Un pensador po¨¦tico
Decir que Jos¨¦ Bergam¨ªn es una referencia obligada en el mundo po¨¦tico espa?ol -que lo es en grado sumo- tiene el inconvemente de que tal afirmaci¨®n disimula sus otras virtudes personales y literarias. Porque este poeta de la generaci¨®n del 27, nacido en Madrid cinco a?os antes que el siglo veinte, es, adem¨¢s, editor de libros y revistas que marcaron su momento, un profundo pensador (un pensador po¨¦tico, dice de s¨ª mismo), y un fino prosista de docenas de libros sobre la vida que pasa y la que no pasa, adem¨¢s de hombre de una trayectoria admirable desde el punto de vista humano y pol¨ªtico. Para colmo, vuelto del exilio al que fueron arrojados casi todos sus compa?eros de generaci¨®n, tuvo que sufrir Bergam¨ªn varias impertinencias gratuitas del poder, que todav¨ªa secuestraba hace s¨®lo cinco a?os la reedici¨®n de dos de sus libros publicadors en M¨¦jico.Bergam¨ªn, poeta, ensayista, autor de teatro, escritor sin fronteras, vive rodeado de silencio, descuidado de tantos como le deben su primera lecci¨®n, al margen del llamado mundo literario e intelectual, acostumbrado q¨²iz¨¢s al exilio interior a que le condujo a?o tras a?o la magn¨ªfica tozudez en el mantenimiento de sus ideales civicos, pol¨ªticos y literarios. Como dijo Fernando Savater la pasada Navidad, cuando no le dieron al autor de El clavo ardiendo el premio Cervantes, "Bergam¨ªn es, pero no est¨¢". Sin duda alguna, Savater es sabio amigo de frases bergaminescas.
Pero Bergam¨ªn debe estar porque, por ser tan fiel a sus formas primeras, es ya un cl¨¢sico de nuestra literatura. No tendr¨¢ los premios ni las glorias que marcan la pasajera actualidad de los peri¨®dicos, - ero, en cambio, tiene la dimensi¨®n universal de una amplia obra que engarza como pocas la aguda percepci¨®n cr¨ªtica de un ampl¨ªsimo entorno social vivido intensamente, con la introspecci¨®n de s¨ª mismo y "de la angustia del vivir y el morir en su propia experiencia singular".
Cuenta este admirador de Cervantes que cuando, en su primer regreso a Espa?a, en 1958, visit¨® a Azorin en Madrid, ¨¦ste le explic¨® que los espa?oles se divid¨ªan entonces en individuos, r¨¦probos y tolerados. Azorin se consideraba un tolerado y le pronosticaba a su visitante igual consideraci¨®n. Pero se equivocaba. Bergarn¨ªn sigui¨® siendo un r¨¦probo. Y lo m¨¢s lamentable: es todav¨ªa un r¨¦probo tolerado.
Un rasgo esencial del ser espa?ol es el hacer disparates.
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