Peste a bordo
La tropa de Campamento comienza a parecerse peligrosamente a la tripulaci¨®n conradiana de un velero desarbolado, sin gobernalle y a la merced de los se?ores de los vientos. Ayer hubo reyerta verbal y reto, y se detect¨® una epidemia de rubeola. S¨®lo nos falta el escorbuto para ganar plaza en las gacetillas mar¨ªtimas como nav¨ªo fantasma o en trance de darse por perdido, o enarbolador del gallardete amarillo de los buques infectados. La rubeola -peor que la amenaza de un par de bofetadas- sent¨® sus reales la pasada semana entre varios soldados de Campamento, ya hospitalizados, y, ayer algunas se?oras comentaban preocupadas su reciente adquisici¨®n de infartos ganglionares, ronchas, sarpullidos, manchas extra?as sobre sus epidermis, propias de una amenaza infectocontagiosa. Lo dicho: la atm¨®sfera mef¨ªtica, s¨®lida, pesada y aplastante del buque fantasma perdido en el calm¨®n de alg¨²n mar que no figura en las cartas de marear.La reyerta fue matinal y sin mayor importancia. Nieto Funcia (defensor del teniente de la Guardia Civil Santiago Vecino) accedi¨® temprano a Campamento, en su Mercedes de siempre y acompa?ado por un hijo y dos nuevos compa?eros: la escolta policial que le han asignado desde la noche del lunes. El Tribunal y el jefe de la Relator¨ªa del Ej¨¦rcito le informaron oficialmente de la renuncia de su defendido a sus servicios, firm¨® la aceptaci¨®n y con la toga en su bolsa de damasco rojo enfil¨® tranquilo la puerta de salida. Pardo Gayoso, coronel y abogado, ayudante de la defensa de Tejero, falangista con a?oranzas ¨¢cratas, ex-gobernador civil de Ja¨¦n, hombre inmenso que presume de punter¨ªa y de resolver las querellas a la usanza de los hombres machos, le tild¨® de cerdo. A m¨¢s del reto f¨ªsico final. Nieto Funcia se vi¨® rodeado de periodistas -"M¨ªralos como van a bailarle el agua"-, relajado y sonriente, cuando una se?ora casi le pasa por la cara un ejemplar de Diario 16 que insertaba en su primera p¨¢gina su fotograf¨ªa y su caso. Nada. Vocer¨ªo de cubierta. Y el comentario de 1 abogado Nieto sobre la amabilidad del Tribunal y su excelente disposici¨®n hacia los tenientes de la Guardia Civil envueltos en esta causa.
Fue sustituido (se hizo una gesti¨®n sin ¨¦xito para que el abogado Manuel Novalvos se ocupara del informe) por el teniente de aviaci¨®n y letrado Hern¨¢ndez Gri?¨®, quien despach¨® la papeleta en diez minutos, con voz neutra y remifi¨¦ndose a lo dicho a cuenta de su propio defendido. La verdad es que no son precisos grandes esfuerzos procesales con los tenientes de la Guardia Civil. Est¨¢ cantado que con la prisi¨®n preventiva ya cumplida y p¨²blicas las sentencias, se marchan a la calle.
Manuel Novalvos, el ¨²ltimo informante del proceso (defensor del teniente de la Guardia Civil Boza Carrasco) es uno de los abogados t¨ªpicos que han venido a esta causa a hacer Derecho. Jovial, protagonista como padre de un natalicio tard¨ªo entre la tripulaci¨®n de Campamento, profesor de clases nocturnas en su Facultad, adem¨¢s no cobrar¨¢ su minuta. Quiere la experiencia y el pasar por un juicio hist¨®rico. All¨¢ ¨¦l si, como otros de la misma l¨ªnea profesional, archivan sus minutas en las carpetas del lucro cesante. Puede que sus defendidos carezcan de posibles, pero en la trastienda de la asonada de febrero hay dinero para pagar algo m¨¢s que minutas millonarias. Tal como est¨¢n las cosas es preferible que la financiaci¨®n se drene hacia los profesionales de la toga.
Buena defensa, pulcramente trabajada, que obvia la menor politizaci¨®n, desde?a el manido estado de necesidad y se aferra al palo de mesana de estos alegatos en favor de los tenientes: que obedec¨ªan ¨®rdenes leg¨ªtimas. O al menos de sus mandos leg¨ªtimos. Aduce como eximentes la obediencia debida y el haber despuesto armas sin hacer uso de las mismas. En un celo profesional que le honra, pero que no deja de ser un exceso, pide para su defendido la aplicaci¨®n del art¨ªculo 121 de la Constituci¨®n, para que se le reparen econ¨®micamente los da?os y perjuicios sufridos por lo que tiene como "clar¨ªsimo error juidici¨¢l". Como los dem¨¢s tenientes, Boza Carrasco saldr¨¢ con bien de esta, pero conviene resistir tenazmente la tentaci¨®n creciente en Campamento de repartir sobres, parabienes y medallas.
Hoy hace tres meses que bajo una inmisericorde manta de lluvia busc¨¢bamos por la carretera de Extrernadura la dudosa direcci¨®n del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito. El dato retrata la barbaridad pol¨ªtica de procesos militares, tan dilatados. Un alto funcionario, agostado por el torment¨®n que estos d¨ªas ahoga Madrid, apuntaba": ?Pero os acordais que aqu¨ª vinimos con abrigo?".
La lentitud ha servido para todo. Esposas de procesados han redactado cartas personales, de mujer a mujer, a las esposas de los consejeros del Tribunal. En s¨ªntesis: "Mi querida amiga: como mujer perteneciente como t¨² a la familia militar te ruego te unas a mis oraciones para que tu marido sea capaz de dictar una sentencia justa en esta causa...". Los ni?os en los mismos colegios, pobladores de las mismas viviendas, compradores del mismo economato y farmacia militar... y con la solidaridad femenina trabajando en las intimidades para la noble causa. Habr¨¢ que sentirlo por los niveles de adrenalina de los oficiales generales consejeros que forman el Tribunal. Mueve a sorpresa que el capit¨¢n de este nav¨ªo, metido casi a la fuerza en el camarote del "G¨®mez Ulla", recuperado ya de su ¨²lcera "de siempre", haya pretendido volver al puente de esta embarcaci¨®n. Muy probablemente los buenos oficios de Pedrol Rius, decano de la abogac¨ªa espa?ola, hayan convencido al teniente general Alvarez Rodr¨ªguez de que no retomara la presidencia efectivadel juicio.
?Qu¨¦ nos queda? El pr¨®ximo lunes, al calor de los resultados electorales andaluces, dir¨¢ el fiscal si hace uso de su derecho de r¨¦plica. Si hace tal abre a las defensas la posibilidad de la d¨²plica y entraremos en otra derrota ininteresante y dilatoria. Presumiblemente renunciar¨¢ a ese ¨²ltimo turno o ser¨¢ muy breve. El caso es que aqu¨ª ya no hay m¨¢s tela que cortar. Despu¨¦s se conceder¨¢ la palabra a los justiciables por si tienen algo novedoso que aportar en su descargo. Tiembla el misterio. Muchos est¨¢n a la m¨¢quina llenando folio tras folio. De voces, aplausos y gesticulaci¨®n para la galer¨ªa no nos libra el zozobrar final de la traves¨ªa. Luego el Tribunal tiene ocho d¨ªas h¨¢biles para dictar sentencia. Se reunir¨¢n donde decida G¨®mez de Salazar, presidente en funciones. Se les ha aconsejado, por razones de seguridad fisica e informativa, la reclusi¨®n en alg¨²n parador nacional. Y en los primeros d¨ªas de junio los abogados defensores ser¨¢n requeridos a la sede del Consejo Supremo de Justicia Militar para oir las sentencias. Al tiempo los periodistas ser¨¢n citados -puede que en el propio Campamento- para dar publicidad a las mismas. Esta nave de locos, apestada, sin jarcias, agotada, entre miradas y palabras de jaque, pintar¨¢ la cruz de su ¨²ltima marcaci¨®n en su extra?a y err¨¢tica singladura.
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