Consultas urgentes entre Reagan y Breznev sobre la invasi¨®n de L¨ªbano

Viene de la primera p¨¢gina

Al dorso de las octavillas, redactadas en ¨¢rabe, el general israel¨ª aconsejaba dos itinerarios de retirada para las tropas sirias, evaluadas por fuentes militares occidentales en tan s¨®lo 1.200 hombres.

Este intento israel¨ª de evitar el enfrentamiento con el Ej¨¦rcito de Damasco en Beirut resulta tanto m¨¢s sorprendente tras la destrucci¨®n , el mi¨¦rcoles, de diecisiete bater¨ªas de misiles Sam-6 sirios. Las bater¨ªas de cohetes con que Damasco ha repuesto las p¨¦rdidas de la v¨ªspera fueron atacadas de nuevo ayer por los cazabombarderos jud¨ªos.

Incluso ayer, la aviaci¨®n hebrea atac¨® duramente un gran cuartel sirio situado en la capital libanesa y bombarde¨® a las tropas sirias en el valle de Bekaa, as¨ª como a una caravana de refugiados en la frontera entre Siria y L¨ªbano resultando muertas 57 personas y 75 heridas. En total, seg¨²n cifras facilitadas por los palestinos, el balance de los seis d¨ªas de guerra asciende a 10.000 v¨ªctimas.

Moment¨¢neamente bloqueados a la salida de Jalde, a tan s¨®lo cinco kil¨®metros al sur de Beirut, por la resistencia desesperada de milicianos palestinos, nacionalistas y chiitas libaneses, los israel¨ªes bombardearon intensamente ayer los barrios sur y sureste de la capital libanesa para poder despejar el camino y reanudar su progresi¨®n.

La radio estatal libanesa interrumpi¨®, por primera vez, ayer, a media ma?ana, su programaci¨®n normal para transmitir m¨²sica militar y canciones patri¨®ticas entrecortadas por llamamientos en los que se ped¨ªa a la poblaci¨®n que resista, respondiendo as¨ª a otra octavilla lanzada el mi¨¦rcoles por los israel¨ªes, en la que se aconsejaba a los habitantes de Beirut que permaneciesen en sus pisos y sacasen banderas blancas por las ventanas para demostrar que no eran hostiles a los soldados del Tshal (ej¨¦rcito hebreo).

Condiciones precarias

A partir de mediod¨ªa de ayer, una vez acabadas las compras y con las tiendas cerradas, el centro bullicioso y comercial de Beirut, situado en torno a la calle Hamra, ofrec¨ªa el espect¨¢culo de una ciudad desierta cuya quietud s¨®lo perturbaban las sirenas de las ambulancias, los veh¨ªculos de milicianos palestinos que se dirig¨ªan hacia el Sur y algunos altavoces que ped¨ªan a la poblaci¨®n que no perdiese su sangre fr¨ªa. Las condiciones de subsistencia en la ciudad son cada vez m¨¢s precarias. El tel¨¦fono urbano e internacional ha dejado pr¨¢cticamente de funcionar; el agua y la gasolina escasean y s¨®lo se dispone de cuatro horas y media de luz el¨¦ctrica al d¨ªa.

Las Embajadas occidentales multiplican sus llamamientos pidiendo a sus nacionales que abandonen el pa¨ªs, y a mediod¨ªa de ayer s¨®lo un embajador, el de Italia, Franco Luciolli, segu¨ªa trabajando en su despacho, intentando encontrar un medio de transporte para evacuar a sus compatriotas hacia Chipre.

Con el aeropuerto internacional y el puerto cerrados, rodeados por los israel¨ªes por el Sur y Sureste, comunicada al Este con Damasco por una carretera frecuentemente bombardeada y cortada, y con un sector cristiano al Norte reticente a acoger refugiados libaneses, musulmanes y menos palestinos, miles de milicianos en armas y probablemente gran parte de la direcci¨®n de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, no ten¨ªan otra salida m¨¢s que la de esperar al enemigo empu?ando su fusil.