Triste hip¨®tesis de trabajo
Pienso que nos encontramos ante un intento de voladura del Estado democr¨¢tico tan dificultosamente conseguido.No quisiera parecer alarmista, pero es evidente que los sectores pol¨ªticos que no han abandonado el terreno de la guerra civil, tanto aquellos que contin¨²an en el esp¨ªritu de la cruzada del 18 de julio como los grupos opuestos que se consideran todav¨ªa en guerra cruenta, se hacen gui?os de complicidad, los unos a los otros, de una a otra trinchera. Bien me s¨¦ que esto, a primera vista, parece aberrante y harto inveros¨ªmil, pero, desgraciadamente, es as¨ª, y as¨ª ha sido a menudo en ¨¦pocas agitadas.
Hitler pactaba con Stalin en 1940; Nixon, con la China de Pek¨ªn; la CNT, con la derecha antirrepublicana en 1933. M¨¢s lejos a¨²n: el cristian¨ªsimo rey de Francia, con el turco. Y ahora mismo, el argentino Galtieri, con Breznev.
Hay quien, por honradez o ingenuidad, se niega a admitir tales sucios manejos, pero esa inocencia nos conduce a la inacci¨®n y, por ello, al desastre.
?C¨®mo explicarse que se esperara un a?o para juzgar a los asaltantes del Congreso y se consumieran tres meses de juicio a tumba abierta y a demagogia delictiva diaria? ?No ha sido esto servir en bandeja a los golpistas -cuyo dispositivo operativo est¨¢ probablemente intacto en un 80%- el pretexto de una nueva acci¨®n?
Por otra parte, ?qu¨¦ se ha hecho para desarmar al otro n¨²cleo rebelde, a la ETA, que est¨¢ en armas desde hace muchos a?os? Operaciones espectaculares que han servido, m¨¢s que nada, para publicidad del comisario tal o para el prestigio del comisario cual. "Ha quedado desmantelada para siempre la organizaci¨®n terrorista ETA", se apresura a proclamar un coro de frescos o equivocados. Satisfacci¨®n general, enhorabuenas mutuas y reparto de pl¨¢cemes. Pero mucho me temo que la estructura de ETA est¨¢, como la del golpismo, intacta en tres de sus cuatro partes.
?No es monstruoso, pero al mismo tiempo l¨®gico, que acaben entendi¨¦ndose en el terreno t¨¢ctico? Se avecinan d¨ªas peligrosos que pueden servir de pretexto a acciones que alg¨²n hilo misterioso une. El final de la arrogante tregua que ETA ha dado al Gobierno, las elecciones andaluzas, con el triunfo socialista; la sentencia por el 23-F, etc¨¦tera, pueden aprovecharse para crear incidentes.
Es preciso que, sin miedo, que conduce siempre al desastre, pero con serenidad y firmeza, analicemos el peligro que tenemos suspendido sobre nuestras cabezas como una enorme y afilada espada de Damocles.
Una parte del centro-derecha, por temor a la izquierda vasca, buscar¨¢ cobijo en el golpismo sociol¨®gico, creyendo, err¨®neamente, que es un buen refugio, e intentar¨¢ llevar al Gobierno a posiciones m¨¢s conservadoras, apoy¨¢ndose en realidad en los ultras, con el pretexto de intentar apaciguarlos. Para ello habr¨¢ cenas de matrimonios y de todas clases. Cuando se forme este bloque, la izquierda olfatear¨¢ el peligro. Y habr¨¢ pactos secretos y hasta, quiz¨¢, la tentaci¨®n de lanzar alg¨²n cable a un potencial golpismo joven que nada tiene que ver con el de las guerreras con encajes -tal como se dec¨ªa en tiempos de la Fronda-, para prepararles un h¨ªbrido mixto de socialismo militar, nacionalista y centro americ aniz ante, al que agarrarse caso de que las cosas vinieran mal dadas.
?Qu¨¦ se puede hacer? Volver a enarbolar la bandera de la defensa de la democracia, de las libertades civiles, de la predominancia del Parlamento y de la Monarqu¨ªa constitucional. Frente a la amenaza, no se puede volver a caer en la inopia de las v¨ªsperas de febrero. Es preciso tomar la iniciativa y superar los peque?os chismes de patio de vecindad. Debe tomarse la iniciativa, movilizar a las gentes, hablar en televisi¨®n y en radio, escribir y, si es preciso, ocupar las calles. Basta ya de dar palos de ciego. Hay que dar palos de profesor de colegio ingl¨¦s. Con las leyes en la mano se pueden cerrar seguramente un par de peri¨®dicos golpistas. Todo menos cometer el ¨²ltimo de los errores, que ser¨ªa contemplar sentados en el sal¨®n de los pasos perdidos c¨®mo se desmorona un r¨¦gimen d¨ªa a d¨ªa ante el estupor del Gobierno, el pasmo de los diputados, la no utilizaci¨®n de los inmensos recursos de un Estado para defenderse, la patente de corso de los golpistas para conspirar abiertamente en cuarenta salas profesionales, la inmunidad de la trama civil, la rotunda ineficacia de los servicios de seguridad para infiltrarse de verdad en el terrorismo y conocer sus galer¨ªas secretas.
(A Dozier, secuestrado, los del FBI lo encontraron en dos semanas tan pronto les dejaron entrar en acci¨®n.)
?Es mucho pedir que, por lo menos esta vez, ya que no se hizo antes, se salga al paso de lo que corremos el riesgo que venga amenazadoramente? ?Es algo excesivo animar al Gobierno a que se defienda y a que nos defienda? Y si no basta, ?por qu¨¦ no llamar a otros partidos para formar un Gobierno de concentraci¨®n, de uni¨®n o como quiera llam¨¢rsele?
El momento recuerda a la Argentina posperonista, con la segunda Evita de presidenta. Todos ve¨ªan venir el golpe y nadie de verdad trat¨® de evitarlo. El terrorismo actuaba cada d¨ªa. La burgues¨ªa jugaba al militarismo conservador. La izquierda radical esperaba su turno. Los militares conspiraban y discut¨ªan p¨²bl¨ªcamente, y con id¨¦ntica desfachatez, la fecha m¨¢s conveniente para la toma del poder. Hubo embajador en Buenos Aires que pidi¨® permiso a su ministro para ser el primero en felicitar al general triunfante.
Y as¨ª ocurri¨®. "Golpe sin sangre", le llamaron. Seis a?os despu¨¦s, 30.000 asesinatos siguen sin esclarecerse. La inflaci¨®n, 190% anual, es la m¨¢s alta del mundo. Y la deuda exterior, antes de la aventura de las Malvinas, era de 35.000 millones de d¨®lares. ?Para qu¨¦ seguir?
Los totalitarismos, sean del signo que sean, llegan cuando se tiene miedo a encararse con quienes quieren privamos de la libertad.
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