Gibraltar, una situaci¨®n absurda
La base naval instalada en el Pe?¨®n de Gibraltar es de soberan¨ªa brit¨¢nica, pero est¨¢ integrada en el esquema de la Alianza Atl¨¢ntica y depende, dentro de dicho esquema, del Cinesouth (fuerzas aliadas en Europa del sur), cuyo mando est¨¢ confiado siempre a un almirante norteamericano, pese a que la organizaci¨®n est¨¢ radicada en N¨¢poles (Italia).Gibraltar posee un mando secundario propio (Gibmed), que desempe?a un almirante brit¨¢nico
Cuando se produzca la incorporaci¨®n de Espa?a a la organizaci¨®n militar de la OTAN pueden tomarse en consideraci¨®n tres hip¨®tesis: primero, que todo quede como estaba, lo que ser¨ªa intolerable para el Gobierno espa?ol, am¨¦n de il¨®gico desde un punto de vista operativo, puesto que Gibraltar tiene una proyecci¨®n estrat¨¦gica diferente si se considera como enclave aislado -como ocurre ahora- o si se inserta dentro de una concepci¨®n total del litoral espa?ol.
La segunda hip¨®tesis ser¨ªa que el Gibmed desapareciera en cuanto tal y pasara a estar comprendido en el submando del Mediterr¨¢neo occidental, radicado en Baleares o Cartagena y confiado a un almirante espa?ol. Los brit¨¢nicos son, por el momento, muy reacios a esta hip¨®tesis, que har¨ªa depender la base naval sistem¨¢ticamente de un militar no brit¨¢nico radicado fuera del Pe?¨®n. Los expertos aliados contin¨²an considerando v¨¢lido un mando espec¨ªfico para el estrecho.
La tercera hip¨®tesis -la que tiene m¨¢s posibilidades en estos momentos- ser¨ªa que la base de Gibraltar pasara a tener un mando conjunto hispano-brit¨¢nico, de forma que, cada cierto tiempo (dos a?os, por ejemplo), rotaran los dos primeros puestos de mando. Es decir, durante dos a?os mandar¨ªa la base un almirante brit¨¢nico, que tendr¨ªa a sus ¨®rdenes un capit¨¢n de nav¨ªo espa?ol, Y durante los dos siguientes la ecuaci¨®n se invertir¨ªa.
Acuerdo previo
La operaci¨®n tiene, desde el punto de vista espa?ol, visos kafkianos. Supongamos que las negociaciones bilaterales para la descolonizaci¨®n del Pe?¨®n fracasan o llegan a un punto muy tenso y se mantiene la verja cerrada. El almirante o capit¨¢n de nav¨ªo espa?ol tendr¨ªa que dar una vuelta enorme para incorporarse a. su puesto en la base o trasladarse, en helic¨®ptero, previa autorizaci¨®n de la defensa a¨¦rea espa?ola. El ejemplo puede parecer extremo, pero situaciones m¨¢s inveros¨ªmiles se han producido ya. Ah¨ª est¨¢, sino, el ejemplo de las Malvinas. ?Qu¨¦ pasar¨ªa cuando el Reino Unido quisiera emplear la Liase en operaciones similares a la del Atl¨¢ntico sur? El almirante espa?ol puede, te¨®ricamente, considerar que los nav¨ªos ingleses no deben tocar el puerto de Gibraltar. En la crisis actual, el Gobierno espa?ol, cuando al fin y al cabo no tenemos ninguna competencia sobre la base, ha presentado una protesta formal. No es descabellado tampoco imaginar que Estados Unidos, de acuerdo con Londres, desee un d¨ªa utilizar Gibraltar para operaciones en el Pr¨®ximo Oriente o, ?por qu¨¦ no?, en Libia. ?Qui¨¦n decide? El conflicto deber¨ªa ser resuelto en el marco de la OTAN, y ya se ha visto que los quince son solidarios con el Reino Unido.
Lo lamentable del caso, seg¨²n algunos expertos, es que la incorporaci¨®n espa?ola a la estructura militar se realice sin que exista previamente un acuerdo claro y escrito sobre la situaci¨®n de GibraItar. No se trata de exigir, antes de aceptar dicha incorporaci¨®n, la devoluci¨®n de la soberan¨ªa, sino -qu¨¦ menos- de saber qu¨¦ papel va a desempe?ar la Armada espa?ola en el Pe?¨®n y de saber tambi¨¦n qui¨¦n va a pagar los gastos que ocasiona el mantenimiento de la, base y su futura modernizaci¨®n. Porquie quiz¨¢ tendremos que pagar una parte importante.
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