"La democracia puede permitirse el lujo de ser, clemente y serena", afirma Cela

Las reacciones de representantes del mundo intelectual, literario y art¨ªstico espa?ol ante las sentencias impuestas por el Consejo Supremo de Justicia Militar a los culpables del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fueron diversas, aunque coincidentes en juzgar clementes algunas de las penas.

Cam¨ªlo Jos¨¦ Cela, acad¨¦mico, ex senador real, explic¨® en Palma de Mallorca: "Las sentencias, salvo en los casos de Milans del Bosch y Tejero, me parecen clementes, muy clementes, pero tambi¨¦n serenas, muy serenas. La democracia tiene la obligaci¨®n de ser serena y puede permitirse el lujo de ser clemente. La ingenua crispaci¨®n de algunos de los procesados no se proyecta sobre los jueces ni sobre la opini¨®n p¨²blica, y de ello debemos congratularnos todos. Y los encartados, los primeros. La fundada sospecha de que la actitud y la conducta de los ahora condenados hubiera sido muy otra de haberse invertido los papeles no es raz¨®n bastante para hacernos perder la perspectiva".Rafael S¨¢nchez Ferlosio, el novelista de El Jarama y Andanzas y aventuras de Alfanhu¨ª, que ¨²ltimamente publica reflexiones sobre las vicisitudes de la situaci¨®n espa?ola, se expres¨®, ante el contenido de la sentencia del Consejo de Justicia Militar, en este tono: "Treinta a?os de c¨¢rcel me parecen muchos para cualquiera. Yo preferir¨ªa que no hubiera en el C¨®digo Penal una pena tan alta. Desde el punto de vista de la ejemplaridad militar, a m¨ª, mucho m¨¢s que las penas de c¨¢rcel, me habr¨ªa interesado que se hubiese aplicado el procedimiento (hoy desafortunadamente suprimido por la ley) de la degradaci¨®n p¨²blica y solemne, con arranque de insignias y partedura de sables, como al que fue sometido (injustamente) Dreyfuss."

Carlos Barral, editor y escritor, dijo: "A mi me parece que el delito probado de rebeli¨®n no admite ning¨²n tipo de atenuante ni el ejercicio de ninguna clase de clemencia. Por lo tanto, el delito o existe o no existe, y en aquel caso debe merecer la m¨¢xima pena prevista para tal delito, porque me parece un delito sin grados. Lo contrario es confundir la disciplina con el Derecho".

Xavier Rubert de Vent¨®s, fil¨®sofo, catedr¨¢tico de Est¨¦tica, dijo: "Los militares mismos tienden a valorar la entereza. Los inculpados dieron ejemplo de una actitud de entereza escasa al cruzarse acusaciones unos y otros y demostrando as¨ª una actitud defensora de intereses peque?o-burgueses. Ese tipo de acusaciones fueron una lecci¨®n para que ,los militares se, distanciaran de los golpistas, cuyo talante negociador, pactista, deb¨ªa resultar falto de rigor para los propios militares. Y es ese tipo de cosas que desprecian los militares lo que parece dibujar la sentencia".

Recurso a la raz¨®n

"?Que puede hacer un ciudadano como yo ante una sentencia as¨ª?", se preguntaba el escultor Pablo Serrano. Despu¨¦s de reiterar su confianza en la justicia, "que siempre he cre¨ªdo responsable", Pablo Serrano se coloca en el lugar del hombre de la calle, "que entiende poco de leyes pero que sabe que lo que pas¨® aquel d¨ªa de febrero fue un atroplello y un insulto a la libertad de cada uno de los espa?oles, representados all¨ª por los diputados". "El hombre de la calle no es juez y yo no soy m¨¢s que un hombre metido de lleno en mis esculturas, pero nos parece que tal intromisi¨®n con armas en el Congreso merec¨ªa un castigo m¨¢s ejemplar para todos los implicados en aquel atropello".

El escritor Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald se mostraba desconcertado por la sentencia. "A m¨ª todo eso", dec¨ªa, "me parece un lamentable sistema de fuerzas ya previamente desequilibradas. No entiendo en absoluto ese desnivel que va de los treinta, a?os a un m¨¢ximo de seis. Y mucho menos, que queden libres algunos oficiales que intervinieron en aquel asalto a mano armada. Creo que la sentencia solo puede producir un desconcierto general y, lo que es peor, una alarma de lo m¨¢s desazonante. Supongo que se recurrir¨¢, aunque sea a la raz¨®n".

Ideolog¨ªa de ciencia ficci¨®n

Por su parte, el fil¨®sofo Emilio Lled¨® se preguntaba si un acto como ese podr¨ªa medirse cuantitativamente. El catedr¨¢tico de Historia de la Filosofia cree que .una sociedad sana, o que tiende a la salud, tiene que expresar un repudio absoluto hacia un hecho radicalmente condenable y que nos volver¨ªa a sumir en el retraso pol¨ªtico y cultural que desde siglos arrastramos".

"Al leer las defensas del 23-F parec¨ªa estar oyendo restos de una ideolog¨ªa de ciencia ficci¨®n en oposici¨®n a cualquier pensamiento racional, a cualquier actitud sensata y humana", conclu¨ªa Emilio Lled¨®, para quien "la posibilidad de que nuestro pueblo sea capaz de crear el pa¨ªs que merece" depende de "la imposibilidad de que pueda en alg¨²n momento repetirse otro 23 de febrero".