La democracia bic¨¦fala
Somos tan originales, que dir¨ªa Emillio Romero, que tenemos una democracia bic¨¦fala. A Calvo Sotelo se lo debemos. Una democracia puede ser d¨²plice o plural, pero no bic¨¦fala, porque una de las dos cabezas sobra, y ya sabemos qu¨¦ cabeza le va a cortar el cuello a la otra.Adolfo Su¨¢rez lo ha dicho en este peri¨®dico en un art¨ªculo que tiene toda la fibra dura y viva de lo que hace este pol¨ªtico de raza, este ins¨®lito animal pol¨ªtico: "No puede haber un poder militar y otro civil. El noder es civil". Salvo cuando el poder es s¨®lo militar, querido Su¨¢rez. Pero entonces ya no estamos en una democracia. Ya, pero el personal, con el tiempo, se acostumbra a todo. Calvo Sotelo, que tiene el alma marengo del banquero espa?ol, ha dejado que a la democracia le creciese otra cabeza, por apat¨ªa, por miedo o por torpeza simplemente. En la tarde de las sentencias ha tenido las ¨²nicas palabras en¨¦rgicas de su l¨¢nguido mandato y ha dicho por todos los taxis de Madrid (qu¨¦ gran mass/ media es el taxi) que quienes le tuvieron diecisiete horas enca?onado no pueden quedar sueltos por la calle. S¨®lo ha reaccionado ante una afrenta personal. Cuando se decidi¨® que los militares se juzgasen a s¨ª mismos, est¨¢bamos cayendo en el imposible metaf¨ªsico del cine mudo: El regador regado. O, m¨¢s castizamente, en nuestros cl¨¢sicos: El alguacil alguacilado. Enfrentada una Instituci¨®n hist¨®rica y legendaria (lo que da su poes¨ªa al Ej¨¦rcito es que es hist¨®rico y legendario al mismo tiempo) consigo misma, ha acabado dando una sentencia que es un poco contra natura.
Imagino que cualquier otra Instituci¨®n o individualidad, enfrentada con forzosidad a s¨ª misma, habr¨ªa dado lo mismo en cuanto a objetividad sentenciadora o falta de ella. Quiz¨¢ habr¨ªa dado incluso menos.
El que las sentencias, desde una perspectiva civil, sean insuficientes e inquietantes, es cosa al margen del trance metaf¨ªsico en que se ha puesto a los militares.
Como consecuencia de todo el mogoll¨®n, tenemos hoy, s¨ª, lo que Su¨¢rez ha denunciado intuitivamente: dos poderes en lugar de uno. As¨ª no anda una democracia.
Me dicen quienes frecuentan la pagoda de Antonio Maura que Su¨¢rez est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s a la izquierda, lo cual empieza a tomar fascinante su trayectoria personal, pero nos pone en peligro de que el temporal/Fraga se extienda a una mitad ideol¨®gica de la pen¨ªnsula. Verstrynge, el sobrino germ¨¢nico del germ¨¢nico Fraga, lo dec¨ªa la tarde de las sentencias por los quince mil loros de los quince mil taxis de Madrid, mientras junio lloraba en la ciudad, la lluvia era como el paraguas del cielo desvarillado y llov¨ªa en mi coraz¨®n ver leniano, que se me sub¨ªa a la bufanda: que la Justicia sigue su curso, la cosa no ha term¨ªnado y no es momento de opinar ni inmiscuirse. Detr¨¢s de Verstrynge, en la cosa AP, hay un Kirpatrick. Uno no sabe de d¨®nde saca Fraga tantos alemanes, pues que de la socialdemocracia no los saca ni Schmitz se los presta.
Sartorius ha estado bien invocando a las Fuerzas Armadas a que se reconcilien con su propia imagen disciplinarid, pero lo que uno ve m¨¢s claro entre lo oscuro es que en lugar de una democracia tenemos ya una hidra de dos cabezas, y como los siete pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo no entienden de hidras, que es especie legendaria, han dado lac¨®nicas notas de Prensa sobre las sentencias. A lo mejor mi admirada Pilar Cernuda le saca a Verstrynge m¨¢s expl¨ªcitas declaraciones: me echas el canuto, Pilar, amore.
Por haraganer¨ªa hist¨®rica, por miedo, por inepc¨ªa, se ha inducido a la Instituci¨®n armada al autocastigo.
Todo ser vivo se resiste a hacer de s¨ª mismo el regador regalo. Como consecuencia, ahora tenemos la democracia de las dos cabezas. Demasiadas cabezas para tan poco pensamiento.
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