La devaluaci¨®n del franco y el futuro de la peseta
MOTIVACIONES DE prestigio nacional, animadas por la l¨®gica del poder y totalmente ajenas a la racionalidad econ¨®mica y el sentido com¨²n, empujan a veces a los Gobiernos a mantener artificiosa y costosamente una irreal paridad de su divisa en el mercado internacional de cambio. Esos alardes de obstinaci¨®n y esa obsesi¨®n por la imagen no s¨®lo suponen una sangr¨ªa para el Teso ro, sino que est¨¢n abocados ineluctablemente al fracaso.En la Espa?a de los cincuenta, los cambios m¨²ltiples oscurecieron la debilidad internacional de la peseta, oficialmente mantenida en niveles imposibles de soportar; el Plan de Estabilizaci¨®n de 1959 tuvo que empezar por reajustar la paridad de nuestra moneda mediante una fuerte devaluaci¨®n. A lo largo del ¨²ltimo a?o, la artificial sobrevaluaci¨®n del peso argentino y del peso mexicano, que hab¨ªa privilegiado a los importadores y castigado severamente a los exportadores, termin¨® en la cat¨¢strofe de unas brutales devaluaciones que han desajustado todos los mecanismos internos y externos de esas dos econom¨ªas. Aunque pa¨ªses corno Alemania y Suiza hayan mejorado su capacidad exportadora con unas monedas en constante revaluaci¨®n, la regla general es que la mala administrac¨ª¨®n o el despilfarro de los recursos nacionales se paga siempre con una devaluaci¨®n, prefer¨ªble, en cualquier caso, a la simulaci¨®n de una paridad artificiosa.
La reciente devaluaci¨®n del franco franc¨¦s en un 10% respecto al marco alem¨¢n ha sido una consecuencia, probablemente inevitable, de la ambiciosa estrategia econ¨®mica desarrollada por el Gobierno de Mitterrand desde hace un a?o. El incremento del d¨¦ficit del sector p¨²blico, destinado a empujar el crecimiento del empleo y de la producci¨®n, dej¨® desguarnecido el flanco exterior de Francia y contribuy¨® a acelerar su inflaci¨®n. Los precios interiores franceses est¨¢n creciendo a un 14% anual, frente a un 6% en Alemania, a la vez que las evasiones' de capital han socavado la fortaleza de? franco. La deval.uaci¨®n del oto?o pasado no bast¨® para restablecer la confianza en los mercados de cambio, tal vez por la ausencia de uvi programa estabilizador que tranquilizase los recelos del mundo de las finanzas.
La reciente Conferencia de Versalles no hizo sino poner de relieve la soledad de la estrategia expansionista francesa -basada en los incrementos del d¨¦ficit presupuestario y en un aumento del consumo privado-, en medio de una econom¨ªa occidental m¨¢s inclinada a combatir la inflaci¨®n que a relanzar la actividad. De otra parte, los altos tipos de inter¨¦s norteamericanos y la agresividad exportadora de Jap¨®n han contribuido a poner- de manifiesto la necesidad de que Europa act¨²e unida frente a los desafios del mercado internacional y de la pol¨ªtica de bloques. Esa aconsejable solidaridad europea ha tenido su primera manifestaci¨®n rotunda en la decisi¨®n del Gobierno alem¨¢n de revaluar el marco, porque de otro modo la devaluaci¨®n francesa habr¨ªa tenido que ser mayor. El reajuste del franco, por lo dem¨¢s, ha sido acompa?ado de medidas destinadas a reducir la inflac¨ª¨®n mediante una congelaci¨®n temporal de precios y salarios. El compromiso de reducir el d¨¦ficit del sector p¨²blico hasta un 3% del producto interior bruto confirma -seg¨²n Le Monde- que "un Gob¨ªerno socialista debe hacerlo incluso mejor que los dem¨¢s para conseguir los mismos resultados" cuando el objetivo es lograr la estabilidad de su moneda.
Aunque la cotizaci¨®n de la peseta frente al d¨®lar contin¨²a superando diariamente sus propios r¨¦cords, conviene subrayar que nuestra divisa no ha acompa?ado en su descenso al franco. No faltar¨ªan, sin embargo, argumentos convincentes para considerar razonable ese eventual emparejamiento. Francia es el primer cliente mundial de Espa?a en la compra de mercanc¨ªas y de servicios tur¨ªsticos. De a?adidura, una mayor depreciaci¨®n de la peseta, equivalente a la que ha soportado el franco respecto al marco, supondr¨ªa ahora un incentivo para que muchas empresas acudieran a endeudarse en los mercados de divisas, con el consiguiente aurnento de nuestras reservas.
Las exportaciones espa?olas tambi¨¦n saldr¨ªan beneficiadas de ese reajuste, mientras que las importaciones resultar¨ªan penalizadas, con el resultado global de una menor presi¨®n a medio plazo sobre nuestra balanza comercial. Sin embargo, tambi¨¦n hay argumentos de peso para recomendar el mantenimiento e incluso la apreciaci¨®n de la peseta frente al franco. En ausencia de un m¨ªnirno plan estabilizador y con la agobiante presencia del crecimiento desbordado del d¨¦ficit del sector p¨²blico, al que s¨®lo se le hacen exorcismos m¨¢gicos desde el Gobierno, una mayor ca¨ªda de la peseta equivaldr¨ªa a arrojar definitivamente la toalla en el combate, que estamos perdiendo por puntos, contra la inflaci¨®n. En ¨²ltima instancia, corresponder¨¢ al mercado confirmar o negar esos contrapuestos argumentos y decidir sobre el destino a corto plazo de nuestra moneda.
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