No quedan fuerzas ni para protestar
Plaza de Las Ventas. 4 de junio. 23? corrida de la feria de San Isidro.Cinco toros de Barcial, bien presentados, mansurrones y muy flojos; tercero, devuelto al corral y sustituido por el sobrero, de Garc¨ªa de la Pe?a, con trap¨ªo, manso y manejable; sexto de Lisardo S¨¢nchez, in v¨¢lido y sospechoso de pitones.
Roberto Robles: estocada atravesada que asoma y descabello (silencio). Estocada baja atravesada que asoma por un costado (silencio). Roberto Dom¨ªnguez: estocada delantera (aplausos y saludos). Estocada corta baja, rueda de peones y descabello (algunos pitos). Tom¨¢s Campuzano: media atravesada en un costado (palmas). Dos pinchazos y estocada ca¨ªda (silencio).
La corrida de ayer sale en una de las primeras de San Isidro (aunque fuera la n¨²mero quince o as¨ª) y a la afici¨®n le da un patat¨²s. Pero llevamos veintitr¨¦s y se han agotado las fuerzas. No queda resuello ni para protestar.
Sale en una de esas primeras un toro como el Lisardo, sobre inv¨¢lido sospecho sarriente romo, y queman el cemento. Pero el Lisardo pas¨®, entre bostezos, igual que pasaron sus anteriores cong¨¦neres menos uno. Todo daba lo mismo. Lo ¨²nico que importaba era que se acabara el suplicio de la corrida cuanto antes, y a otra cosa.
No es que los toros fueran chicos y feos. Por el contrario, los pupilos de Barcial, que es una ganader¨ªa con personalidad, ten¨ªan bonita estampa. Bajos de agujas, cortos, pero con anchura y cuajo, enmorrillados, serios y foscos, bien armados, seg¨²n corresponde a sus caracter¨ªsticas gen¨¦ticas. Y adem¨¢s, de vistosa capa, surtida de entrepelaos-berrendos-nevaos-salpicaos-luceros-calceteros.
Pero deb¨ªan de estar enfermos y su catadura tiraba a mansona, por lo cual ofrecieron un juego escaso, por no decir ninguno. Viv¨ªan sin vivir en ellos, ca¨ªan o mor¨ªan. El cuarto exhalaba estertores de agon¨ªa, y Julio Robles resolvi¨® atravesarlo como una mariposa. Pocas, sosas, desfallecientes e inciertas embestidas tuvieron los barciales.
El quinto sac¨® la cornamenta m¨¢s aparatosa que hayamos visto en la feria, con perd¨®n y sin ¨¢nimo de ofender. Veleto, cornivuelto, cornipaso y astifino, infund¨ªa respeto. Como por a?adidura acomet¨ªa sin fijeza, con la cara alta, Roberto Dom¨ªnguez le administr¨® un macheteo liquidador.
Unicamente el primero mostr¨® rasgos de bravura en varas, pero a la muleta lleg¨® prob¨®n y Julio Robles no consigui¨® ligarle los pases. Se cruzaba al pit¨®n contrario, mas tambi¨¦n ahogaba la embestida, ah¨ª le duele. Se cans¨® Robles de porfiar y peg¨® otro sablazo atravesado. Ten¨ªa la tarde atravesada, qu¨¦ le vamos a hacer.
Derrib¨® el tercero y este percance desvel¨® que los monosabios se hab¨ªan declarado en huelga. Devuelto el toro al corral por su mala pata, nadie atend¨ªa al percher¨®n, que permanec¨ªa tumbado, en pleno nirvana, y so?aba que era Buc¨¦falo rodeado de yeg¨¹as v¨ªrgenes. Tras larga espera, aparecieron dos presurosos monosabio.s, los cuales desnudaron al ¨¦quido y lo devolvieron a este valle de l¨¢grimas. Al parecer, la huelga fue debida a que la autoridad prohib¨ªa a los monosabios salir con su habitual varita.
El sobrero, abanto y manso, result¨® manejable, y Tom¨¢s Campuzano lo embarc¨® por la derecha mediante correcta t¨¦cnica; es decir, adelantando la franela, echando la pata'lante, mandando, ligando los pases. Sin embargo, cuando llevaba unas dos docenas y media de muletazos empezamos a caer en la cuenta de que ya los ten¨ªamos muy vistos y cuando llevaba cuatro y media le imploramos que acabara de una vez. No hizo caso. Intent¨® naturales sin exponer un alamar y volvi¨® a los derechazos con enternecedor af¨¢n. En el Lisardo pretendi¨® repetir la faena (dicho sea en su doble sentido) pero la gente no estaba por la labor y hubo de gritarle que ya estaba bien, caramba.
En veinticuatro horas no le habr¨¢ dado tiempo a la afici¨®n para recuperar fuerzas. De esta feria vamos a tardar mucho en recuperarnos todos; menuda paliza llevamos encima. Y a¨²n quedan dos corridas. El taurinismo tiene la oportunidad de aprovecharlas a su sabor: con el p¨²blico derrengado y af¨®nico, Las Ventas puede ser como el tenis.
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