En EE UU se dibuja un nuevo tipo de relaciones con la crisis b¨¦lica de las islas Malvinas
Estados Unidos absorbe, directa o indirectamente, cerca de la mitad de la deuda externa de Am¨¦rica Latina y el Caribe, que en 1981 -seg¨²n estimaciones contrastadas del Banco Mundial, CEPAI y otras fuentes- alcanz¨® los 250.000 millones de d¨®lares, casi un 50% de la deuda exterior de todo el llamado Tercer Mundo. Con el agravante que dicha deuda. se multiplic¨® por cuatro en Am¨¦rica s¨®lo desde 1977, una vez por a?o, ritmo que se repiti¨® en Argentina desde el golpe de Estado militar de 1976.Para las capitales americanas tradicionalmente aliadas a Estados Unidos, el pago anual de la deuda externa -un 20% de costo financiero- supone ni m¨¢s -ni menos que la mitad de sus exportaciones, estimadas en 105.000 millones de d¨®lares. El r¨¦gimen militar argentino, despu¨¦s de establecerse a sangre y fuego, elev¨® la deuda del pa¨ªs de 6.000 a 35.000 millones de d¨®lares, y debe pagar en 1982 no s¨®lo 7.200 millones por servicios, sino otros 4.500 millones por intereses, lo que en Buenos Aires ya se da como imposible.
En la reuni¨®n de la Organizaci¨®n d e Estados Americanos (OEA), en Washington, en abril pasado, no s¨®lo se desencol¨® la mesa del Tratado Interamericanode Asistencia Rec¨ªporca (TIAR) -propiciado por Washington contra el "enemigo comunista extracontinental"-, sino tambi¨¦n se dio la extremaunci¨®n a la doctrina Monroe (1823). Esta, con la divisa "Ani¨¦rica para los americanos", surgi¨® como estrategia antieuropea de la nueva gran potencia septentrional, y acab¨® estos d¨ªas por, su alianza con Londres.
Cad¨¢ver de una doctrina
Los ministros de Exteriores se ensa?aron en la OEA -antiguamente llamada "ministerio de colonias" de Estados Unidos- con el cad¨¢ver de una doctrina que convirtiera a la Am¨¦rica de habla hispana en el coto de materias primas baratas del nuevo imperio, que desaloj¨¦ al brit¨¢nico de ese territorio.
Demasiadas contradicciones se acumularon en la OEA: los problemas del az¨²car, la pesca, el caf¨¦, y virtualmente todos los productos latinoamericanos de exportaci¨®n, de cuyo tr¨¢fico Estados Unidos obtiene su ¨²nico super¨¢vit en el delicado d¨¦ficit de su balanza comercial mundial en los ¨²ltimos a?os. El caso del az¨²car, verbigracia, afecta a once pa¨ªses de Centroam¨¦rica y el Caribe, asolados por el neoproteccionismo de Washington, que trae de esa zona el 40% de sus, necesidades.
Venezuela y Ecuador, a su vez, son obsequiados por las cl¨¢usulas anti-OPEP de Washington, Argentina y Brasil, por mil impedimentos arancelarios para carnes, textiles y calzado, mientras Cuba, Nicaragua y Granada deben distraer recursos hacia la defensa por las abiertas amenazas de intervenci¨®n de la Administraci¨®n Reagan. No es por mero azar que en el debate de la OEA por la cuesti¨®n de las Malvinas, Nicaragua expresara que su solidaridad con Buenos Aires "puede ir m¨¢s lejos" de la resoluci¨®n burocr¨¢tica.
Sergio Ram¨ªrez Mercado miembro de la c¨²spide del Gobierno sandinista, dijo a este observador -en entrevista durante su reciente estancia en Madrid- que vemos un peligro real no s¨®lo de una invasi¨®n de la Marina de Guerra de Estados Unidos, sino de su urdimbre secreta de activaci¨®nde bandas mercenarias con igual prop¨®sito. Sabemos que hay argentinos haciendo el trabajo de entrenamiento de esas bandas tras la frontera con Honduras". La soledad de Washington
La desolaci¨®n de Washington, en su propia casa, durante la reuni¨®n del TIAR, y su propio choque con el Buenos Aires oficial, eclosiona en " el marco de un proceso de emancipaci¨®n cuyo detonador fue La Habana en 1959, y que durante un cuarto de siglo no pudieron contener siete presidentes norteamericanos.
No es casual que fuera precisamente en esta zona donde Washington (y la Westinghouse) perdiera su liderazgo y monopolio en el mercado nuclear mundial, con el contrato por un ambicioso proyecto de Brasil (1975) con un consorcio germano-occidental. Paul Joskow, del Massachusetts Institute of Technology, en una investigaci¨®n financiada por la Ford Foundation lleg¨® a esa conclusi¨®n y se?al¨® que su pa¨ªs hab¨ªa quedado, en el ¨¢rea del reprocesamiento de combustible y de los reactores reproductores, detr¨¢s de Francia, Alemania, Jap¨®n, Canad¨¢ y Reino Unido.
Se entiende mejor as¨ª lo que ocurre en un continente en el que la CIA es acusada de los asesinatos de comandantes en jefe del Ej¨¦rcito (Ren¨¦ Schrieider y Carlos, Prats, chilenos; Juan Jos¨¦ Torres, boliviano, los dos ¨²ltimos en Buenos Aires); del arzobispo salvadore?o Oscar Romero, y de los extra?os accidentes a¨¦reos en que murieron el presidente de Ecuador, Jaime Rold¨®s; el jefe de la Guardia Nacional de Panam¨¢, Omar Torrijos, y el jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Per¨², Ra¨²l de los Hoyos.
Otras alianzas
Londres y otras grandes capitales europeas recordaron de s¨²bito en abril pasado que el r¨¦gimen castrense argentino viola sistem¨¢ticamente los derechos humanos. Lo cierto es que para vender modernos armamentos a Buenos Aires (Londres, fragatas misiles y Bonn, submarinos,) el silencio y el desaire oficial eran su agasajo a las misiones de denuncia realizadas por las Madres de Plaza de Mayo, juristas y dirigentes pol¨ªticos y sindicales. Silencio pragm¨¢tico que uni¨® al Oeste y al Este de la industrializada Europa. Los derechos humanos -se comprob¨®- son un paraguas que se abre o cierra seg¨²n los signos del cielo de los buenos negocios.
El proyecto nacional del establishment brit¨¢nico -seg¨²n confidencias diplom¨¢ticas- era "recuperar relevancia mundial gracias al tesoro petrolero del mar del Norte". Los mejores r¨¦ditos se aguardaban para la d¨¦cada actual, en la que se pretend¨ªa una extracci¨®n de cuatrocientos millones de metros c¨²bicos de petr¨®leo/gas, que en m¨¢s de un tercio corresponder¨ªan al Reino Unido. La situaci¨®n econ¨®mica presente de Londres -incluida su City financiera- indica que tales r¨¦ditos fueron a alegrar cualquier fondo menos el del despegue nacional. S¨®lo le queda el sue?o de instalar en el mar de las islas Malvinas las plataformas submarinas del mar del Norte, ya amortizadas.
La flota que ha enviado al Atl¨¢ntico sur, estaba -en buena parte- en fase de subasta internacional, para concentrar recursos en el plan de superdotaci¨®n tecnol¨®gica y bal¨ªstica nuclear, auspiciado por la premier Margaret Thatcher y su responsable de Defensa, John Nott. Los mismos confidentes revelaron que, en una primera reuni¨®n de Thatcher con el general Alexander Haig, ¨¦ste recomend¨® prudencia militar y respuesta no excesiva" a Buenos Aires, para no incurrir en dificultades con la CEE y, por ende, con la OTAN. La respuesta, cortesmente g¨¦lida, de la primera ministra fue: "En tales condiciones no sabemos qui¨¦n puede impulsar debidamente el despliegue de los 572 misiles Pershing II y Cruise".
El plan de Washington de renovaci¨®n de misiles en Europa, cuyo m¨¢ximo adalid es Londres, agravaba obl¨ªcuamente la crisis de las Malvinas.
Cuestiones de liderazgo
Hace tres a?os, cuando el ya ex comandante supremo de la OTAN no era a¨²n secretario de Estado, Haig afirm¨® con vehemencia, en un simposio acad¨¦mico, que "se hab¨ªa producido un vac¨ªo de liderazgo" en el pacto atl¨¢ntico por la creciente duda sobre las propuestas estadounidenses, vac¨ªo que "Par¨ªs y Bonn no llenaban porque no lo quer¨ªan".
La cuesti¨®n Malvinas agudiz¨® la avaricia de Londres respecto a sus obligaciones con la CEE, ya que se niega a aportar los 1.760 millones de d¨®lares para el presupuesto 1982/1983 de la Comunidad, en tanto que s¨®lo deposit¨® 93 millones de su cuota similar de 1981.
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