¨¦rica Latina hay un total de 204.104.000 cat¨®licos bautizados. En Am¨¦rica Central hay otros 79.114.000, y 17.529.000 m¨¢s en las islas de Am¨¦rica Central. Cerca del 40% de la fuerza total de la Iglesia proviene de una parte del mundo que se est¨¢ volviendo cada vez m¨¢s hostil al Reino Unido.
Para muchos millones de estas personas es impensable que el Papa vaya al Reino Unido. Esta visita podr¨ªa llevar a una crisis de la que la Iglesia saldr¨ªa profundamente dividida.
Aramburu, que ha sido considerado siempre como moderado, se ha convertido en un halc¨®n respetuoso urgiendo al Papa a que cancele su viaje al Reino Unido Ha encontrado un creciente apoyo en el resto de los dieciocho cardenales en Am¨¦rica del Sur y las Antillas.
Y los nuncios papales de aquella zona han estado enviando informes altamente secretos al Vaticano advirtiendo de los efectos a largo plazo que una visita papa al Reino Unido en estos momentos podr¨ªa tener para la Iglesia.
Bofet¨®n en pleno rostro
Un nuncio me lo expres¨® de una manera no muy diplom¨¢tica: "Si el Papa va al Reino Unido, lo considerar¨¢n como un bofet¨®n en pleno rostro. Y, por puras matem¨¢ticas, no se puede permitir ponerse en contra a una tercera parte de la Iglesia s¨®lo por complacer a un relativamente peque?o n¨²mero de no muy buenos cat¨®licos". ,
En Londres, el cardenal Basil Hume, el dirigente de 59 a?os de esos "no muy buenos cat¨®licos" se estar¨¢ tambi¨¦n preguntando cu¨¢les ser¨¢n los resultados de semanas de intensa presi¨®n sobre el Vaticano.
Desde el momento en que estall¨® la crisis, Hume se dio cuenta de que la cuesti¨®n de las Malvinas pod¨ªa torpedear la visita papal con mayor rapidez a¨²n con la que el submarino nuclear de la Armada brit¨¢nica hundi¨® el crucero argentino.
Inmediatamente envi¨® su propio misil al Vaticano: un documento con todo tipo de argumentos recalcando que no se deber¨ªa cancelar la visita del Papa.
Estos eran algunos de sus argumentos: el Reino Unido acaba de intensificar las relaciones diplom¨¢ticas con la Santa Sede. Suspender la visita ser¨ªa hacerle el juego a los extremistas protestantes de la oposici¨®n. Adem¨¢s, hay que tener en cuenta los costes: los gastos podr¨ªan hacerle perder a la Iglesia brit¨¢nica m¨¢s de siete millones de libras.
Las principales personalidades cat¨®licas del Reino Unido empezaron a acudir al Vaticano para defender su caso ante los cada vez m¨¢s molestos funcionarios papales.
Al arzobispo Bruno Heim, que ocupa la reci¨¦n creada nunciatura en Londres, se le pidi¨® que utilizara toda su influencia para urgir al Papa a que deb¨ªa venir a dar la comuni¨®n a los cat¨®licos de Inglaterra, Gales y Escocia y a levantar un puente entre Roma y Canterbury.
El informe de Heim, cuidadosamente neutral, un ejemplo de buena diplomacia, fue evaluado en comparaci¨®n con otros informes.
Postura sovi¨¦tica
Se le consult¨® al cardenal Franz Koenig de Viena.
?C¨®mo ver¨ªa el bloque sovi¨¦tico una visita del Papa al Reino Unido en estos momentos? Koenig, uno de los principales especialistas de la Iglesia en las consecuencias de la ostpolitik, se?al¨® los peligros potenciales.
La semana pasada, en Viena, Koenig me hizo una cuidadosa evaluaci¨®n de cu¨¢les eran los peligros que ve¨ªa: "Los sovi¨¦ticos est¨¢n siempre preparados para explotar situaciones de este tipo. Podr¨ªan emplearlo para meter una cu?a entre la Iglesia y Am¨¦rica del Sur. Y eso ser¨ªa potencialmente muy peligroso. Podr¨ªa crear un vac¨ªo que permitir¨ªa la extensi¨®n del comunismo".
Durante la semana pasada, el Vaticano ha estado analizando todas las opiniones, las implicaciones y las predicciones sobre la eventual visita de Juan Pablo II a Gran Breta?a y sus consecuencias sobre la grey de este pa¨ªs y de Argentina.
Al menos un especialista en asuntos del Vaticano insisti¨® en que el precavido y cuidadoso respaldo de Basil Hume al uso de la fuerza expedicionaria por parte de Margaret Thatcher podr¨ªa haberle costado alg¨²n apoyo. Seg¨²n otra opini¨®n, no hac¨ªa m¨¢s que reflejar el sentimiento nacional.
Casaroli, protagonista
Gran parte del an¨¢lisis final se ha desarrollado en forma de conversaciones directas entre el Papa y el cardenal Casaroli. Estas reuniones han ocupado gran parte del largo horario de trabajo del Papa.
El lunes pasado, por ejemplo, Agostino Casaroli se uni¨® al Papa en la misa que dice a, primera hora de la ma?ana en la capilla privada de Juan Pablo II, en el piso superior de las habitaciones del Papa, parte del laber¨ªntico palacio Apost¨®lico.
Desayunaron juntos caf¨¦, salchichas polacas, y tostadas, servidas por una de las monjas de la orden polaca de Mar¨ªa Bambina.
Luego pasaron a la biblioteca de audiencias, que el Papa Juan Pablo II ha decorado personalmente, eliminando el desorden de las antiguas colecciones papales, del mobiliario y las tallas que el Papa Pablo VI hab¨ªa atesorado, sustituy¨¦ndolas por algunas c¨®modas sillas y mesas antiguas y ¨®leos del siglo XVII. El martes por la tarde, los dos hombres estuvieron caminando en el jard¨ªn privado del Papa, que se encuentra en la terraza de sus habitaciones, discretamente oculto a la vista por un falso tejado.
El mi¨¦rcoles por la ma?ana, como todas las semanas, el Papa empez¨® a pensar seriamente en sus palabras del domingo a mediod¨ªa.
Una de las personas que le vieron durante la misa de la ma?ana inform¨® que el Papa estaba desacostumbradamente pensativo y preocupado. Envuelto en su blanca sotana de hilo, blancos zuchetti, el bonete y los pies en zapatos del 42, el Papa parec¨ªa cansado y con ojeras.
Un funcionario del Vaticano me dijo: "Son unos d¨ªas muy dif¨ªciles para el Santo Padre. A pesar de que el Esp¨ªritu Santo le gu¨ªa, como siempre, siente la tensi¨®n de los recientes acontecimientos".
Durante toda esta semana, esta tensi¨®n no ha hecho m¨¢s que aumentar. Esto se debe en parte a que el Vaticano est¨¢ dispuesto a, y deseoso de, participar en la soluci¨®n al conflicto entre el Reino Unido y Argentina. El papa Juan Pablo II ya ha pedido p¨²blicamente la vuelta a las negociaciones diplom¨¢ticas. Pero la belicosidad de la Junta argentina y de Margaret Thatcher y su gabinete de guerra, en opini¨®n del Vaticano, desechan toda posibilidad seria de desembocar en la negociaci¨®n.
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