Argentina, 10 d¨ªas para evitar el naufragio
?Cu¨¢les son los elementos que deben valorarse para medir el grado de preparaci¨®n de un equipo de f¨²tbol en los d¨ªas previos al campeonato? Esa es la cuesti¨®n que se plantea diariamente cada uno de los periodistas destinados a seguir el trabajo en las concentraciones. Con esa premisa en el an¨¢lisis, los datos de la selecci¨®n argentina indican que s¨®lo un inmediato replanteamiento y una severa correcci¨®n del rumbo podr¨ªan salvarla del naufragio. Contra lo que se afirma en las declaraciones, la moral es fr¨¢gil, el juego malo y los jugadores han visto resentida la confianza depositada en sus dirigentes.
Una afirmaci¨®n de tal gravedad no puede apoyarse en simples an¨¦cdotas de su estancia en Espa?a. Como, por ejemplo, el evidente enfrentamiento entre el cuerpo t¨¦cnico -Menotti y sus ayudantes- y los dirigentes que encabezan la delegaci¨®n -De Luca y Noel-. Menotti, en la conferencia de Prensa del s¨¢bado por la tarde, dijo: "La delegaci¨®n est¨¢ compuesta por los jugadores, el cuerpo t¨¦cnico y los dirigentes que vienen a pasear". Al d¨ªa siguiente, cuando uno de los periodistas le hizo escuchar la grabaci¨®n a De Luca mientras ve¨ªan el entrenamiento en el campo de la sociedad deportiva de Villajoyosa, el hombre se puso p¨¢lido y se qued¨® sin respuesta. Inmediatamente salt¨® la valla y se dirigi¨® al centro del campo, interrumpi¨® el trabajo de Menotti y le pidi¨® explicaciones. Este se las dio con excusas Adem¨¢s le aclar¨® que no lo hab¨ªa dicho por ¨¦l, sino por Noel, presidente del Boca Juniors, quien viaj¨® acompa?ado por su esposa.Esas son an¨¦cdotas que se pueden salvar en la intimidad de la concentraci¨®n despu¨¦s de una reuni¨®n donde se decida formar un frente com¨²n por lo menos mientras dure el Mundial. Lo que debe considerarse seriamente son las irreparables grietas y el desgaste que el tiempo ha producido en el conjunto de un grupo acosado por un pa¨ªs que en alg¨²n momento lo convirti¨® en mito y que ahora le exige m¨¢s all¨¢ de lo racional. Situaci¨®n a¨²n m¨¢s desesperante porque nuevamente -como en 1978- un triunfo futbol¨ªstico pa rece convertirse en la ¨²nica salida de ese pa¨ªs, que si ya entonces viv¨ªa uno de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de su historia, ahora, adem¨¢s de la dictadura, sufre la guerra, la muerte y el hambre.
Origen de la descomposici¨®n
Quiz¨¢ el origen de la descomposici¨®n habr¨ªa que fijarlo en el minuto siguiente a la conquista del t¨ªtulo mundial en 1978. En aquel momento no se tom¨® la ¨²nica me dida inteligente que cab¨ªa: disolver el equipo.
Luego, con otra gente y nuevas ilusiones, podr¨ªa haber renacido el esp¨ªritu de sacrificio que exige la alta competici¨®n. Ahora nos puede pedir m¨¢s a hombres a los que, en su momento, se les pidi¨® todo como si fuera la ¨²ltima vez. Y menos cuando esos jugadores ya alcanzaron el dinero suficiente como para no depender de un triunfo o una derrota. Y menos a¨²n cuando no se sienten integra dos en el f¨²tbol argentino. M¨¢s de la mitad de la actual selecci¨®n ya pertenece a clubes extranjeros. Bertoni y Passarella a la Fiorentina; Ram¨®n D¨ªaz, al N¨¢poles; Maradona, al Barcelona; Barbas y Valdano, al Zaragoza; Kempes, al Valencia; Ardiles, al Tottenham. Eso entre los titulares y hasta el momento, porque la aspiraci¨®n del resto es que el Mundial les sirva de exposici¨®n para conseguir tambi¨¦n alg¨²n club que los contrate.
La constante inflaci¨®n que destruye la econom¨ªa argentina y la consecuente devaluaci¨®n de su moneda hacen que sus buenos jugadores sean accesibles para el mercado europeo. Por eso es posible que Enzo Trossero vuelva a jugar en Francia, donde ya estuvo y fue figura de alto nivel. Olarticoechea, una de las ¨²ltimas revelaciones, que juega de volante y defensor con igual calidad, tiene posibilidades de incorporarse al f¨²tbol espa?ol. Alfredo di St¨¦fano, su t¨¦cnico en el River durante la ¨²ltima temporada, lo consider¨® siempre como imprescindible en la base del equipo campe¨®n.
La ilusi¨®n de los t¨¦cnicos tampoco es comparable a la de 1978. La teor¨ªa futbol¨ªstica de Menotti no se renov¨® en lo sustancial. Argentina volver¨¢ a plantear un sistema de 4-4-2 en los partidos importantes, con s¨®lo dos hombres en punta: Bertoni y Ram¨®n D¨ªaz, rotando la posici¨®n para fabricar los espacios que permitan la entrada de Maradona, por la derecha, y Kempes por la izquierda.
Cuando el equipo pierda el bal¨®n, Ardiles y Gallego luchar¨¢n por su recuperaci¨®n, mientras Maradona y Kenipes bajar¨¢n simplemente a obstruir con su presencia. Nada nuevo, demasiado conocido para cualquier rival. El ¨¦xito de su funcionamiento depende, como siempre, de la inspiraci¨®n de sus talentos individuales, que los tiene y son innegables. Porque dentro del campo hay que contar con jugadores capaces de salidas geniales, como Maradona, Ram¨®n D¨ªaz o el mismo Kempes.
Los r¨¦ditos econ¨®micos que cada uno obtuvo, desde Menotti al ¨²ltimo de sus ayudantes, fueron tan diferentes que provocaron tambi¨¦n roces inevitables. Mientras Menotti acapar¨® todos los, contratos y beneficios, hasta los m¨¢s peque?os, los dem¨¢s se perdieron en un anonimato sin brillo y sin luces. A pesar de eso, pros¨ªguen porque su dictadura no admite discusi¨®n. El ¨²ltimo que escapa a esas r¨ªgidas reglas de juego es el doctor Oliva, quien no depende de nadie en particular porque su res?dencia habitual es Mil¨¢n, donde atiende a una calificada consulta. Pero Oliva supera a Menotti intelectualmente, hasta el punto de que el t¨¦cnico lo sostiene contra la opini¨®n del preparador f¨ªsico y de otros colaboradores celosos de su independencia para hablar.
En la intimidad se le conoce por el loco Oliva. Ya en 1978 su desprecio por el resto del cuerpo t¨¦cnico, con excepci¨®n de Menotti, provoc¨® una situaci¨®n tan tensa que un d¨ªa antes de la final Argentina-Holanda hubo que apartar al preparador fisico y sacarlo del comedor de la concentraci¨®n para evitar que le pegara al m¨¦dico. Actitud violenta que: tambi¨¦n otros quer¨ªan asumir. Sin embargo, cuando se volvi¨® a formar el cuerpo t¨¦cnico, Menotti cit¨® a Oliva, quien le oblig¨® a separar al kinesi¨®logo. Condici¨®n que el resto acept¨® sin protestar. Los intereses econ¨®micos de las partes ocultaron los rencores, y hoy es posible ver juntas a personas que apenas se dirigen la palabra.
Quien conozca un poco la formaci¨®n y desarrollo de este proceso, desde sus ra¨ªces deportivas hasta sus ra¨ªces pol¨ªticas en el per¨ªodo 1974-1982, en un pa¨ªs donde hicieron crisis y estallaron todas las contradicciones de su incandescente magma social -democracia populista, escuadrones parapoliciales, organizaciones terroristas- de ultraderecha, guerrilla de izquierda, tortura, muertos y desaparecidos, invasi¨®n de las Malvinas como salida pol¨ªtica, guerra, quiebra econ¨®mica, hambre-, notar¨¢ el evidente claroscuro de la situaci¨®n.
Un grupo de jugadores y dirigentes alcanzaron en este mismo per¨ªodo los m¨¢s altos privilegios econ¨®micos y pol¨ªticos. A tal punto que llegaron a tenerse muy en cuenta las declaraciones pol¨ªticas de Menotti, analizadas en largas reuniones de la Junta Militar.
El desequilibrio de los valores llev¨® al consecuente desequilibrio de la raz¨®n m¨¢s elemental, hasta el punto de caer en la locura: la locura de creer que el t¨¦cnico de la selecci¨®n de f¨²tbol ten¨ªa la soluci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs y que,del triunfo o la derrota de su equipo depend¨ªa la "alegr¨ªa del pueblo".
Alimentada y apoyada la idea desde todos los ¨¢ngulos, hasta el l¨ªmite de que en alg¨²n momento la Secretar¨ªa de Informaci¨®n P¨²blica de la Presidencia emiti¨® un comunicado prohibiendo hacer cr¨ªticas a la selecci¨®n, se llega a esta situaci¨®n donde, a pesar de todo ya no se consiguen los resultados esperados. Y se sabe que, por ejemplo, la larga concentraci¨®n programada desde el 14 de febrero no resolvi¨® nada. Es m¨¢s, la represi¨®n y el encierro agravaron los ya irreparables problemas de relaci¨®n. Se percibe el hast¨ªo, las ganas de terminar con todo de una vez. El error t¨¦cnico al programar este plan de actividades fue total.
La mayor¨ªa coincide en que "hay mucho que hablar entre nosotros", pero ninguno cuenta todo lo que siente y piensa cuando se re¨²nen. Las charlas de grupo ya no dan ning¨²n resultado, porque no hay tiempo para salvar errores cometidos dos a?os atr¨¢s. Las explicaciones son falsas y llegan tarde. Ante la evidencia de la ca¨ªda, s¨®lo les preocupa la salvaci¨®n individual, y cada uno la busca de acuerdo a su modo.
A los que habr¨ªa que salvar primero, como a los ni?os, es a los jugadores, porque en ¨²ltima instancia nunca fueron responsables de nada. Ni de todo lo que les dieron -fama, dinero, poder- ni de todo lo que les van a quitar.
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