La mujer de las dos caras

En su ¨²ltima pel¨ªcula, La passante du sans-souci, Romy Schneider interpreta dos personajes separados por el tiempo. Dos mujeres contrapuestas que coinciden en la vida del protagonista ofreci¨¦ndole distintas perspectivas de la misma personalidad, sugerencias complementarias de una sola mujer.De su ¨¦poca de Sissi a la de estrella del m¨¢s inquieto cine europeo, Romy Schneider ha mantenido la oferta de esas dos im¨¢genes. La tierna y dulce reina de j¨®venes a?os no desapareci¨® plenamente cuando interpretaba a la agria prostituta de la comedia de Ford que Visconti adopt¨® para ella al teatro. Un cierto desvalimiento aparec¨ªa en sus interpretaciones duras y una ligera crueldad se adivinaba en sus personajes tiernos. La amante del abogado que Welles le encarg¨® en El proceso, la joven adinerada de El cardenal o sus variopintas mujeres de Qu¨¦ tal, pussicat, Las cosas de la vida, Max y los chatarreros fueron mezclando los dos extremos de Romy Schenider hasta que de nuevo Visconti le permiti¨® una s¨ªntesis perfecta en Luis II de Baviera.

No pudo zafarse plenamente de su primera etapa. Sobre todo, en Espa?a, donde la nueva imagen de Romy Schneider, de actriz sobria e inteligente nos lleg¨® tarde y mal. Visconti la hab¨ªa retratado desnuda en Bocciacio 70, exhibi¨¦ndola en su madurez aprovechando su sensibilidad escondida hasta entonces por las peliculitas alemanas, pero nosotros no lo sab¨ªamos. La censura quiso mantener viva la vieja leyenda neg¨¢ndose a aceptar a la nueva Sissi. Cuando el reencuetro fue ya inevitable los espectadores espa?oles casi no pod¨ªan reconocer a la muchacha que hab¨ªa so?ado con el circo o a aquella joven heredera que emulaba las bobas comedias rosas. Pudo ser reconocida por la ambig¨¹edad de su sonrisa en la que permanec¨ªa la expresi¨®n distanciada.