El Reino Unido despu¨¦s de las Malvinas
EL REINO Unido no hab¨ªa ganado una guerra desde 1945. La de las Malvinas es poco m¨¢s que una guerra de consolaci¨®n que no puede compensar la lenta conversi¨®n en harapos del manto imperial que hab¨ªan tejido cuidadosamente la reina Victoria, Gladstone y Disraeli, ni siquiera la verg¨¹enza de la ¨²ltima cabalgata colonial perdida, la de la expedici¨®n anglo-francesa a Suez. Sin embargo, tiene algunos rasgos psicol¨®gicos muy satisfactor¨ªos para los ciudadanos brit¨¢nicos. Tiene estilo. Permite dar brillo a la frase de que "la agresi¨®n nunca vence", cosa que s¨®lo se puede hacer muy ocasionalmente. Se ha desarrollado con la t¨¢ctica y la estrategia del bull-dog, que forma parte de la idiosincrasia nacional: una respuesta lenta, pero implacable, sin siquiera forzar las m¨¢quinas de la flota; un tiempo de espera en el mar; un desembarco certero y una nueva pausa antes de conseguir, para coronar la jugada, la rendici¨®n del enemigo con el m¨ªnimo derramamiento de sangre en los dos bandos.Margaret Thatcher, sin embargo, no habr¨¢ olvidado algunas lecciones de la historia reciente de su pa¨ªs. El ¨²ltimo gran hombre que gan¨® una guerra, Winston Churchill -una guerra de verdad; m¨¢s all¨¢ del estilo; una guerra de supervivencia y, como ¨¦l dijo, de "sangre, sudor y l¨¢grimas"-, apenas tuvo tiempo de verla terminada: perdi¨® las elecciones. El y su partido. Los brit¨¢nicos desean siempre gobernantes que sean duros para con los dem¨¢s, pero no para ellos. Esto no es, naturalmente, una predicci¨®n, y la historia no tiene obligaci¨®n de repetirse.
El estilo es algo que se aprecia bien cuando ha ganado; pero durante los setenta d¨ªas de la guerra, los ciudada nos brit¨¢nicos han pasado algunos sustos considerables: listas de muertos y heridos, unidades navales hundidas de un solo disparo, considerable incertidumbre. Y una lista de gastos. El Gobierno eval¨²a el coste de la operaci¨®n en un equivalente de 400.000 millones de pesetas: quiz¨¢ sean unas cuentas un poco exageradas -son las que se han presentado a los argentinos para que las paguen en conceptos de reparaciones, con muy pocas espe ranzas de ser cobradas-, pero son lo suficientemente! graves como para asustar al contribuyente. Lo ganado en la guerra -las Malvinas- va a ser muy dif¨ªcil de mantener, a menos de seguir derrochando dinero; quiz¨¢, terminen en un fideicomiso de las Naciones Unidas, qui z¨¢ con bases de Estados Unidos. El Reino Unido ha au mentado su dependencia de Washington: moral y econ¨®mica. Y estas cosas se pagan siempre. Por otra parte, los, laboristas -dejando aparte sus divisiones- han tenido, un comportamiento bastante inteligente: se han unido al, esfuerzo patri¨®tico sin dejar de mostrar su disensi¨®n, su oposici¨®n. Han cantado a voz en cuello en el Parlamen to, el d¨ªa de la victoria, las estrofas del "Rule the Waves" -otra frase ocasional-, en cuanto ha terminado han comenzado a exponer todas las botaratadas -seg¨²n su punto de vista- de los conservadores, a hacer las cuentas, a medir en horas de trabajo lo que le cuesta a cada persona la expedici¨®n y a hacer un verdadero examen de lo ganado y de lo perdido. Sin dejar de anotar que las ganancias son m¨¢s bien para la compa?¨ªa Falkland y para Estados Unidos. Hay adem¨¢s el enredo del pacifismo, que los laboristas no dejan de propiciar; los pacifistas han estado abrumados por el patriotismo, y ya levan tan cabeza otra vez. Para muchos, la aventura de las Malvinas, aun habiendo terminado de la mejor manera posible, no deja de ser una peque?a muestra de, lo que puede pasar en una guerra de verdad. Como una vacuna.
Nada de esto, hay que repetirlo, tiene car¨¢cter de predicci¨®n o de pron¨®stico, ni siquiera de c¨¢lculo de probabilidades. Solo sirve para indicar que as¨ª como la Junta Militar habr¨ªa salido reforzada de haber ganado la guerra, y su estilo probablemente diseminado por un continente que a¨²n est¨¢ lleno de reivindicaciones mucho m¨¢s justas -entre ellas, el nivel medio de vida, la igualdad de oportunidades, las libertades p¨²blicas y privadas-, y ese,era el -mayor riesgo de la guerra de las Malvinas (y s¨®lo por ese ¨²nico objetivo hab¨ªa emprendido la necia guerra Galtieri), la situaci¨®n rec¨ªproca no existe. No hay ninguna seguridad de que s¨®lo por haber reverdecido un viejo estilo de bull-dog los conservadores y Margaret Thatcher vayan a conservar el poder. Esta certidumbre es tambi¨¦n en muchas cosas satisfactoria. Pero quiz¨¢ nada lo sea tanto como la noticia del derrocamiento de Galtieri. Quien sabe si al final el sacrificio in¨²til de las vidas de los soldados argentinos en las Malvinas no lo ser¨¢ tanto. Quien sabe si el pueblo argentino, como fruto de esta derrota no pueda obtener una victoria mayor: la obtenci¨®n de la soberan¨ªa no sobre unos islotes, sino sobre su propio pa¨ªs.
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